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La Revolucion Rusa


Enviado por   •  8 de Julio de 2014  •  5.229 Palabras (21 Páginas)  •  268 Visitas

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LA REVOLUCION RUSA Y LOS CAMBIOS EN EL MUNDO. CAMBIOS EN LA ACTUALIDAD

1. La autocracia zarista

2. La revolución de marzo de 1917

3. La revolución bolchevique de noviembre de 1917

4. La guerra civil y el comunismo de guerra

5. El nuevo estado soviético

6. La sucesión de Lenin

7. La dictadura de Stalin

8. Los planes quinquenales y la colectivización de la agricultura

9. El estalinismo: una dictadura totalitaria

10. Una sociedad modelada por el terror

LA REVOLUCION RUSA

La revolución rusa fue uno de los acontecimientos clave de la historia del siglo XX. La primera guerra mundial sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y provocó la revolución que acabó con la autocracia zarista. Tras una efímera experiencia liberal, en noviembre de 1917 triunfó la primera revolución comunista de la historia.

Lenin dirigió con mano de hierro al nuevo estado soviético a través de un período de horror y calamidades. La primera guerra mundial, la revolución y la guerra civil golpearon duramente al tejido social ruso.

La sociedad del antiguo imperio ruso zarista nunca volvió a ser la misma. Los cambios emprendidos por la revolución transformaron radicalmente la economía y la sociedad soviéticas.

Stalin, su sucesor, concluyó la construcción de la dictadura comunista. La economía fue centralizada por el Estado y el poder político quedó en manos del dictador que controlaba férreamente al partido comunista y a la sociedad soviética. El terror estalinista configuró uno de los grandes regímenes totalitarios del siglo XX.

El Imperio Zarista: la difícil modernización de una autocracia

La autocracia zarista gobernaba un enorme país atrasado en el que la industrialización solo había alcanzado a algunos núcleos urbanos. La ineficacia de la monarquía absoluta se reflejó de forma abrupta cuando, ante la sorpresa de todo el mundo, Japón derrotó, en 1905, a la que aún se consideraba una gran potencia europea. Ese mismo año, una revolución fallida sacudió los cimientos del régimen zarista y puso en evidencia la inestabilidad de las bases en que se sustentaba.

En 1914 el imperio zarista era una gran potencia que se extendía por veintidós millones de kilómetros cuadrados a lo largo de Europa y Asia y contaba con ciento setenta millones de habitantes.

Desde 1905, Rusia vivió importantes transformaciones económicas. Aunque los campesinos analfabetos seguían siendo la mayoría de la población del imperio, las reformas de Sergei Witte, ministro del zar Nicolás II, favorecieron una intensa industrialización en unos pocos núcleos industriales urbanos y el nacimiento de un proletariado pobre y combativo.

Esta sociedad en transformación chocaba con una autocracia en la que el poder absoluto del Zar se sustentaba en la todopoderosa Ojrana, la policía política.

Diversos grupos clandestinos luchaban contra la monarquía rusa. Entre ellos, destacaba un pequeño grupo de marxistas revolucionarios dirigidos por Lenin, seudónimo de Vladimir Illich Uliánov. Conocidos como los bolcheviques, representaban una facción del Partido Socialdemócrata Ruso en la que confluía una visión radical de marxismo con la disciplina propia de una organización clandestina.

En ese contexto, la guerra mundial fue especialmente dañina para Rusia. En un país atrasado, el esfuerzo bélico (a mediados de 1915 los rusos habían sufrido más de dos millones de bajas) y la escasez de alimentos y combustible derrumbaron la moral de guerra de la población. Rusia se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para la agitación revolucionaria.

Al descontento social, se le unió la impopularidad del zar Nicolás II, que se había puesto personalmente al frente del ejército ruso y que era considerado por la población como el responsable máximo de la catástrofe de la guerra.

La situación terminó por estallar en marzo de 1917.

El primer acto de la revolución: marzo de 1917

En marzo de 1917, febrero en el antiguo calendario juliano, las protestas espontáneas de la población de Petrogrado (la actual San Petersburgo), nueva denominación de la ciudad de San Petersburgo, derivaron en una insurrección revolucionaria. En muy pocos días la autocracia zarista se derrumbó. Dos poderes contrapuestos: el gobierno provisional liberal burgués y los Soviets de obreros y soldados pugnarán por el poder en los meses posteriores. Mientras, la tragedia de la guerra mundial seguía golpeando al pueblo ruso.

La miseria y la falta de alimentos en el duro invierno ruso desencadenaron una serie de huelgas espontáneas en las fábricas de Petrogrado. El 12 de marzo las tropas enviadas a reprimir las protestas confraternizaron con los huelguistas. En tres días, del 12 al 15 de marzo, tres acontecimientos marcaron el fin del zarismo:

La Duma o Parlamento nombró un Gobierno Provisional encargado de convocar elecciones a una Asamblea Constituyente.

En Petrogrado se constituyó un Soviet de Trabajadores y Soldados controlado por los partidos obreros (mencheviques, bolcheviques y socialistas revolucionarios)

El zar Nicolás II abdicó en su hermano Miguel, quién rechazó el trono. La dinastía Romanov llegaba a su fin y se proclamaba la República.

Durante los seis meses siguientes, Rusia vivió una situación de “doble poder”. Dos instituciones pugnaron por dominar una situación caótica marcada por la guerra, la crisis económica y el derrumbamiento de las instituciones políticas.

Por un lado, el Gobierno provisional controlado por los liberales moderados con el Partido Cadete como principal apoyo. Este gobierno estableció las libertades políticas, pero decidió esperar a que la Asamblea Constituyente que debía elegirse abordara las cuestiones de mayor importancia. Por otro lado, los Soviets que surgieron por toda Rusia y que estaban dominados por los mencheviques y los socialistas revolucionarios. Aunque tenían un gran apoyo popular, los mencheviques renunciaron a tomar el poder. Dudaban de que Rusia estuviera madura para emprender una revolución social radical.

Rápidamente se vio que este sistema de poder dual funcionaba de una manera contradictoria e inefectiva. Mientras que el Gobierno Provisional proclamaba su intención de mantener a Rusia en la guerra contra los Imperios Centrales, los Soviets emitían su primera ley, orden número 1, que afirmaba que los soldados solo tenían que obedecer a sus oficiales cuando sus órdenes coincidieran con las directrices de los Soviets.

La guerra continuaba y los desastres y privaciones que padecía el pueblo ruso fueron minando la fortaleza de las posturas más moderadas. Llegaba el tiempo de los extremistas.

Hacia mediados de julio,

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