La Revolución Interrumpida
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ENSAYO SOBRE LA OBRA DE ADOLFO GILLY
“LA REVOLUCIÓN INTERRUMPIDA”
Ensayo preparado por: Rafael Arturo Cuenca Dardón
Tercer Cuatrimestre, Licenciatura en Derecho
Grupo IMEC
Septiembre 11, 2010
INTRODUCCIÓN
Comprender y dimensionar el concepto y alcance de la Revolución Mexicana, no es fácil, considerando que a 100 años del inicio de su gesta y después de 6 millones de muertos, aproximadamente, más de 70 años bajo la égida de un solo partido político y los últimos 10 bajo la de otro, uno se decía depositario de la revolución y el otro el promotor del cambio, pero siempre en la eterna oposición, el dualismo que nos caracteriza a los mexicanos desde nuestro origen mismo: el día Vs. la noche, y luego para lograr nuestra independencia de España, los independistas Vs. los realistas; posteriormente en la guerra civil de todo un siglo, el XIX, protagonizada por los conservadores Vs. los liberales, entre otros; en el preámbulo de la revolución y ya en los albores del siglo XX, los científicos Vs. los revolucionarios, y ya en un supuesto Estado institucionalizado porque ya rebasó el caudillismo de los Zapata, Villa, Obregón, etc., el PRI Vs. el PAN, y ahora en el siglo XXI, el PAN Vs. el PRI primero y Vs. el PRD después, pero con todos a la vez, a conveniencia, incluso con el PRD, su antítesis, derecha Vs. izquierda, en fin en lenguaje figurado su “archienemigo”, o dicho de otra forma, el Lex Lutor de Supermán.
En efecto, el libro de Atilio Adolfo Malvagni Gilly, “La Revolución Interrumpida”, tal vez sea representativa de una realidad: una revolución inacabada que sacó a unos del poder para encumbrar a otros, pero no cumplió con la expectativa de un Estado democrático, sustentado precisamente en lo que establece el párrafo primero del artículo 39 de nuestra Carta Magna: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”.
En el preámbulo del Bicentenario de nuestra Independencia y el Centenario de nuestra Revolución, la situación no es alentadora: más del 70% de la población total se encuentra en situación de miseria; tasas de desempleo históricas y falta de oportunidades sea en el campo, la industria o los servicios, que empujan cada vez más a una migración de la fuerza de trabajo e intelectual de niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, para terminar prácticamente como esclavos en otros países; niveles de corrupción pública y privada que nos ubican dentro de los 10 países más corruptos del planeta; guerra perdida hasta ahora, contra un narcotráfico incontrolable y cada vez más posicionado dentro del poder público; en lo político, la prevalencia de los intereses particulares sobre los generales, así como un congreso dominado por representantes sociales que enarbolan banderas partidistas que son totalmente ajenas y desconocidas para los electores que los privilegiaron con su voto, a efecto de que fungieran como sus representantes, y no como dueños de su voluntad ¿continuamos?
Bajo estas premisas, Adolfo Gilly tiene razón, “La Revolución Interrumpida”, como lo fue un siglo antes la “Independencia Interrumpida”.
El presente Ensayo tiene como propósito analizar las líneas principales sobre las cuales el autor de “La Revolución Interrumpida” expresa sus puntos de vista acerca de las causas y origen de la Revolución Mexicana, así como de su desarrollo, y para lo cual primero se planteará un Marco de Referencia basado en algunos de los hechos y situaciones ocurridas durante el convulsionado siglo XIX que vivió México ya como Estado independiente, para posteriormente entrar a lo que es la obra en sí misma.
MARCO DE REFERENCIA
Cien años después de que los mexicanos lucharan contra la corona española para lograr su independencia, da inicio la Revolución Mexicana un 20 de noviembre de 1910.
El combate es entre y contra mexicanos para derrocar al otrora héroe de la patria, Porfirio Díaz, considerado así por su valentía y arrojo mostrados en unas de las tantas y múltiples guerras y batallas del siglo XIX, protagonizadas por connacionales para lograr una república justa en la que prevaleciera la igualdad y el bien común, y en otro escenario, como defensor de la nación de invasores extranjeros provenientes de su frontera norte o del continente europeo, ante la fragilidad de su Estado, y pretendiendo abiertamente “reconquistarlo”, o solamente despojarlo de su territorio y recursos. Si, el villano Porfirio Díaz, dictador de México por más de 30 años, debe retirarse o morir.
Sin embargo y para estar en posibilidad de poder contextualizar en su tiempo los hechos referentes al proceso de independencia y los posteriores que dan origen a dos grupos básicos de posición antagónica que logran prevalecer hasta la Revolución Mexicana, tal vez solo con una denominación distinta pero emparentados con sus antecesores por las ideas que implican, se comentara en forma muy general respecto del movimiento independista y posteriores ocurridos durante el siglo XIX.
El ciclo relativo a la Independencia de México, se puede decir que tuvo una duración de 11 años, septiembre de 1810 (Grito de Dolores) a septiembre de 1821 (entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México), pero es hasta la publicación de los Sentimientos de la Nación (1813), que Morelos definió de manera clara, contrario a Hidalgo, el concepto de una patria mexicana, cuya homogeneización le permitiría quedar libre de la influencia extranjera.
Esencialmente, las causas internas y externas que motivaron la Independencia de México son las siguientes:
Causas Internas
Sociales:
La desigualdad social prevaleciente en la Nueva España, en la que los españoles peninsulares mantenían el poder absoluto en lo económico, político y social del virreinato, con pocos espacios y oportunidades para población criolla, ésta comenzó a sentirse relegada a un segundo plano, y por ello fue que al tiempo, detonaron y dirigieron el proceso de independización.
En cuanto a los mestizos, no eran tomados en cuenta debido a que en su gran mayoría resultaban ser fruto de relaciones ilegítimas entre españoles e indígenas. Sin embargo y protegidos por las leyes de Indias, éstos también sintieron la necesidad de emanciparse de la “tutela” ejercida por los peninsulares y los criollos, lo que da cuenta clara del descontento unánime reinante, incluyendo a los grupos étnico-sociales que se encontraban en condiciones inferiores a los nombrados, derivado de su propio estado natural.
España, como se aprecia, ya no era la nación unitaria que le
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