La Historia Como Manipulación Del Poder Del Estado
Enviado por cesaravalos • 7 de Mayo de 2014 • 1.474 Palabras (6 Páginas) • 208 Visitas
La Historia como manipulación del poder del estado:
los Usos Públicos de la Historia y la Memoria
El concepto de “usos públicos de la historia” y sus interpretaciones y aplicaciones en la historiografía.
El término comenzó a raíz de una controversia en la década del ochenta en la RFA (República Federal de Alemania) en torno al nazismo y de cómo afrontar su estudio. Fue utilizado por el filósofo Jürgen Habermas en un artículo y extendiéndose en el ámbito de la historiografía. A través del “uso publico de la historia” se verifica un intento por legitimar ciertas representaciones del pasado estableciendo, al mismo tiempo, la validez de una sola de ellas: “la verdadera historia”. En esto los historiadores han tenido un papel de elaboración al crear determinadas imágenes del pasado. Asimismo, distintos tipos de poder utilizan determinados usos de la historia como una de sus estrategias para legitimar su accionar en función de necesidades presentes.
Determinados “usos públicos” de la historia aparecen visualizados en las esferas oficiales, como parte del rol del Estado, y en los medios de comunicación. En ellos se aprecia un interés por la historia nacional, en donde por lo general se presenta una visión simplificada para un consumo popular. No obstante, el concepto es nuevo pero es una práctica vieja.
Durante el siglo XIX surgió la historiografía como disciplina científica. Los historiadores de entonces eran conscientes de los usos públicos de la historia; uno de ellos era el de explicar el presente a través de sus propias reconstrucciones e interpretaciones. Así, los historiadores profesionales establecían un 'lazo vital' con la vida contemporánea con el fin de arrojar luz sobre 'problemas prácticos'. Al mismo tiempo, estas interpretaciones eran coherentes con determinadas posturas políticas partidarias del momento. Los 'Estados–nación' se esforzaron en obtener legitimación o forjar una identidad colectiva y una nacionalidad a través de actividades conmemorativas, construcción de edificios públicos, erección de monumentos y la organización de la historia escolar. En este contexto la historia tuvo una clara función política y social, yendo más allá del terreno puramente académico.
El Estado se ha preocupado siempre por el contenido que se transmite en la enseñanza y en los manuales escolares. Se ha observado que está presente el interés por controlar la producción historiográfica, nombrando cronista e historiadores oficiales o estableciendo academias. También en cuanto a la enseñanza que se imparte el Estado fija contenidos en los currículos en función de establecer validez de una representación de la historia.
Un ejemplo de “uso público del pasado” puede visualizarse en lo que Josep Fontana señala como “guerras de la historia”: confrontaciones entre versiones distintas en la interpretación del pasado según determinadas opciones políticas.
En España, luego de la guerra civil, se condenó a determinados historiadores y en las universidades se depuraron y crearon nuevos cuadros científicos.
Durante la guerra fría, en los Estados Unidos existió una estrecha asociación entre historiadores académicos de prestigio con el gobierno. Los primeros ejercieron una acción propagandística introduciendo cursos de “civilización occidental” o creando la teoría de una “revolución atlántica” que enlazaba las historias de América del Norte y de Europa occidental.
A su vez, en Gran Bretaña el control de la historia se evidenció cuando el gobierno de Margaret Thatcher promovió una enseñanza alejada de la denominada “historia desde abajo” y de toda historia social. Se elaboró entonces una que pudiera satisfacer las necesidades de atender “los valores propios en común de la sociedad británica” y de prestar la atención suficiente a los acontecimientos políticos.
Algunos autores contraponen “uso público” con el conocimiento y la función de la historiografía profesional. En Europa en los años sesenta y setenta ha habido manifestaciones de la llamadapublic history de un claro tono contracultural. Se trató una manifestación de la curiosidad por las historias por parte de maestros, empleados de museos, miembros de colectivos gay, feministas y pacifistas; o sindicalistas, estudiantes obreros y cineastas. Todos han reivindicado una militancia por la “historia oral”, en crítica contra el academismo, y sin atender en sus trabajos a las teorías sociales.
Abordajes más recientes han visualizado dos tendencias analíticas:
una, aborda el tema del uso de la historia pero diferenciándolo de la historiografía profesional,
otra, sostiene que la historia es una forma conocimiento social sin que se constituya en un privilegio de los historiadores.
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