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Licenciada en Filosofía


Enviado por   •  12 de Mayo de 2014  •  Tesis  •  3.082 Palabras (13 Páginas)  •  278 Visitas

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1er. Congreso de Enseñanza de la Filosofía en Castilla y León.

Facultad de Filosofía. Universidad de Valladolid

LAS RELACIONES DE PODER EN EL AULA: GÉNERO Y PEDAGOGÍA

Nuria Galicia Pérez

Licenciada en Filosofía

Agente de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres

Históricamente, la didáctica y la pedagogía surgen como consecuencia de la aparición de la escuela pública y casi como una demanda de la misma: para impartir programas educativos dictaminados gubernamentalmente, hace falta un cuerpo de profesores que sepan qué y cómo enseñar a los alumnos. Mantiene, por tanto, una estrecha relación con las políticas educativas de los sectores dominantes del poder, que establece qué saberes serán sometidos y cuáles transmitidos.

Todo esto nos remite a la idea de disciplinamiento de Foucault, desde cuyos postulados se puede interpretar que la educación en las escuelas marca el significado del poder: el sujeto aprende acerca de la autoridad y la jerarquía, más que por discursos, por la construcción cotidiana de hábitos y costumbres incluidos en los dispositivos escolares (cuerpos y aulas ordenadas, el maestro controlándolo todo, tareas organizadas en tiempos fijos, etc. ). Foucault se centra en las subjetividades que se generan a partir de la relación saber-poder, producida por una determinada red de prácticas y de instituciones coactivas, entre las que cuenta la institución educativa: la escuela es una más de las instituciones cuyo objetivo es ligar al individuo al proceso de producción, formación o corrección de los productores en virtud de una determinada norma y concepto de poder.

Sin embargo, la educación, es también un ámbito de discusión, reflexión y actuación desde el que se pueden formular modos de actuación pedagógica alternativos a los tradicionales. En este sentido, surgen corrientes encaminadas a reorientar la labor docente adecuándola a los principios democráticos y a las demandas sociales actuales, reinterpretando las relaciones de saber-poder establecidas entre docente y alumnado, como intentan las ramas crítica, radical y feminista de la pedagogía de los últimos años, que aportan una visión postestructuralista a la pedagogía y permiten la inclusión y tratamiento de cuestiones antes marginadas en la educación, como es la perspectiva de género y la incorporación de la mujer como miembro de pleno derecho de la comunidad intelectual.

El objetivo principal de esta comunicación es exponer la crítica foucaultiana a los regímenes de verdad y a relaciones de saber y poder que dominan en la pedagogía clásica y poner de manifiesto alguna de las posibles alternativas a la misma.

PEDAGOGÍAS CLÁSICAS:

Entendemos que este tipo de pedagogías de corte clásico son aquellos procesos de producción del saber vinculadas al poder mediante el establecimiento de relaciones jerárquicas de dominación sobre el alumnado.

La pedagogía supone la coexistencia de prácticas docentes y de visiones sociales, puesto que son estas últimas las que determinan qué, cómo y para qué se enseña.

La aparición de la escolarización sitúa el medio académico de la pedagogía en el marco de los discursos de la regulación social: la escuela forma, pero también reprime. Muestra tanto lo que se debe como lo que no se debe hacer o saber. Establece aspectos reguladores del conocimiento mediante la imposición y el ejercicio del poder jerárquico.

Paolo Freire denuncia lo que él denomina “educación bancaria”, la propia de las pedagogías clásicas en la que:

.- El maestro “enseña” a los alumnos a ser “enseñados”.

.- El maestro lo sabe todo y los alumnos no saben nada.

.- El maestro habla y los alumnos escuchan.

.- El maestro piensa y a los alumnos se les hace pensar.

.- El maestro impone una disciplina y los alumnos son disciplinados.

.- El maestro escoge e impone su lección y los alumnos la aceptan.

.- El maestro actúa y los alumnos se hacen la ilusión de que actúan mediante la acción del maestro.

.- El maestro selecciona los contenidos del programa dentro de lo que institucionalmente se le ordena y los alumnos se adaptan a él.

.- El maestro confunde la autoridad del saber con su propia autoridad profesional que hace valer en oposición a la libertad de los alumnos.

.- El maestro es el sujeto del proceso de aprendizaje mientras que los alumnos son simples objetos.

Aparece aquí el discurso como práctica institucional y disciplinar mediante la cual se participa en la formación, funcionamiento y difusión de lo políticamente aceptado e impuesto desde las instancias de poder. Los discursos son aquello que hace posible las disciplinas y las instituciones y a partir de ellos se sostienen y redistribuyen las ideologías. El discurso académico repite estereotipos sociales estructuralistas en decadencia que encuentran discursos de oposición que no siempre encajan en los modos teóricos del estructuralismo clásico por lo que se requieren posturas postestructuralistas que permitan su explicación y práctica.

LA CRÍTICA DESDE FOUCAULT:

Los discursos reivindicativos y contrarios a la pedagogía clásica se han apoyado a veces en modificaciones de las ideas de Foucault para emplearlas como herramientas explicativas, sobre todo en la denominada la pedagogía radical.

Para Foucault, poder-saber son términos que se relacionan, que pueden ir unidos pero manteniendo sus diferencias. En la visión tradicional de la relación entre poder-saber, el poder aparece como un elemento negativo, coercitivo, restrictivo, que actúa por medio de presiones y engaños y cuyo errores son corregidos o eliminados por el saber que se opone a él. Según Foucault, poder-saber es una relación de fuerzas que no debe ser interpretada como negativa ya que el poder no se tiene, se ejerce.

Foucault se ocupa sobre todo de la manera en que las formas de gobierno ejercen el poder: si en algunos momentos de la historia el poder soberano se visibilizaba en una sola persona, actualmente se entiende que gobernar es estructurar el campo de acción de los demás a través de las “tecnologías normalizadas del yo”, del “poder disciplinado” e invisibilizado.

Las “tecnologías del yo” suponen un código de costumbres y pautas culturales propuestas, sugeridas e impuestas a los individuos de una comunidad de forma que saber y poder se implican mutuamente ya que no hay relaciones de poder sin que se establezca el correspondiente campo de saberes que lo apoyen y justifiquen, de manera

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