La Industria Azucarera En Republica Dominicana
Enviado por karina2909 • 9 de Septiembre de 2013 • 3.666 Palabras (15 Páginas) • 1.287 Visitas
1. Origen de la industria azucarera
La isla Española fue cede de la primera semilla de caña de azúcar fue plantada en América por don Cristóbal Colón. Eso ocurrió en las cercanías de Puerto Plata, en el litoral norte de la isla. En el principio de los tiempos coloniales la industria azucarera tomó su forma a tal grado que según el historiador Frank Moya Pons en su obra “Historia Colonial de Santo Domingo”, en 1535 habían 200 técnicos portugueses en los ingenios azucareros mientras en 1547 más de 35,000 esclavos africanos laboraban en los cañaverales. Posterior al auge de la industria en los primeros años de la Era Colonial, la industria azucarera disminuyó hasta ser erradicada casi por completo. Los ingenios y sus respectivos cañaverales no volvieron a dominar la economía dominicana hasta el final del siglo 19.
La historia de la Industria Azucarera dentro del ámbito antillano está marcada por la trata de negros para el cultivo y corte de tan preciado producto.
“La historia de la industria azucarera dominicana se remonta de 1505 a 1506. Sin embargo, se tiene constancia que el primer ingenio o trapiche se instaló en las cercanías de La Concepción de la Vega, en 1504, y ahí se hicieron los primeros ensayos para cristalizar azúcar. El primer ingenio que produjo azúcar en escala comercial se instaló en Nigua, San Cristóbal; en el 1517 ya estaba produciendo azúcar para exportar a la Madre Patria.” (Educando para el futuro, 2012)
Para 1520, funcionaban 3 ingenios de azúcar y muchos otros se encontraban en construcción. En 1527, trabajaban plenamente 18 ingenios y 2 trapiches, encontrándose otros 12 en construcción. Hacia 1545 se conoce de la existencia de 20 ingenios y 4 trapiches. De esas 24 explotaciones azucareras, más de la mitad pertenecían a altos funcionarios o descendientes de ellos.
La difícil tarea del cultivo de la caña en los ingenios demandaba una fuerza muscular que tuviera mejores resultados que la de los indígenas, además la población indígena había menguado de manera significativa
“De ahí que desde 1518, por autorización expresa del Rey Carlos I, comenzaran a otorgarse licencias para traer a América (y a La Española) negros bozales (inexpertos), los cuales, a diferencia de los ladinos, eran empleados en labores intensivas de producción. Africanos ladinos, es decir, occidentalizados en Europa e integrantes del séquito de servidores de nobles españoles, habían pisado tierra americana poco antes de 1501.” (Educando, 2011)
Para controlar las posibilidades de sublevación, los propietarios de ingenios preferían importar esclavos africanos procedentes de diferentes etnias. Los grupos predominantes eran los zape, mandinga, congo, mondongo, biáfara, carabalí y los de lengua gelofe
Otra preferencia que tomaban en cuenta los dueños de ingenios era el rango de edad de los esclavos seleccionados, esta edad oscilaba entre los 15 y 20 años de edad, también eran reclutados desde los 9 años. Su faena de trabajo forzado era de hasta 18 horas corridas por día, incluía domingos y feriados. Muchos morían de cansancio y por falta de sueño. Otros huían a los montes o se defendían mediante las armas.
La producción azucarera se mantuvo con cierta tendencia inestable de crecimiento hasta los años 70, cuando empezó a decrecer por la reducción de la navegación española, el contrabando, la transferencia de inversiones a la ganadería, la competencia en términos de rentabilidad del jengibre, la paralización de la trata negrera, entre otros.
Para la segunda mitad del siglo XVI, España se encontraba en conflicto con las demás potencias europeas por lo que el Rey Felipe II prohibió que La Española y las demás posesiones comercializaran con extranjeros. Esta disposición dejó a La Española sin su principal mercado por lo que muchos colonos decidieron emigrar o dedicarse al hato ganadero, provocando crisis en la industria azucarera.
Nuestra industria azucarera nació en un ciclo de apogeo del comercio internacional. Desde los principales centros industriales se demandaban materias primas y se exportaban mercancías y bienes de capital, estimulando en las economías periféricas la producción a gran escala de bienes agropecuarios y mineros de exportación.
“En las últimas décadas de los 1800 la industria azucarera dominicana estaba en pleno renacimiento, gracias a las tendencias capitalistas, poderosos intereses financieros (especialmente la cubana y norteamericana), y la intensificación y mejora en el proceso de producción. Ya para el cierre del siglo 19 las principales instalaciones azucareras estaban en manos de extranjeros: cinco era italianos, cuatro norteamericanos, dos cubanos, y un británico.” (Economista Dominicano, 2009)
Otro factor que incidió en la industria azucarera local fue la guerra franco-alemana de 1870, siendo estos de los países mayores productores de azúcar de remolacha y la Guerra de Secesión Norteamericana entre 1861-1865, que provocó efectos devastadores sobre las plantaciones de caña en Luisiana.
En el país, el fin de la Guerra de la Restauración en 1865, el gobierno de los 6 años de Báez (1868-74) y los gobernantes azules que dominaron el último cuarto del siglo XIX, favorecieron esta industria.
A todos estos acontecimientos se sumó el ambiente favorable creado por las autoridades con la creación de leyes para incentivar la inversión de capital en el fomento de explotaciones agroindustriales en gran escala.
Entre estas leyes están, exoneraciones de pago de arancel a las maquinarias, implemento de trabajo e insumos productivos, franquicias temporales que eximían el pago de derecho de exportación y concesiones de terrenos estatales.
A los empresarios que decidieron fomentar los ingenios azucareros a gran escala se les dieron facilidades adicionales. Otro elemento a destacar fue la existencia de comerciantes locales vinculados al financiamiento del tabaco y los cortes de madera, dispuesto a invertir en éste sector.
Por encima de todo esto el país poseía las condiciones naturales ideales, abundante tierra de excelente calidad con amplia red de irrigación fluvial.
2. Aportes de la industria a la economía dominicana
Hasta la década de los años 70 a la industria azucarera solía llamársele la “espina dorsal” de la economía dominicana por su importante aporte, tanto en la composición del Producto Bruto Interno, en las exportaciones totales y en la generación de empleo, como en su capacidad distributiva del ingreso y en la generación de demanda hacia otros sectores de la economía nacional.
En un análisis sobre la economía dominicana, la CEPAL señalaba:
“En 1976, la actividad azucarera ocupaba aproximadamente el 12% de la superficie cultivada total,
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