MAQUIAVELLO
Enviado por Jocelof • 18 de Agosto de 2013 • 3.117 Palabras (13 Páginas) • 367 Visitas
IX- EL PRINCIPADO CIVIL.
El principado civil es aquel que se conquista a base de la gracia a favor de sus compatriotas sin utilizar la violencia, depende de cierta habilidad proporcionada por la fortuna o bien del apoyo del pueblo o de los nobles, éstos cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, siendo la única autoridad y no tiene a casi nadie que no esté dispuesto a obedecer, jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo tenga por enemigo, el que llegue a príncipe de esta manera debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido.
Es mejor el principado civil que la monarquía absoluta, ya que esta dispone de magistrados que separan al pueblo del príncipe y pueden ponerse en contra de éste.
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X- CÓMO HAY QUE VALORAR LAS FUERZAS DE CADA PRINCIPADO.
Existen dos tipos de principados, el fuete, que consta de un ejército grande, y tienen mucho dinero. Y el otro principado es el débil, todo lo contrario, tiene un ejército pequeño y con poco dinero.
Un principado débil debe fortificar su ciudad, más que los demás, sin preocuparte de nada más.
Por otra parte, también deben mantener muy contentos a sus ciudadanos.
XI- DE LOS PRINCIPADOS ECLESIÁSTICOS.
Para conquistar un principado eclesiástico se necesita virtud o suerte, pero para conservarlo no es necesario, porque están regidos por antiguas instituciones eclesiásticas que han tenido tanta influencia y tanto prestigio que mantienen a sus príncipes en el poder independientemente de cuál sea su forma de proceder y vivir. Estos son los únicos principados seguros y felices.
Estos principados no necesitaban un gran ejército ni grandes fortificaciones de su principado. Estos principados eran fundados antiguamente por instituciones muy poderosas y con muchas propiedades.
XII- TIPOS DE EJÉRCITO: LOS EJÉRCITOS HEREDITARIOS.
El ejército con que un príncipe defiende su estado puede ser propio o mercenario, auxiliar o mixto. Los ejércitos mercenarios y los auxiliares son inútiles y peligrosos, si uno funda su estado sobre milicias mercenarias nunca se sentirá ni firme ni seguro, porque están desunidas, son ambiciosas y carecen de disciplina y de fidelidad hacia su señor.
La única razón que los mantiene en el campo de batalla es recibir una pequeña paga, lo que no es suficiente para morir por un príncipe.
Los capitanes de los mercenarios pueden ser hombres excelentes en el manejo de las armas, o no serlo. Si lo son, no te puedes fiar de ellos porque siempre aspirarán a su propia grandeza, bien oprimiendo al príncipe u oprimiendo a otros contra el príncipe.
El ejército debe estar a las órdenes de un príncipe o de una república. El príncipe tiene que ir en persona, y desempeñar él mismo el cargo de capitán. La república tiene que mandar uno de sus ciudadanos, y si el que manda no resulta un hombre válido, tiene que cambiarlo, y si lo es, tiene que controlarlo con las leyes, para que no sobrepase el límite.
Es seguro, que los príncipes solos y las repúblicas hacen grandes progresos, mientras que las milicias mercenarias no causan más que daños.
Por otro lado, no daban importancia a las unidades de infantería, muy poca infantería, no podían pagar los capitanes mercenarios a tantos soldados. La caballería, en cambio, la financia el príncipe. Había mucha caballería y poca infantería.
Aquí, en las batallas no se mataban, sólo se hacían prisioneros, y sin rescate.
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XIII- LOS EJÉRCITOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS.
Las tropas auxiliares son las que se tienen cuando se pierde a alguien poderoso que venga a ayudarte y a defenderte con su ejército, como hizo por ejemplo, el papa Julio II.
Estos ejércitos pueden ser útiles y buenos en sí mismos, pero casi siempre resultan perjudiciales para quien los llama, porque si pierdes, acabas derrotado, y si ganas, acabas siendo su prisionero.
Así que, ningún principado está seguro si no tiene un ejército propio, está por completo en manos de la suerte, ya que no hay valor que la defienda fielmente en las adversidades.
Los ejércitos propios son los que están compuestos de súbditos, ciudadanos o favoritos suyos, y todos los demás son mercenarios o auxiliares. Y las tropas mixtas, son las tropas propias y las tropas mercenarias o auxiliares.
XIV- DEBERES DE UN PRÍNCIPE FRENTE AL EJÉRCITO.
Un príncipe no debe tener otro objetivo ni otra preocupación, ni debe considerar como suya otra misión que la de la guerra, su organización y su disciplina.
El arte de la guerra convierte a príncipes que no la dominan, en plebeyo, y a plebeyos que dominan el arte, en príncipes.
Entre un príncipe armado y otro desarmado no hay comparación posible, y no es lógico que quien está armado quiera obedecer al que está desarmado, ni que el que está desarmado se sienta seguro estando rodeado de gente armada. Así, un príncipe desarmado no es respetado por un súbdito armado.
Por otro lado, además de mantener a los suyos bien organizados y entrenados, debe dedicarse con frecuencia a las cacerías, y acostumbrar así su cuerpo a la fatiga, y aprender cuáles son las características de cada lugar. Conociendo el terreno se puede conocer el terreno del enemigo, y las posiciones que tomarán por analogía.
Y por último, el príncipe debe leer los ejemplos que da la historia, y considerar las acciones de los hombres más ilustres, ver cómo se portaron en las guerras, analizar sus victorias, y sobre todo, hacer lo que ya han hecho en tiempos pasados otros hombres.
XV- CUALIDADES POR LAS QUE LOS HOMBRES, Y ESPECIALMENTE LOS PRÍNCIPES, SON LOADOS O CRITICADOS.
Un príncipe tiende a ser bueno y miserable. Para Maquiavelo, un príncipe tiene que ser amoral, olvidarse de lo bueno y de lo malo. Debe hacer lo necesario para mantener su principado, aunque tenga que utilizar técnicas crueles, y a su vez mantener contentos a los gobernados.
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XVI- LIBERTAD Y PARSIMONIA.
La libertad utilizada de forma que se note, perjudica, porque si se utiliza con inteligencia los demás no se darán cuenta. La liberalidad es perjudicial si impide que los gobernados teman al príncipe. Un príncipe que quiera ser liberal acabará obligando a sus gobernados a pagar más impuestos para aumentar su riqueza, así poder mantener el caro estatus del liberal.
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