Liberalismo
Enviado por ulon • 10 de Julio de 2015 • 2.261 Palabras (10 Páginas) • 202 Visitas
En la historia hispanoamericana del siglo XIX se distinguen, con mayores o menores diferencias locales, cuatro momentos importantes: las guerras de independencia (1810-1825), las guerras civiles (1825-1850), el surgimiento del orden liberal (1850-1880) y su apogeo (1880-1914).
Las guerras de independencia dejaron, junto con la ruptura de las estructuras coloniales, transformaciones profundas de los sistemas mercantiles y una militarización que obligó al poder a compartirlo con grupos que hasta ese momento habían sido ajenos a él. Criollos, mulatos, mestizos, gauchos, negros y llaneros, indios y blancos de la clase baja urbana se mezclaron en los ejércitos de la independencia. En el período postrevolucionario encontraron expresión tensiones económicas, raciales y regionales que habían sido reprimidas durante más de dos siglos bajo el rígido sistema de clases y castas de la colonia española.
Para las élites portuarias exportadoras de la post-independencia, empobrecidas por la sangría económica que habían significado el pago de la guerra y la manutención de los ejércitos, la tarea urgente era normalizar la vida política para restaurar la estructura productiva de la que dependía el desarrollo económico. Pero al abrirse Hispanoamérica al sistema mercantil de libre cambio, estas élites representaban intereses que, al competir entre sí en los nuevos mercados, hacían más difíciles las organizaciones nacionales y mucho más la unidad continental que reclamaba Bolívar en el Congreso de Panamá de 1826.
A esta competencia internacional se sumaba la competencia entre las élites urbanas y portuarias y las élites rurales. Empobrecidas por los gastos de guerra, las clases urbanas se vieron obligadas a compartir el poder económico con las élites rurales, que proveían los soldados para los ejércitos. Al mismo tiempo que adquirieron más poder, los grupos y clases regionales y rurales defendían su espacio comercial invadido o amenazado por la gran cantidad de productos extranjeros con los que las industrias y artesanías locales no podían competir. Esas importaciones enriquecían a las burguesías portuarias vinculadas al comercio internacional. En esta lucha entre miembros diferentes de una misma clase, las élites rurales tendían a asociarse con el tradicionalismo del partido conservador, mientras que las élites urbanas y portuarias apoyaban el librecambismo internacional de los liberales. El enfrentamiento entre conservadores--a veces monárquicos, federales, rojos o federalistas--y liberales, unitarios, blancos o centralistas se repitió a lo largo del continente en guerras civiles desde México a la Argentina.
La tendencia de los militares surgidos de la independencia a imponer su autoridad, con violencia si era necesario, creó un estado de anarquía en el que los caudillos y líderes militares de distintas regiones asumían arbitrariamente el poder. Estos líderes frecuentemente le dieron organización a sus regiones. José Páez unificó la república de Venezuela y fue su presidente. El general Andrés de Santa Cruz, oficial de Bolívar, proclamó la Federación Peruano-Boliviana. Francisco Morazán gobernó la República Federal de Centroamérica. Antonio de Santa Anna se hizo presidente de México, Fructuoso Rivera y Manuel Oribe fueron presidentes de Uruguay y Juan Manuel de Rosas impuso su poder en la Argentina desde la gobernación de Buenos Aires. Pero estos caudillos o caciques liberales o conservadores, federales o unitarios que usaban a las clases bajas, a los criollos, indios, mestizos, negros y mulatos que pelearon en las guerras de independencia, no compartieron el poder con las clases bajas. Los conservadores trataron de comenzar el período independiente con los menos cambios posibles; frecuentemente se oponían a la derogación de leyes como la del mayorazgo (la herencia total de la propiedad por el primogénito), a la eliminación del tributo indígena o a la abolición de la esclavitud. Los liberales por su lado buscaban derogar esas leyes, ofreciendo a las clases bajas lo que para los conservadores eran peligrosas expectativas de cambio social. En realidad buscaban crear grandes mercados de mano de obra libre y barata en sus países. La iglesia era la piedra de choque entre los dos grupos. Los liberales, mayormente laicos, proponían la liberación de las grandes propiedades eclesiásticas y de las tierras indígenas. Según ellos la oferta de la tierra debía crear una nueva clase media de pequeños propietarios rurales. En la práctica, como en la España de la Desamortización de mediados de siglo, esto nunca se hizo realidad. Las historias de México, Argentina, Colombia, Perú y Cuba son buenos ejemplos de procesos que, con diferencias regionales, se dieron en casi toda Hispanoamérica.
México
En 1822 un congreso dividido entre monárquicos borbónicos y republicanos eligió al general Iturbide emperador constitucional; pero éste fue derrocado rápidamente por los generales Santa Anna y Victoria, quienes instauraron una república inestable. México era entonces el más extenso de los países hispanoamericanos (incluía las provincias centroamericanas) y tenía enormes problemas económicos, políticos y sociales. Entre 1821 y 1850 el país tuvo cincuenta gobiernos distintos. En 1824 se sancionó una primera Constitución liberal, pero la inestabilidad continuó después de las primeras elecciones. En 1848, México perdió una tercera parte de su territorio original en una guerra con los Estados Unidos.
Como en muchos otros países hispanoamericanos, la burguesía mexicana se dividió en dos partidos, el liberal y el conservador. Con la victoria de los liberales en 1857 se trató de consolidar una república laica y abierta al libre cambio: se implantaron garantías individuales y se expropiaron los bienes de la Iglesia. Pero los conservadores, con el apoyo de la iglesia, se levantaron en armas, y durante cuatro años liberales y conservadores lucharon en la guerra de la Reforma.
En 1861, el liberal Benito Juárez ganó la guerra y restableció la unidad nacional. Pero cuando suspendió el pago de la deuda externa provocó la intervención armada de Francia, Inglaterra y España. Los españoles se retiraron, pero los franceses, en alianza con los conservadores, implantaron en 1862 la monarquía de Maximiliano, archiduque de Austria, que servía a Francia para contrapesar la influencia de Estados Unidos en la zona. La resistencia liberal reconstruyó los ejércitos republicanos y en 1867 restauró a Juárez en el gobierno. Maximiliano fue fusilado, y su esposa Carlota pasó a la historia y a la literatura como una figura demencial y trágica. Las luchas por el poder entre los distintos grupos de la oligarquía crearon inestabilidad en el país. En 1876 el general Porfirio Díaz,
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