Las causas de la anarquía 20 en la ciudad autónoma de Buenos Aires
Enviado por mato123456789 • 12 de Junio de 2014 • Trabajo • 1.480 Palabras (6 Páginas) • 405 Visitas
3.- Explique por qué se produjo la anarquía del 20 en Buenos Aires.´
Los directoriales no se resignaron a perder el poder en buenos Aires e iniciaron la oposición al gobierno de Sarratea que dispuso el juicio a los miembros de la administración directorial y la entrega de armas a Ramirez.
Realizadas las elecciones para miembros de la Junta de Representantes, los directoriales se impusieron y eligieron a Idelfonso Ramos Mejía como gobernador, pero no pudo imponer su autoridad: la anarquía caracterizó los primeros tiempos de la provincia de Buenos Aires.
Estanislao Soler con el apoyo de las fuerzas de la campaña se hizo nombrar gobernador por el Cabildo de Luján y exigió el reconocimiento de la Junta de Representantes. El 20 de junio, Ramos Mejía renunció; la Junta le ordenó entregar el bastón de mando al Cabildo y este se disolvió. El llamado día de los tres gobernadores, fue en realidad uno de los tres días en que Buenos Aires careció de autoridad. La ciudad vivió momentos de pánico y las actividades económicas se paralizaron. Mientras tanto Lopez invadió la provincia, la Junta de Representantes debió reunirse y confirmó a Soler en el cargo el 23 de junio, pero días después fue derrotado por las tropas santafesinas, que hicieron nombrar gobernador a Alvear en el cabildo de Luján.
Los porteños dejaron de lado sus diferencias para terminar con la invasión de Lopez, nombraron gobernador a Manuel Dorrego, que con el apoyo de las milicias rurales de Martín Rodriguez y Juan Manuel de Rosas, derrotó a las fuerzas de Alvear en San Nicolás y a Lopez en Pavón; este debió regresar a su provincia.
Rodriguez y Rosas se mostraron partidarios de iniciar negociaciones de paz con Lopez, pero Dorrego decidió invadir Santa Fe, siendo derrotado en Gamonal.
4.- Caracteriza la figura del caudillo y explica su importancia política y militar. Establece dos ejemplos en forma completa.
Los caudillos fueron los conductores de las masas populares de las provincias. Ajenos, en general, a todas las sutilezas que suponía el ejercicio del poder dentro de la concepción de los grupos ilustrados, poseían algunos caracteres que evidenciaban su inequívoca aptitud para polarizar las simpatías y excitar la admiración. Por eso fueron jefes populares, que si llegaban al poder por la violencia y no poseían título jurídico para ejercerlo, tenían en cambio una tácita adhesión de ciertos núcleos que los respaldaban y los sostenían.
El secreto de esa adhesión residía en la afinidad entre el caudillo y las masas populares. El caudillo pertenecía casi siempre a esa misma capa social; participaba del mismo tipo de vida, y rechazaba con la misma aversión las formas evolucionadas de convivencia que se le quisieron imponer; y en el seno de esa masa se individualizaba, generalmente, por cierta excelencia en el ejercicio de las mismas virtudes que ella admiraba: era el más valiente, el más audaz, el más diestro. Esas cualidades no valían por sí, sino agregadas a ciertas dotes naturales del mando. El caudillo no recibía su consagración como jefe por ningún acto expreso de carácter jurídico, o mejor dicho, poseía la autoridad de tal, al margen de los actos jurídicos a que pudiera apelar para legitimar su autoridad d hecho: las elecciones o plebiscito. Lo fundamental era la obediencia que había conquistado por sí, la que le prestaban por el reconocimiento de su innata calidad de jefe.
Lo que originaba eta fidelidad era la convicción, fundada o no, de que el caudillo defendía los intereses de la colectividad regional. Habían levantado la bandera de la autonomía contra e predominio de Buenos Aires, y la bandera de las tradiciones vernáculas contra las ideas renovadoras de los grupos ilustrados. Los caudillos se apoyaron en la masa y consiguieron su adhesión exacerbando el sentimiento de clase.
Este apoyo no era sólo adhesión moral y tácita aprobación de su política. Las masas populares proporcionaron a los caudillos la fuerza material, las tropas irregulares que llamaron “montoneras”, gracias a las cuales su poder se consolidó. En casi todos los casos, representaron una reacción antiliberal, manifestada, sobre todo, en el desprecio por las formas racionales de le delegación del poder.
Caudillos de este tipo, fueron los que organizaron las provincias después de la disgregación del Estado nacional en 1820.
Algunos, como por ejemplo Estanislao López en Santa Fe, habían otorgado graciosamente a sus provincias una constitución liberal, pero la mayoría mantuvieron su poder de hecho y sus facultades omnímodas.
A continuación citamos dos ejemplos,
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