Las Grandes Divisiones

“LAS GRANDES DIVISIONES”

(EL PASADO INDIGENA)

Según José Luis Lorenzo y de acuerdo a las evidencias arqueológicas las primeras sociedades de recolectores y cazadores habitaron América hace 35 mil años. Este largo periodo que antecede a las sociedades agrícolas es llamado Etapa Lítica y está dividida en dos horizontes: el arqueolítico (33 mil a 12 mil a.C) y el cenolítico (12 mil a 5 mil a.C). La diferencia entre estas dos etapas está marcada por un cambio cualitativo referente a innovaciones en el uso y fabricación de las herramientas para obtener alimento, ya sea por medio de la caza o a través de la molienda de semillas. El cenolítico a su vez está dividido en dos fases llamadas: inferior (12 mil a 7 mil a.C) y superior (7 mil a 5 mil a.C.). En el cenolítico inferior se fabricaban sobre todo puntas de proyectil y en el cenolítico superior se fabricaban herramientas más diversas y con un tratamiento más fino para conseguir mayor filo; en esta fase es donde aparecen las hachas y las piedras de molienda ya mencionadas. Existen pocos estudios y en consecuencia poca evidencia de estos periodos por lo que se han planteado para su estudio diversas analogías de estas sociedades con algunas otras que hace menos de un siglo todavía vivían como cazadores-recolectores en alguna parte del planeta. A partir de estas cuidadosas comparaciones, los estudiosos plantean que las sociedades cazadoras-recolectoras eran igualitarias y vivían en andas compuestas por aproximadamente 100 miembros en donde las diferencias y las actividades se daban en relación a la edad y el sexo. Se trasladaban según las estaciones del año buscando los territorios más amigables y siguiendo rutas ya establecidas que les aseguraban comida y refugio.

La transición de estas sociedades hacia las agrícolas sedentarias fue un proceso muy lento que duró aproximadamente 2 mil 500 años y que cuyo desarrollo es llamado periodo protoneolítico. Son muchas las preguntas acerca de por qué el hombre se volvió sedentario, los autores señalan que no fue el cultivo la razón fundamental –aunque a primera vista así lo parece- por la que el hombre se sedentarizó. Se plantean estas dudas pues por un lado la vida de los cazadores-recolectores no era tan dura como se puede imaginar, pues dedicaban pocas horas a la búsqueda de alimentos y su dieta era más rica, balanceada y variada y por el otro se tiene conocimiento de que existieron varias bandas que encontrándose en ecosistemas ricos en recursos experimentaban ya el sedentarismo, entonces ¿qué es realmente lo que lleva al hombre a tomar esta nueva forma de vida? Aunque existen varias hipótesis relacionadas con el crecimiento demográfico, causas ambientales y sociales e incluso cambios genéticos en las plantas debido a la incipiente manipulación de éstas por parte del hombre no hay una respuesta clara que dilucide este proceso de cambio. Lo que sí resulta evidente es que el cultivo y la domesticación de las plantas va siendo cada vez más importante y va desplazando el consumo de las plantas silvestres. Se sabe que en diferentes regiones la domesticación de ciertas especies de plantas se originó de manera independiente y que luego se fueron difundiendo por toda el área del México antiguo.

Los autores plantean como los procesos de domesticación tanto de plantas como de animales fueron los que poco a poco cambiaron la visión del mundo del hombre del protoneolítico y como en consecuencia sus sociedades se volvieron más complejas, surgieron las deidades de la tierra y del agua y se inventó la cerámica. Estos son los antecedentes de las sociedades mesoaméricanas y es por ello que se habla de la agricultura no solo como una técnica sino como una nueva forma de vida. Cuando se establece una técnica más refinada de la agricultura es cuando se puede comenzar a hablar se ciertas diferencias en las formas de vida y en su ubicación territorial, es

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