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Las Traiciones De Juarez


Enviado por   •  17 de Junio de 2012  •  2.622 Palabras (11 Páginas)  •  1.628 Visitas

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“ABRUPTA INTERVENCIÓN MILITAR YANQUI FUE DECISIVA PARA QUE LOS LIBERALES GANARAN LA GUERRA DE REFORMA. ATENTADO EN LA BAHÍA DE ANTÓN LIZARDO EN MARZO DE 1860. HASTA ENTONCES LA CONTIENDA HABÍA SIDO SÓLO GUERRA CIVIL ENTRE MEXICANOS. BUQUES MEXICANOS CAÑONEADOS Y APREHENDIDOS EN AGUAS MEXICANAS POR NAVES YANQUIS LA BANDERA DE LAS BARRAS Y LAS ESTRELLAS, REGALO PARA JUÁREZ”

La pretendida idea heroica y gloriosa que ha existido, y que aún hoy existe sobre el dirigente mexicano Benito Juárez, idea que la Historia oficial de México nos ha vendido e inculcado con gran esmero desde hace más de un siglo, es a mi parecer algo vaga.

Parece mentira que aún con tanto material, fuentes e investigaciones serias disponibles, el pueblo mexicano continúe considerando a Benito Juárez como un “héroe”, y no sólo un héroe, sino el más grande héroe que ha tenido México.

Existe una verdadera ansiedad entre algunos por conocer muchos de los tratados que Juárez firmo con el extranjero, especialmente con Estados Unidos, y en los cuales se comprometía el patrimonio nacional, incluyendo extensos territorios de nuestra patria. Solo que estos individuos con ansias de explorar la historia muchas veces se ven truncadas por la falta de documentación selecta para este tipo de historia y es así lo que me ha pasado con este héroe de la patria. Y aun cuando he declarado abiertamente mi antipatía natural hacia este protagonista hoy me he descubierto como un simple “juarista de mala fe” ya que no puedo evitar transitar en una sociedad con un arraigo extraño hacia este personaje, y que por lo tanto influye en mi pensamiento de una manera u otra.

La figura pomposa que conocemos de Juárez constituye una creencia oficial contenida en toneladas de publicaciones de teología juarista, cargadas y recargadas por falsedades generalmente escritas por hombres del pasado y del presente de cierta moral reconocida.

Con tantas cosas que se han dicho de Benito Juárez es difícil creer que pueda haber alrededor suyo una densa niebla de falsedad. Comenzando con ese supuesto intelecto superior que se le atribuye, cuestión que se pone en duda con las palabras de Zerecero, citadas por justo sierra, Juárez era un mediocre intelectual y culturalmente. Como político nunca fue un gran orador e incluso escribía con dificultad.

Para continuar, a Juárez se le exalta con por ser el autor de Las Leyes de Reforma, escrito que ni él ni los juaristas pudieron realizar completamente, los principios en los que se basan las leyes de reforma le fueron dadas a Valentín Gómez Farías para ser aplicadas en México en la junta anfictiónica de Nueva Orleans, una logia masónica, desde 1835. A Juárez solo por designio de la casualidad le toco aplicar esos principios.

Y ahora se le vanagloria a Juárez por su asombroso apego a la legalidad. ¿A cual legalidad?, permaneció 15 años en el poder sin que ni una sola vez fuera elegido por la nación y pasando sobre la legalidad de la constitución que supuestamente defendía y que claramente establecía cuatro años para el poder ejecutivo. Para seguir con las agresiones a la misma constitución el presidente Juárez salía del país a diferentes destinos sin la previa autorización del congreso que dictaba la constitución.

A Juárez se le atribuye un gran valor y serenidad ante las malas circunstancias, y don Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, tan masón como Benito, expone el temerario valor del presidente: “Alegraos, naciones extranjeras: cuando abandonéis los campos de batalla, levantamos frente a vuestros reyes y caudillos al mas despreciable de nuestros personajes, como un insulto. Lo fuimos a buscar al confín de la nación, donde se había ocultado, en cuclillas, palpitante bajo los pliegues de una bandera extraña, mientras los buenos mexicanos median sus armas con el invasor….”

Y así un vasto repertorio de falsedades y traiciones por el héroe de la patria. Sin embargo, me causa más ruido, en particular, aquella soberana felonía al territorio mexicano de 1859.

Benito y su política con Estados Unidos siempre estuvieron rodeados por cortinas de humo profundamente antinacionales y el tratado de McLane-Ocampo es una de los más grandes y evidentes acuses contra este personaje.

Así las cosas con este tratado, tras once meses de intensas negociaciones, el 14 de diciembre de 1859 se firmó por Milligan McLane y Melchor Ocampo en la ciudad de Veracruz, el Tratado de tránsitos y Comercio entre los Estados Unidos y México. Éste consta de once artículos más dos convencionales. Y en resumen son:

Primero. Por vía de ampliación del artículo octavo del tratado del 30 de diciembre de 1853 (La Mesilla), cede la República Mexicana a los Estados Unidos y sus conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar, o por cualquier camino que actualmente exista o existiese en lo sucesivo.

Segundo. Convienen ambas repúblicas en proteger todas las rutas existentes hoy o que existieren en lo sucesivo al través de dicho istmo, y en garantizar la neutralidad del mismo.

Tercero. Al usarse por primera vez la vía, el gobierno de México no impondrá derechos a efectos o mercancías y que no estén destinados a venderse en el país. Tampoco se impondrán a los extranjeros y sus propiedades que pasen, contribuciones mayores a las que se impongan a las personas y bienes mexicanos, siempre y cuando las valijas pasen cerradas y no hayan de distribuirse en el país.

Cuarto. México construirá almacenes en los dos puntos Este y Oeste para el guardado de las mercancías, pudiéndose retirar posteriormente para el paso de la misma, pudiendo vender y consumir dichos productos dentro la República Mexicana, previo pago de derechos.

Quinto. Conviene México que si en algún tiempo se hiciese necesario el empleo de fuerzas militares para la seguridad y protección de las personas y bienes que pasen por dichas rutas, empleará la fuerza necesaria para tal efecto; pero si en cualquier causa dejase de hacerlo, el gobierno de los Estados Unidos, con el consentimiento, o a petición de México, o de su ministro en Washington, o de las competentes autoridades locales, civiles o militares, podrá emplear tal fuerza con este y no con otro objetivo, retirándose cuando a opinión del gobierno mexicano cese la necesidad. Sin embargo, en caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida y propiedades de los ciudadanos de los Estados Unidos, quedan autorizadas las fuerzas de dicha República para obrar en la protección sin previo consentimiento, retirándose cuando cese la necesidad de su empleo.

Sexto. México concede el siempre tránsito de tropas, abastos militares y

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