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La identidad entre la nación y el estado


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2013  •  Trabajo  •  543 Palabras (3 Páginas)  •  307 Visitas

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Nación no significaba, al principio, otra cosa que nacimiento, asociándose pues a un concepto puramente biológico. Se aplicaba en la Edad Media de un modo muy diverso y por eso tanto podía decirse que alguien era madrileño de nación como español o asturiano. La primera vez que encontramos mencionada una «nación española» es en Brujas y se refiere a los navegantes que allí llegaban para comerciar y que eran en su mayoría vizcaínos; por eso empleaba el árbol y los lobos como emblema. De este modo Italia era la primera, por ser la cuna del Imperio, Alemania la segunda porque albergaba entonces el título imperial, Francia la tercera en memoria de Carlomagno, España la cuarta porque su legitimidad procedía de la propia Roma, a través del pacto del 418, e Inglaterra la quinta. No había identidad entre Nación y Estado, pues cada nación albergaba más de uno; pero los principados con soberanía eran solidarios, en el seno de una misma nación. La unidad se expresaba en tres rasgos esenciales, las formas del Derecho, la familiaridad en el modo de hablar, la trayectoria histórica que significaba a la vez herencia y proyección hacia el futuro. Se percibía una fuerte tendencia a la unidad en el seno de cada una de las naciones, visible de manera especial en las grandes Monarquías de Francia, España e Inglaterra. Desde el siglo XV un hecho se ha impuesto sin que sea motivo de disputa. Los seres humanos nacen en el seno de una nación y ella les proporciona su primer patrimonio. La libertad, ínsita en la naturaleza humana, permite efectuar en ciertos casos minoritarios un cambio de nacionalidad; pero aun en estos casos, el cambio evita que tal patrimonio pueda perderse. Podríamos decir que la nacionalidad, adquirida al margen de la voluntad propia por el hecho mismo del nacimiento, reclama a posteriori una aceptación que no es absolutamente pasiva. Se establece, de inmediato, una jerarquía de valores que conforman la personalidad humana. Se nace en una determinada localidad, que pertenece a una comarca, ésta a su vez a una región y, finalmente, a una determinada comunidad política. Esa jerarquía va enriqueciendo matices, pero sólo cuando se halla completa encuentra cierto grado de plenitud. Supongamos un caso típico de alguien que haya nacido en una aldea de tierras de Zamora: una serie de círculos concéntricos, la aldea natal, la comarca zamorana, la tierra de Castilla y finalmente España. Esto obliga a pensar en un futuro que no está, verdaderamente, lejano. Pues para que Europa pueda unirse formando una gran nación, es necesario que se alcance a través de ella el grado de maduración, ese círculo más amplio al que correspondería llamar «europeidad». Los hombres del siglo XV estuvieron muy cerca de lograrlo ya que entendían que las cinco naciones eran únicamente partes integradas en un gran conjunto armónico y de unidad, que era la Cristiandad. Hoy eso no existe y, por consiguiente, resulta sumamente difícil

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