Las Ciencias Sociales En La Escuela
Enviado por Lasofia • 19 de Junio de 2013 • 2.075 Palabras (9 Páginas) • 544 Visitas
Ciencias sociales en la escuela (I. Siede)
Historia Argentina elemental. Este libro de lectura cumplió un papel en la construcción de la memoria nacional de la Argentina a principios del siglo XX. El autor Stalleng, cuenta la historia patria como solía estar presente: el despliegue de la lucha contra un gobierno despótico, la metrópoli española y el establecimiento de una nación libre a partir de la revolución de mayo.
La escuela debía argentinizar a los pequeños que hablaban diversas lenguas. Los dirigentes del país de principios del siglo XX, agregaron a la aspiración de civilizar, el propósito de erradicar otras lenguas y culturas. En este marco, una enseñanza obligatoria de la Historia asumiría la tarea de comunicar el amor a la patria por medio de una representación del pasado. Las elites dirigentes propusieron entonces inculcar a esta Argentina de diversidad cultural, su idea de nación como crisol de razas.
A la escuela se le asignó el imperativo de trabajar la identidad nacional, de crear nuevos argentinos, y fue la imagen de la Libertad la que introdujo a los niños en ese mundo, con un relato histórico al que acompaña. Esta imagen de Libertad, se trata de una figura angelical, rodeada de cintas celestes y blancas. Se consideraba que los conocimientos transmitidos de un modo verbal o libresco eran superficiales porque no llegaban a la conciencia de un modo natural. Para estimular la atención del niño, eran fundamentales los objetos o las láminas en el aula. El empleo de la imagen, constituye hoy uno de los elementos más esenciales, juzgada por los pedagogos como el alma de la enseñanza de las ciencias morales en las primeras edades de la vida. Las imágenes se orientaban a la formación del alma de los pequeños alumnos, les indicaba cómo conducirse para llegar a formar parte del cuerpo político de ciudadanos.
Una galería de imágenes contribuía a que los niños de diversas procedencias reconocieran esta historia nacional como propia y olvidaran otras. La enseñanza de la historia tuvo como tarea principal, unificar el relato sobre el pasado histórico, con la necesidad de saldar un pasado reciente atravesado por múltiples conflictos, entre quienes a partir de la conformación de los Estados serian considerados ciudadanos hermanos e hijos de la patria. En segundo lugar se planteaba la cuestión de la incorporación de inmigrantes en el que todos eran bienvenidos y podían progresar en la sociedad y en la cultura.
La escuela hizo de los rituales y de los contenidos de historia algo fundamental para la formación nacional. Desde entonces los materiales educativos incluyeron poemas y versos para los actos escolares, efemérides, liturgias y símbolos. Simplemente se orientaba a la búsqueda de un pasado que legitimase la constitución de un pasado nacional. Al mismo tiempo el Estado Nacional, mantenía un criterio de jerarquización social que preservaba la superioridad blanca frente a indígenas y negros.
Para Carlos Monsiváis, la versión escolar de la historia todavía es uno de los ecos más fuertes del melodrama latinoamericano. Héroes y tragedias conjugan la historia nacional con los dramas personales: “Si al país le ha ido como le ha ido ¿por qué a mí no? La historia escolar ha venido conjugando algunas de sus cualidades, no solo con la literatura, sino con ciertas lógicas predominantes de los medios audiovisuales, con efectos en los modos de entramar la vida y de modular la esperanza. También es mucho el dolor que expresan las jóvenes generaciones, y en especial los sectores populares a través de su cultura, a partir de su experiencia cotidiana de la arbitrariedad del poder, con la dirigencia política. La construcción de la ciudadanía en nuestros países estuvo siempre ligada a la construcción de la democracia. Por ello transitó por caminos conflictivos.
Puede sostenerse, en este marco, el mito de la decadencia reemplazó al mito del crecimiento, y este proceso fue visible también en la escuela primaria. Por un lado los argentinos siempre tuvimos determinados vicios (especuladores, autoritarios); por otro lado desaprovechamos determinadas oportunidades históricas (primer peronismo), y finalmente oscilamos entre opuestos pero no logramos una síntesis que supere ambas situaciones (Seman y Mereson). Estos autores plantean la necesidad de desnaturalizar la idea de mal asociado a la argentinidad, pero también reconocen que el mito de la decadencia es un modo de existencia hoy. La Argentina vive uno de los momentos más pesimistas de su historia, partiendo del reconocimiento de su declive.
Examinar lo que hoy somos, es un trabajo que por momentos anima, pero en otro incomoda. Sin embargo no se deja de intentarlo a la hora de disponerse a construir un nosotros más plural, inclusivo y democrático. Si entendemos que la tarea docente es dar a nuestros alumnos clases que les permitan interpretar el mundo, es necesario ofrecérselas. Surge el planteo de la necesidad y las ganas de creer en algo.
En los últimos años, ha crecido el consenso acerca de la importancia de enseñar derechos humanos y valores éticos y sociales. Sin embargo, la adopción de valores y reglas democráticas se asume más como una retorica legitimadora que como una cultura pedagógica que piensa en la escuela como una esfera pública. La escuela tendrá eficacia si se convierte en ámbitos de discusión, de modo de responder a algunas preguntas auténticas de nuestros alumnos, permitiendo enmarcar sus historias familiares, así como interrogar las noticias de los medios de comunicación.
La incorporación de indígenas y afrodescendientes fue legitimada en términos culturales y tuvo efectos en la composición clasista de la sociedad argentina, con consecuencias en la posibilidad de estos grupos de gozar de ciertos derechos. La política fue una herramienta que permitió forjar una historia y un porvenir compartidos, aunque las luchas y los logros no implicaron lo mismo para todos. La reflexión en nuestra identidad nacional, apunta a pensar en un nosotros que admita distintas voces en su interior.
Por esto, se sigue pensando en una educación histórica que permita enriquecer la formación de jóvenes, enfrentando la violencia discursiva de la nación que excluye a indígenas y a negros, permitiendo a los argentinos de toda clase, etnias y regiones ubicar sus experiencias cotidianas en una trama compartida de penas y logros. En fin, una historia escolar que intenta desprenderse del mito escolar del progreso social asociado al
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