LOS MAESTROS EN LA REVOLUCION (1910-1919)
Enviado por cuellar90 • 23 de Octubre de 2012 • 6.971 Palabras (28 Páginas) • 498 Visitas
La REVOLUCION MEXICANA interrumpe en el proyecto educativo porfiriano, particularmente en lo que se refiere a la centralización de la enseñanza primaria y a los esfuerzos que pretendían homogeneizar al magisterio mediante la unificación de los planes de estudio en la enseñanza normal.
En términos generales, el gobierno federal continúa con las políticas de formación y reclutamiento del magisterio establecidas por el antiguo régimen. Los gobiernos de los estados, en cambio, adoptan tantas políticas como participación tuvieron en la revolución: hay estados en los que nada ocurre y otros en los que las escuelas primarias y normales fueron sometidas a intensas presiones por los conflictos políticos, que en ocasiones tuvieron como desenlace su clausura durante varios meses o años.
La participación de los maestros durante el movimiento armado fue también muy diversa: al igual que el resto de los empleados públicos, la mayoría de los maestros no intervino en la política y continuó desempeñando sus funciones sin importar el gobierno para el que trabajaran; no obstante, algunos fueron víctimas de la política y padecieron desde el retraso temporal o indefinido de sus sueldos hasta el cese por haber colaborado con el enemigo; otros, grupos revolucionarios como ideólogos, escribanos, secretarios y consejeros de los jefes, organizadores y dirigentes de campesinos y obreros. Algunos de ellos llegaron a ser jefes políticos y militares.
En 1917 se suprime la SIPBA y las escuelas primarias se transfieren a los ayuntamientos del distrito y de los territorios federales. Precisamente este periodo termina con la huelga de los maestros del Distrito Federal (1919) que les reclamaban a los ayuntamientos el pago de sueldos atrasados y la reinstalación de aquellos que habían sido cesados por la incapacidad económica de los municipios para hacer frente a su renovada responsabilidad educativa.
En estos años la política pasó a ocupar un papel más importante en la instrucción pública, especialmente en el reclutamiento del personal directivo y docente.
CONTINUIDAD Y CAMBIO
Durante la Revolución, la política para formar maestros fue una continuación del régimen porfiriano, aunque con algunos cambios importantes.
Al principio, el cambio más notable fue la interrupción del antiguo proyecto para federalizar la enseñanza primaria, uniformándola en todo el país mediante la centralización, las asambleas nacionales de instrucción política y el acuerdo entre el gobierno federal y los gobiernos de los estados. Esta uniformación pretendía construir un sistema nacional de educación primaria moderno con elementos comunes e igual orientación en toda la república.
El proyecto federalizador incluía la enseñanza normal como parte de la estrategia para construir un sistema nacional de educación primaria, al mismo tiempo que buscaba reorganizar las escuelas normales, e incluso la propia profesión, sobre bases comunes en toda la república. Esto, se decía, facilitaría el tránsito de los maestros entre las distintas entidades federativas y el reconocimiento de los estudios normalistas en todo el país.
El proyecto para federalizar la enseñanza normal se interrumpió por los mismos factores que truncaron la federalización de la educación primaria: la Revolución mexicana, descentralizada en un principio, reforzó en el corto plazo la antigua resistencia de los estados para ceder parcial o totalmente sus sistemas locales al gobierno federal. Precisamente las escuelas normales de los estados habían sido, desde su fundación, uno de los principales baluartes de resistencia contra los proyectos federales para uniformar y centralizar los sistemas escolares de educación primaria de los estados.
La interrupción del proyecto federalizador o uniformador de la enseñanza normal no fue el único cambio que introdujo la Revolución, también encontramos algunos intentos para reorientar la enseñanza normal, como los planes y programas de estudio. En general se buscaba una enseñanza normal mucho más comprometida con el pueblo y con la revolución. Unos propugnaban por un compromiso directo con el primero, mientras que otros, de un modo más indirecto, buscaban orientar la enseñanza normal hacia el campo, las regiones y las actividades productivas de tipo agrícola o industrial.
Con ese fin, por ejemplo, algunas escuelas normales introdujeron cursos técnicos de carácter práctico y materias como economía política; hubo otras que intentaron establecer la enseñanza mixta o coeducativa mediante la reorganización escolar para que hombres y mujeres estuvieran en las mismas aulas; no obstante, tales cambios fueron muy reducidos, ya que la mayoría de las escuelas normales, incluidas las del Distrito Federal, no tuvieron cambio alguno.
Durante la Revolución encontramos también signos de continuidad y cambio en la profesión docente; en cuanto a su estratificación interna hubo profesores sin título. Por lo que respecta a su estratificación externa, esta se basó en su dependencia (federales, estatales, municipales) y en el lugar donde trabajaban.
Igualmente hallamos que persistían la competencia y el conflicto entre maestros de distinto origen regional y cuna normalista. La continuidad de este fenómeno es mucho más visible en los primeros años de la Revolución, durante el interinato de De la Barra y el gobierno de Madero. En estos años había una fuerte disputa entre los normalistas de México y los de Veracruz por los puestos directivos y las decisiones de planes, programas, métodos de enseñanza y aprendizaje, y los libros de texto; posteriormente durante los gobiernos de la Convención Revolucionaria y el de Carranza, el conflicto proveniente de la normal de origen se atenúa sin desaparecer por completo, mientras que el proveniente de la región se acentúa.
El regionalismo magisterial se acentuó particularmente en el D.F., ya que cientos, o quizá miles de maestros, emigraron de los estados a la capital en busca de mejores horizontes profesionales, para ponerse a salvo de los conflictos y la violencia que se desataba en sus lugares de origen, o siguiendo a los jefes revolucionarios que ocuparon la ciudad de México en cada una de las etapas de la Revolución.
También sobresale por su persistencia la búsqueda de identidad por parte del magisterio; las razones que se esgrimieron fueron su función, experiencia y formación especializada, así como su lucha por el monopolio de la profesión y sobre el ámbito institucional de su desempeño, tanto en las oficinas educativas como en las direcciones escolares, los órganos colegiados de consultoría o de la dirección educativa. Esta búsqueda está íntimamente relacionada con el reclamo de su territorio institucional.
Al igual que en el Porfiriato, durante la Revolución,
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