La dama de Auxerre
Enviado por m_dlt • 23 de Agosto de 2015 • Trabajo • 1.714 Palabras (7 Páginas) • 479 Visitas
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En la antigua Grecia a diferencia de Egipto en donde el arte era mágico-religioso y los artistas eran más considerados únicamente conocedores de la técnica. Los griegos en cambio creaban en forma más libre y en ocasiones sin función específica.
“La escultura griega ha llegado a ser considerada como el producto de arte peculiarmente limitado, relacionado con tópicos especialmente abstractos y en donde el escultor griego presenta una conexión accidental con el material y su pensamiento expresado”
Precisamente esto nos lleva a enfatizar en la pregunta sobre ¿quién es está mujer?¿será tal vez una escultura dedicada a alguna diosa?[1]
Se llevará a cabo un análisis a partir del estudio de la pieza, incluyendo, características estéticas propias del estilo y época pertenecientes. Además de una comparación en el desarrollo de lo que es la escultura arcaica, es decir la observación en el parecido y diferencia que se tenía, para poder llegar a un mejor entendimiento de con que parámetros y regimientos se tenían para este tipo de esculturas. Y así poder crear una hipótesis que nos muestre quién era la mujer esculpida en términos generales, es decir si esta era una deidad o una dama de alta sociedad.
Primeramente hay que saber lo que una Kouroi [2] y Koré [3] representan, para poder llegar a un mejor entendimiento de la obra.
Para los griegos de aquella época las obras masculinas eran hechas con motivos funerarios o de conmemoración. Dedicadas a hombres victoriosos en los juegos o a seres divinos. Es decir, no cualquier era digno de ser esculpido.
Las Korai, eran doncellas con conmemoración votiva, en otras palabras, estaban inclinada a cuestiones de deidades, no hechos heroicos. Nos encontramos también con la persistente desigualdad de género, recreando a estas mujeres siempre vestidas con prendas dignas y que tapasen y escondiesen las curvas casi en su totalidad. El desnudo femenino no era bien aceptado. Pues hay que recordar que la mujer debía ser sumisa y consiente del cuidado de su imagen ante la sociedad masculina.
Las esculturas muestran una técnica rudimentaria, pero lo que más destaca es la aparición de los inicios del uso de “movimiento”. No obstante, este intento aún es carente de credibilidad, siguen mostrándose completamente al frente, con los brazos y piernas rígidas en un solo eje, a excepción de una de las piernas en el caso de los kouroi que posicionaban ligeramente más adelante que el resto del cuerpo o el las korai en donde en ocasiones podemos verlas con una de sus manos al pecho.
La figura femenina se esculpió en el siglo VII a.C., es decir, que data en la época en donde el arte pasó de ser geométrico y abstracto, a ser un poco más expresivo y con intenciones de movimiento en la obra. Un avance que podemos comparar con las obras hechas un siglo antes o más, es que mantenían una expresión y posición estática.
“La dama de Auxerre” hace honor al desarrollo artístico mencionado. En ella recaen todas las características propias del periodo de abundante transición de la Grecia antigua, el arcaico.
En este caso, específicamente se pueden observar las características tan peculiares, tales como, los ojos en forma almendrada en conjunto con una sonrisa muy marcada de esa época que quería demostrar naturalidad, un cuerpo simétrico casi en su totalidad a excepción del brazo izquierdo. Sin embargo, este miembro que vemos doblado es lo que le da a la pieza cierta ilusión de movimiento, una singularidad también muy propia de la época pues pretendían erradicar aquella rigidez que solían tener las esculturas en principio de dicha época.
A pesar de estos cambios, aún no se llega a un dinamismo total.
Para darnos cuenta de lo comentado, analicemos dicha pieza con respecto a otras:
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Cleobis y Bitón (VII a.C.)
A principios del siglo IX los kuroi recibieron el nombre de Apolo arcaicos[4], pues se pensaba que podían ser representaciones de dicha divinidad pero hoy en día se sabe que en su mayoría son retratos de atletas jóvenes que habían sido vencedores en los juegos.
Aparecen desnudos y con la cabellera larga, razón que motiva a creer que eran jóvenes pues los griegos no cortaban su cabellera hasta la edad adulta. Y como todas las esculturas de la época tienen una singular sonrisa “arcaica”.
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Hera de Sammos
(570-560 a.C.)
Esta escultura sigue un estilo de moda conocida como jónica[5], en la cual se utiliza una túnica y a esta se le sobrepone un manto que cruza el pecho.
Ya que carece de cuello y rostro, no podemos sacar un análisis de esta, como su cabello, si este era largo o corto o si contaba con peinado elaborado, joyería como aretes o algún tocado en la cabeza.
No tiene una silueta marcada tampoco, como el resto de las obras de esa época pero si vemos detalles en el peplo y una intención de pliegues en este y también en la túnica.
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La Dama de Auxerre (620 a.C.)[6]
Ahora bien, después de haber visto otros dos ejemplos previos en dónde destaque algunas de sus características, es aún más notoria la diferencia y lo que hace a esta pieza única.
Al analizar la escultura por sí sola, comenzando por la parte superior de la pieza.
Primeramente el rostro, sin contar con el hecho de que parte de este está destruido, cuenta con la sonrisa arcaica, los ojos avellanados pero se percibe cierta falta de expresión, pues las sonrisa pareciera forzada, los ojos no tienen pupila por lo que están nulos de dirección hacia donde la mirada podría estar dirigida, lo cual disminuye el que pueda transmitir un sentimiento o idea profunda.
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