“La imagen de la mujer. Transformación germánica hacia el mundo medieval”.

Universidad de Santiago de Chile[pic 1]

Facultad de Humanidades

Departamento de Historia

Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales

“La imagen de la mujer. Transformación germánica hacia el mundo medieval”

Estudiante: Joel Maluenda Rubio
RUT: 19.588.121-9

En efecto, en una sociedad predominantemente cristiana, la mujer medieval era identificada en la vida cotidiana, y en la mayor parte de los documentos de la época, con la siguiente imagen: hija del padre, mujer de su esposo, viuda del marido, o madre del hijo, y por tanto relacionada irremediablemente a los espacios privados, encargada de la familia y de su reproducción cualquiera que fuese su status social, o en todo caso, de preferencia, recluida dentro de ámbitos cerrados dedicada a la oración.^[1] 

Según la cita anterior no es difícil imaginar la posición de la Mujer dentro de la sociedad medieval. Debemos ser claros en profundizar esta visión para hacer visible las relaciones que fueron marcando las formas en la que las mujeres se relacionaban con los otros actores sociales. En un primer momento es necesaria la crítica a la religión cristiana que, bajo sus enseñanzas y códigos morales, fue configurando a la mujer como un actor secundario más allá del poder efectivo que estas poseían. También hay que destacar las diferencias entre las primeras imágenes de la mujer, en la cultura occidental visigoda o romana. Es menester hacer énfasis en que la mujer más allá de ser la imagen sumisa de la enseñanza cristiana, en los planos materiales productivos era equivalente al hombre, pero que a su vez existían distintas expresiones del poder femenino entre los diferentes estamentos sociales. Según esto es necesario recordar y hacer visibles elementos que van más allá de la cultura patriarcal que aún insiste en la inferioridad de la mujer. Por tanto, la meta de este ensayo es recrear el visón de la mujer y como se fue configurando su imagen en el periodo medieval.

En un primer momento Le Goff (1999) cataloga a la mujer – en términos medievales- en una posición inferior al hombre y que esta se encontraba disminuida constantemente por ellos. Porque -según el autor- la sociedad se concebía de manera viril y militarizada. En este sentido los principales argumentos que se usaban para generar esta visión estaban relacionados a la capacidad de las mujeres de ser embarazadas. Esto se presenta como una nula capacidad de la mujer de aportar en aspectos bélicos, ya que constantemente se sentía una inseguridad respecto al cómo se entendía la vida. En un primer momento esto resulta bastante contradictorio, simplemente porque si se sentían constantemente amenazados por entes externos, debían concebir que la forma de supervivencia de la sociedad se consigue solamente a través de la reproducción, de la que la mujer era el elemento central. Ahora bien, el cristianismo, jugó un rol fundamental al crear una imagen de la mujer subordinada al hombre. Se debe entender esta visión reduccionista de la mujer, ya que la imagen eclesiástica se fundamentaba en la creación y en la causal pecaminosa de la mujer, es decir ella debía cargar el estigma del origen del pecado y también la idea de haber sido creadas a partir del hombre- que fue la imagen de Dios- en cambio ellas la imagen del hombre^[2]. Más allá de ser el elemento de cohesión medieval, la religión excluyó a la mujer del empoderamiento de sí mismas como mujeres, sino que las destinó a ser hijas, esposas, etc. siempre al lado del hombre, fortaleciendo los cimientos de la cultura patriarcal, que incluso hoy perdura. Hay que hacer énfasis en destacar que la mujer resistió al cristianismo y el cómo este las catalogaba. Muchas mujeres se acercaron a los movimientos herejes en forma de protesta al lugar en la sociedad, al que la religión cristiana las destinaba. La agrupación en estas sectas herejes, el control de las practicas reproductivas, la libertad sexual, entre otros elementos se podrían concebir como formas de resistir las imposiciones eclesiásticas. También es necesario mencionar que las principales víctimas de “juicios por herejía” eran mujeres a las cuales se les atribuían actividades de brujería^[3].

En aspectos económicos, es fundamental hacer eco del que la mujer campesina era una productora equivalente al hombre, por ende, su rol en el sustento económico de la familia era de gran importancia más allá de que el reconocimiento que recibía por este trabajo nunca se igualo al del hombre. Esto era en las clases bajas, si bien en las clases más nobles el rol de la mujer era diferente igual se mantenía en una posición de trabajo poco reconocido. Se evidencia que la mujer noble más allá de ser mantenida era igualmente destinada a posición inferior que el hombre. Las nobles eran consideras las que debían tejer y mantener la provisión de telas lujosas para otras mujeres nobles, en palabras de Le Goff, son las obreras textiles del estamento señorial.^[4] Incluso siguiendo esta línea es necesario hacer mención de que los cantos de la época con relación a las mujeres, eran denominados tradicionalmente como “canción de tela”^[5].

Las mujeres también recibieron una imagen desde la imposición jurídica. El Derecho romano, las concebía como una especie de menores de edad subordinadas al hombre (Padre, hermano, esposo, etc.), por ende, ellas se veían limitadas en la capacidad de presentarse frente a la ley^[6].

Al acercarnos a las mujeres en tiempos de las Cruzadas es necesario comprender que su situación no cambiaba para bien. Se entiende desde la cultura popular (bastante mitificada) que la situación de la mujer debió mejorar en este periodo, ya que al hacer falta los hombres que se encontraban viajando y peleando guerras para recuperar los lugares santos, las mujeres debían haber conseguido una mejora social por el acceso a mayores derechos y un poder para auto determinarse. Según Le Goff, esto no sucedió así sino que por el contrario empeoró su situación respecto a los bienes de pareja y sus derechos sobre estos^[7].

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