La conquista de tenoctitlan
Enviado por Job Galicia • 12 de Julio de 2016 • Monografía • 8.082 Palabras (33 Páginas) • 338 Visitas
Introducción.
El trabajo presentado tiene como finalidad dar a conocer la conquista del antiguo Tenochtitlan, es necesario comprender que la conquista no fue sólo resultado de un choque de armas, ni una batalla realizada en Tenochtitlán, nuestros antepasados indígenas no fueron conquistados por el mero hecho de haber sido derrotados militarmente; todos estos no lograron por sí solos el sometimiento, tendría que venir después la etapa de despojo de sus fuentes de riqueza, es decir de sus tierras y una fase de evangelización, en la que se obligó a los grupos étnicos a renunciar a sus dioses y creencias y se les impuso una nueva religión.
De aquí se deriva el análisis que establece que la conquista se dio desde dos vertientes: primero la conquista de carácter material la cual está representada por el poder militar desplegado por España contra los pueblos indígenas de América y las formas de sometimiento administrativas que tuvieron que enfrentar las poblaciones conquistadas y segundo la definida como espiritual, la cual esta corresponde al proceso de cristianización de las poblaciones indígenas, así como al establecimiento de las jerarquías eclesiásticas.
En este trabajo solo se abordara lo que es la conquista material que sin duda alguna fue la gran pauta para la conquista de la México Tenochtitlan.
Índice.
- La llegada de Hernán Cortés a Mesoamérica.
- La batalla de Centla.
- La batalla de Tzompantzinco y la alianza con los Tlaxcaltecas.
- Matanza de Cholula.
- Llegada de Hernán Cortés a Tenochtitlan.
- Matanza del Templo Mayor y Muerte de Moctezuma II.
- La Noche Triste.
- La batalla de Otumba.
- La caída de Tenochtitlan.
- El tormento de Cuauhtémoc y la muerte del último Tlatoani.
- Conclusión.
- Bibliografía.
- La llegada de Hernán Cortés a Mesoamérica.
Tras las dos expediciones realizadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva en 1517 y 1518 respectivamente, Diego de Velázquez no dudó en preparar una tercera pero ya con el objetivo de crear un asentamiento estable en esas tierras que tan buenas noticias habían revelado. La existencia de civilizaciones más desarrolladas significaba más posibilidades de comerciar y de obtener riquezas tras los fiascos registrados en el Darién y las islas antillanas, donde si bien algunos sí habían conseguido sus objetivos la mayoría seguían buscando su dorado particular. De ahí la expectación generada en torno a estas nuevas expediciones.
El elegido como capitán de esta nueva aventura fue Hernán Cortés, hidalgo extremeño nacido en Medellín (Badajoz) que ya había probado como agricultor y ganadero en la isla Española, tareas con las que había obtenido sustanciosas riquezas, pero sin conseguir satisfacer sus ansias de gloria y fama. En aquel entonces era alcalde de la recién fundada ciudad de Santiago de Cuba. El 23 de octubre de 1518 fueron firmadas las capitulaciones que definían el tipo de relación de Cortés con la expedición, sus obligaciones y sus beneficios. Dichas capitulaciones fueron muy polémicas ya que contenían un preámbulo con 24 instrucciones que se contradecían con la capitulación en sí. El problema de Velázquez era la prisa que tenía por empezar a conquistar las nuevas tierras antes de que se le adelantase alguien ya que aún no había llegado la confirmación real de su título de Adelantado, es decir, mientras no tuviese dicho título no podía conquistar ni poblar, sino tan solo explorar y rescatar. La expedición logró reunir once naves, tres aportadas por Cortés, tres por el gobernador Velázquez y el resto por otros capitanes.
El 18 de noviembre de 1518 partieron en dirección a la población cubana de Trinidad en donde se establecieron durante tres meses para reclutar más hombres y reunir los pertrechos que les faltaban, obtenidos principalmente en el original emplazamiento de la Habana en la costa sur de la isla. Allí recibieron cartas y órdenes de Velázquez de detener la expedición y de apresar a Cortés pero ni los soldados que la llevaron ni el alcalde de Trinidad, Don Pedro Verdugo, fueron capaces de ejecutar dichas órdenes al comprobar la fama y el respeto que entre sus hombres tenía el capitán extremeño.
En esta expedición tomaron parte como piloto mayor Antón de Salaminos, gran conocedor de la zona por la que iban a navegar al haber participado en las anteriores expediciones de Hernández de Córdoba y Grijalva, toda una garantía de éxito, Finalmente Cortés logró reunir a quinientos cincuenta hombres y dieciséis caballos en Trinidad y el 18 de febrero de 1519 abandonaron tierras cubanas con rumbo oeste hacia unas tierras de las que poco se sabía, excepto que eran ricas y peligrosas.
Su primer contacto con tierra del Yucatán fue en la isla de Cozumel, en donde ya se encontraba Alvarado por haberse adelantado al grueso de la expedición, allí fue reprendido por haber entrado en un poblado nativo y robado algunas gallinas, objetos y algún que otro ídolo y eso contravenía las órdenes de Cortés de ganarse la amistad y favores de los nativos.
En la expedición viajaba un indio llamada Melchorejo que había sido capturado durante el viaje de Grijalva y en Cuba había aprendido el castellano por lo que fue el encargado de hablar y comunicarse con los nativos. De esta manera pudieron investigar qué había sobre la posibilidad de que en la zona hubiese españoles naufragados años antes. En el viaje de Grijalva, cuando llegaron a las costas mexicanas, los indios habían dicho “Castilian, castilian” haciendo referencia a que ya les conocían de antes o por lo menos algo habían visto u oído. Cortés, al escuchar estas historias, se puso como misión intentar encontrarles y traerles de nuevo junto a sus compañeros, por ello preguntaron a caciques nativos sobre este asunto y su respuesta fue que, efectivamente, habían visto a varios españoles que eran esclavos de unas tribus mayas. Gran alegría se llevaron por estas noticias y Cortés inmediatamente les pidió que, tras llenarles de regalos, preparar mensajeros para ir en su búsqueda y que invitasen a sus amos a liberarlos. Envió dos naves pequeñas capitaneadas por Diego de Ordaz a Punta Cotoche para desde allí enviar a los mensajeros y esperar durante ocho días la llegada de esos españoles perdidos. Pasaron los días y como allí no llegó nadie se volvieron a Cozumel provocando el enfado y decepción de Cortés.
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