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La Iglesia En El Siglo XIX


Enviado por   •  16 de Mayo de 2014  •  1.165 Palabras (5 Páginas)  •  352 Visitas

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La iglesia en el siglo XIX

Las guerras civiles americanas, pues eso fueron las guerras de independencia, desembocan en el establecimiento de un nuevo pacto colonial, en el que la metrópoli inglesa sustituye a Lisboa y a Madrid. Este pacto favorece a Argentina, a Brasil, a Chile, o sea, a los países menos indios, más criollos y sobre todo más "nuevos", países comparables a los Estados Unidos. La independencia había reunido a los criollos en una empresa común; después se dispersan en empresas individuales, que se vuelven nacionales, en el marco recuperado de las antiguas subdivisiones administrativas del imperio, virreinatos y arquidiócesis.

Las revoluciones de independencia ven a la aristocracia terrateniente y a los grandes comerciantes aliarse adoptando una ideología liberal: desde el punto de vista capitalista, España estaba atrasada y su clase liberal y "burguesa", desconsiderada en la metrópoli por su colaboración con los franceses, hace su revolución en las colonias, a falta de poder hacerla en Europa. Los países que disponen entonces de una economía moderna en gestación, y donde los elementos de esa clase liberal están más vivos, son los más afectados: Argentina, Brasil, Chile y Venezuela.

[Hacia 1850] En todas partes empieza el asalto contra Las tierras de la Iglesia y de las comunidades indias; esa agresividad es tanto más grande cuanto que es obra de sectores hasta entonces marginales: aristocracia rural provinciana, pequeños comerciantes, mestizos. El cambio global, el crecimiento demográfico hacen por fin rentable la agricultura. Esto se traduce en la agravación de la situación de los campesinos que no están protegidos por la ley colonial; el siglo XIX es el momento de mayor desarrollo del latifundio heredado del imperio, pero aumentado aún con las tierras de que se despoja al campesino de las comunidades, después de haber aunado, en una hábil amalgama jurídica, tierras de la Iglesia y tierras de las comunidades civiles. Los propietarios sacan gran provecho de la mano de obra rural, reclutada por medio de contratos leoninos, encadenada por diversos procedimientos y también por el hábito en las grandes propiedades donde trabajan penosamente los nuevos siervos. El desarrollo económico, en estas condiciones, es duro para los rurales; el caso límite es el de los indios "broncos", atacados al mismo tiempo que los pieles¬rojas del norte: yaquis de México, araucanos de Chile, patagones de Argentina, ¿cuántos son los pueblos vencidos al mismo tiempo que los cheyenes, al mismo tiempo que Louis Riel, jefe de los mestizos franco¬canadienses de Sasketchewan, al mismo tiempo que Sitting Bull?

El cambio de la coyuntura y las inversiones extranjeras permiten finalmente que el Estado se consolide, dándole la base financiera que le faltaba. El hecho mayor del siglo es eso: el nacimiento del Estado; el resto no pasa de ser anecdótico. Ese Estado, por fin fundado, por fin seguro de sobrevivir, emprende entonces la construcción de la nación: hasta tal punto es cierto que en América Latina la existencia del Estado precede a la de la nación. El modelo en este caso es el de la Francia post¬revolucionaria, el del Estado¬nación.

La liquidación de las órdenes religiosas emprendida por Portugal y España termina después de la independencia, entre 1820 y 1850, haciendo de la iglesia americana, para mucho tiempo, una iglesia de seglares. Ese fenómeno esencial muestra que, en la historia religiosa, el corte de la independencia no es un verdadero corte. La independencia no hace sino subrayar la gravedad de la crisis anterior y ponerla del todo de manifiesto. El conflicto abierto por los monarcas ibéricos lo heredan, de ninguna manera lo inventan, los nuevos Estados que siguen el impulso

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