La Cuestión Del Orden Según Sarmiento

​La consolidación del estado nacional era visto por la clase dominante como la única salida al problema del desorden y el atraso. De ahí, el lema “orden y progreso”. Esto consistía en un estado nacional con todas las propiedades de estatidad bien cumplidas y desarrolladas:

1. Capacidad de externalizar su poder;

2. Capacidad de institucionalizar su autoridad;

3. Capacidad de diferenciar su control a través de la creación de un conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad;

4. Capacidad de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión de símbolos(sentimientos de pertenencia).

​Este no era el caso de Argentina, ya que eran nuevos los estados y se encontraban en un situación de precariedad con respecto a esas propiedades, por lo tanto, habían muchos casos de desorden: enfrentamientos armados, levantamientos de caudillos locales, rebeliones campesinas, incursiones indígenas y otras formas de contestación a la pretensión de concentrar y centralizar el poder. Para imponer el orden por parte del estado, a todos esos casos, implicaba una reorganización de la sociedad y sus relaciones, extendiendo su autoridad a todo el territorio que estaba bajo su soberanía. El orden aparecía como la condición de posibilidad del progreso, como el marco dentro del cual la sociedad encontraría sin grandes obstáculos el modo de desarrollar sus fuerzas productivas. Entonces, el orden excluía a todos aquellos elementos que pudieran obstaculizar el progreso y el avance de la civilización, y así los sectores políticamente dominantes comenzaron a visualizar como enemigos a aquellos que no contribuían con éste, es decir a montoneros e indígenas. Estas "rémoras" que dificultaban el progreso eran en 1862 una amenazadora realidad de una sociedad cuyos parámetros se pretendía transformar. Por eso, el orden también contenía una implícita definición de ciudadanía, no tanto en el sentido de quienes eran reconocidos como integrantes de una comunidad política, sino más bien de quienes eran considerados legítimos miembros de la nueva sociedad, es decir, de quienes eran aceptados en la nueva trama de relaciones sociales.

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