La nueva Relación entre mexico y estados unidos
Enviado por rogelio170187 • 3 de Octubre de 2015 • Trabajo • 2.910 Palabras (12 Páginas) • 161 Visitas
LA RELACIÓN ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS
Introducción
La relación bilateral que sostienen México y Estados Unidos es compleja en sí, dada la condición que ambas naciones tienen: Estados Unidos como súper potencia; México, por su parte, como país en una etapa de pleno desarrollo en todos los ámbitos. Para la sociedad mexicana en general, no es un secreto la enorme influencia que tiene Estados Unidos no sólo en México, sino en prácticamente todo el mundo; desde la implantación de su idiosincrasia hasta el control que mantienen sobre las economías incluso más allá de la región norte-occidente del continente.
El presente ensayo pretende dar una visión en síntesis de una serie de acontecimientos que han marcado la pauta en cuestión de política exterior entre ambas naciones.
LA LLAMADA “RELACIÓN ESPECIAL ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS”
La relación entre México y Estados Unidos no puede ser descrita en términos sucintos, tomando en cuenta la enorme asimetría de poder entre México y su vecino del norte, cuya influencia queda de manifiesto en diferentes rubros. No obstante, dentro del contexto de la relación bilateral entre ambas naciones, resultan prioritarios, no solo para México, sino también para Estados Unidos, los temas de cooperación en materia de política exterior, economía y seguridad. Estados Unidos ha implementado, prácticamente desde su fundación y hasta nuestros días, políticas acomodaticias, obligando a México a alinearse con sus intereses. Además, cada vez que México ha llegado a disentir, se he ejercido cierta presión por parte del gobierno de la potencia. Sin embargo, esta presión podría decirse, ha sido hasta cierto punto moderada, ya que una presión excesiva podría resultar contraproducente. Los gobernantes norteamericanos lo saben, y por ende, se ha privilegiado el fortalecimiento de la estrategia de cooperación entre los dos países.
México no sólo comparte tres mil kilómetros de frontera con Estados Unidos, también, de cierta manera, la responsabilidad de la estabilidad en dicha frontera, que resulta preponderante para una de las áreas de mayor importancia para Estados Unidos, que es la seguridad nacional, ya que implícitamente, si México no logra mantener la estabilidad económica, política y social en esta frontera, Estados Unidos no será capaza de lograrlo de manera unilateral.
El grado de cooperación entre ambas naciones no ha estado exento de altibajos, ya que México se ha mantenido en pugna por mantener su soberanía ante el poder hegemónico estadounidense. Prueba de ello y hablando históricamente, desde la implementación de la llamada “Política del Buen Vecino” por parte de Roosevelt, en la que se abandona la habitual tendencia intervencionista hacia los asuntos de otros estados por parte del gobierno de los Estados Unidos, hubo cierta inconformidades de parte de algunos ciudadanos norteamericanos a raíz de la puesta en marcha por Cárdenas de las políticas de expropiación petrolera en contra de las propiedades de estos ciudadanos que habitaban en México. Tales resoluciones provocaron cierta presión sobre el gobierno mexicano, y aunque nunca fueron excesivas, dichas controversias quedaron relegadas a un segundo plano tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en la que México jugaría un papel determinante para los esfuerzos bélicos de la potencia norteamericana al proveerle de materias primas y reforzando la seguridad de la frontera sur de Estados Unidos.
LA “AMENZA COMUNISTA” DE GUATEMALA Y CUBA
Los mecanismos de cooperación bilateral entre México y Estados Unidos tienen, entre otras premisas, subsanar las fricciones derivadas a raíz de la implementación de políticas que, hasta cierto punto, pueden llegar a ser divergentes desde la perspectiva estadounidense de la defensa de sus intereses. Al iniciar la guerra fría, parte de estos mecanismos se pusieron a prueba, al quedar México en una especie de papel de “mediador” entre los países de América Latina que optaron por un gobierno izquierdista y los Estados Unidos, toda vez que la potencia consideraba que algunos de estos países, como Guatemala y Cuba, habían adoptado una forma de gobierno comunista y arriesgaban la seguridad regional.
Considerando el antagonismo entre la extinta Unión Soviética y los Estados Unidos en base a su ideología e instauración de sus respectivos sistemas económicos y políticos, (comunismo y capitalismo) ambas potencias tenían claro que no desaprovecharían la oportunidad de mantener su injerencia en países en vías de desarrollo. Como consecuencia, y para mantener su hegemonía en occidente, el gobierno de los Estados Unidos desarrolló proyectos para evitar la intervención del comunismo en la región.
Ahora bien, en el caso de Cuba, la principal preocupación fue la provisión de armamento soviético en la isla. Como resultado de estos hechos existió cierta preocupación dentro del gobierno de Estados Unidos con respecto a la postura que México adoptaría, ya que antes de que se realizara la VIII Reunión de Consulta de Ministros de la OEA México había votado en contra de que se llevara a cabo dicha reunión, argumentando que la convocatoria de Colombia para que ésta se efectuara estaba basada en cuestiones hipotéticas, esto era, la intervención de una potencia extra continental y no como un hecho que de verdad estuviera ocurriendo. Al final México se limitaría a mantener el apoyo a los Estados Unidos sin participar abiertamente en cuestiones bélicas.
PLANES DE DESARROLLO Y EL GRUPO CONTADORA
A partir del sexenio de López Portillo los lineamientos de la política exterior mexicana se enfocarían en el fortalecimiento de las relaciones multilaterales con países del tercer mundo y el resto de América Latina, tomando como eje la premisa del derecho al desarrollo y así reducir la dependencia hacia Estados Unidos, de tal manera que México pasara de ser espectador a protagonista en el cambiante escenario económico y político mundial. Una de las propuestas que se plantearon para conseguir tal objetivo fue la elaboración de la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, la cual no fue bien recibida por las potencias industriales. Otra propuesta que se puso en marcha fue la creación del sistema Económico Latinoamericano (SELA) cuyo propósito era establecer condiciones igualitarias respecto al precio de las materias primas, importación de bienes de capital y tecnología, además de tratar de ampliar los vínculos con naciones del Tercer Mundo y en vías de desarrollo. No obstante estas medidas, no se lograría el objetivo de reducir la dependencia hacia Estados Unidos.
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