LEYENDAS DE GUERRERO
Enviado por SOLINCITO • 16 de Septiembre de 2014 • 629 Palabras (3 Páginas) • 278 Visitas
LEYENDA DE LA CUEVA DEL TORO
CHILPANCIGO DE LOS BRAVO
Un día un Chilpancingueño perseguía a uno de sus animales tratando de lazarlo, este se perdió en una barranca, y en su desesperada búsqueda el campesino encontró una cueva, esperanzado en que ahí estaba escondido su animal entró en ella, y al mirar hacia el fondo, grande fue su sorpresa, pues había montones de monedas de oro.
...corrió hacia ellas, pero de pronto salió un toro negro del fondo de la cueva y lo revolcó; cuando el hombre despertó se dio cuenta de que estaba mal herido y sin las monedas de oro...
Triste y cabizbajo se regresó al pueblo pero volvió varias veces sin encontrar el oro anhelado, pues por temor al toro nunca logró entrar nuevamente a la cueva; más tarde antes de morir el campesino gritaba en su delirio lo que le había sucedido.
LA LEYENDA DE ACATL Y QUIÁHUITL
La tribu Yope estaba asentada en las inmediaciones de la bahía (actual Acapulco) y de repente se ve atacada por otra tribu de origen náhuatl que los derrota y los obliga a huir. Esa tribu náhuatl era nómada y se establecería transitoriamente en el lugar arrebatado a los Yopes.
Durante el tiempo establecido en la cuenca de la bahía, en la tribu náhuatl, la mujer del jefe de dicha tribu da a luz a un baroncito que le ponen por nombre Acátl (carrizo). El padre de Acátl encomienda su hijo a la protección de Quetzalcóatl.
Pasado algún tiempo, los nómadas abandonan el lugar arrebatado a los Yopes y se retiran en busca de otros sitios de caza más abundantes de esa estación.
Al transcurrir de los años, Acatl llega a la edad de buscarse una esposa y, con el consentimiento de su padre, parte en busca de ella y en su largo peregrinar llega al sitio donde se encontraba la tribu Yope (a quienes habían obligado a huir) y se enamora perdidamente de Quiáhuitl, la hija del jefe, sin saber que pertenecía a la tribu que su padre había derrotado en los alrededores de la bahía (de Acapulco).
El padre de Quiáhuitl (Yope) odiaba al padre de Acatl (Náhuatl) por haberlo expulsado de las inmediaciones de la bahía, se negó a la celebración de la boda y maldijo a Acatl, invocando a sus dioses para hechizarlo. Entristecido, Acatl tomó el camino de regreso a casa y dando paso a su desilusión y tristeza, sin saber que con ello se cumplía el hechizo, lloró tanto su amargura, que las lágrimas incontenibles de sus ojos humedecieron su atlético cuerpo, el cual poco a poco se fue deshaciendo, derritiéndose completamente, para convertirse en un charco de lodo y no de sangre, y de ese charco, como hijos de Acatl, comenzaron a brotar carrizos.
Al constatar el daño que le habían ocasionado a su protegido, Quetzalcóatl, furioso castiga a los
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