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Mexico En Los Ultimos 20 años


Enviado por   •  22 de Enero de 2015  •  9.063 Palabras (37 Páginas)  •  214 Visitas

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Como debe juzgarse la política exterior de México en los últimos 20 años

En las últimas décadas presenciamos el despliegue de una de las crisis históricas del sistema capitalista a nivel mundial, a la cual nuestro país no pudo sustraerse. En ese contexto de crisis las trasformaciones sociales y sus actores se desenvuelven de una manera excepcionalmente condicionada, sesgada, que evidentemente los conduce por derroteros difícilmente previsibles y culmina en desenlaces inéditos.

I. La diversidad conceptual y la urgencia de la readecuación teórica

El estudio del movimiento social en México, necesariamente, nos enfrenta a una multiplicidad de fenómenos cuyas relaciones son cada vez más complejas y variadas, lo mismo si se trata de analizar las causas y repercusiones de tales movimientos sobre la estructura social, como las expectativas que éstos generan sobre los agentes sociales y sobre el propio movimiento social.

Hoy en día, por ejemplo, ya existe la certeza acerca del papel trasformador de los movimientos sociales, en el sentido de que "sirven para ampliar, profundizar y hasta para redefinir la democracia tradicional del Estado político, y la democracia económica" (Gunder-Frank, 1989, p. 22); es decir, la significación de los movimientos sociales para el cambio social está fuera de duda. Puesto que los movimientos sociales se dan en un determinado marco histórico social, el estudio de las relaciones de producción es el elemento clave para comprender la naturaleza y dinámica de las relaciones de clase. Ello explica los llamados de los científicos sociales a "defender la trascendencia de los conceptos de clase y conflicto clasista para el análisis (aun) de las sociedades industrializadas, frente a las opiniones de la nueva izquierda y de la sociología académica" (Giddens, 1979, p. 348).

Claro que aún queda mucho que decir acerca de fenómenos recientes como la nueva clase media, la burocracia, la naturaleza del Estado capitalista y su relación con los conflictos de clase, etc. Es un hecho que en la década de los 80 ha renacido el debate sobre los sujetos sociales, en donde se nota un cuestionamiento a los paradigmas teóricos y a los conceptos establecidos, que ha desembocado en una "sociología del no futuro" apoyada teóricamente en la posmodernidad. Más aún, todavía existe confusión en torno al objeto de estudio -sujeto social o movimiento social-, lo cual ha provocado que surjan propuestas para "dejar al concepto de clase social en un nivel de abstracción que implicase entre éstos y el movimiento concreto al propio concepto de sujeto, como concepto de mediación" (G. Toledo, 19¿?, p. 3). También se ponen en tela de juicio planteamientos hasta poco considerados como "verdaderos", tal es el caso de la centralidad de la clase obrera como sujeto social trasformador, argumentándose que ya no existen las condiciones de vida del obrero de tiempos de Marx; además de cuestionar la capacidad obrera para acceder a una "conciencia para sí" traída desde fuera por los intelectuales.

II. Economía: ¿nuevas formas de reproducción material de la sociedad?

En los últimos veinte años presenciamos el despliegue de una de las crisis históricas del sistema capitalista a nivel mundial más agudas de que se tenga memoria. Los cambios que se generaron, produjeron un escenario internacional muy diferente al que sucedió a la Segunda Guerra Mundial. Entre 1974, especialmente, la economía mundial experimentó una recesión generalizada que afectó simultáneamente a todos los países altamente industrializados. Esta recesión expresa la inversión de la ola larga expansiva de posguerra y se caracteriza por una tasa de crecimiento promedio a largo plazo menor hasta en 50% de la tasa prevaleciente en los años 50 y 60.

Sin duda, en el origen de esta situación se encuentra un marcado descenso de la rentabilidad general del capital, a causa del considerable aumento del capital fijo acumulado a lo largo de los años 60. Se trata de una crisis de sobreproducción a la que coadyuvó la revolución tecnológica basada en la semiautomatización, lo cual implicó una gran concentración de capital y el consecuente aumento de su composición orgánica, que desembocó en una inexorable caída de la tasa de ganancia en mancuerna con procesos inflacionarios muy agudos.

Una primera consecuencia de esos procesos -aunque indirecta para nuestro país- es el inicio de la declinación de la hegemonía norteamericana, la que ahora comienza, por lo menos, a ser objeto de disputa.

Ciertamente, México no iba a poder sustraerse a la problemática mundial. Casi hasta la década de los 50 la economía mexicana se desarrolló en condiciones de relativo aislamiento al exterior; a ese periodo se le caracteriza como "primario exportador" (Valenzuela F., 1990), o de industrialización sustitutiva de importaciones. Sin embargo, ya en esa época nuestra economía empezó a requerir de "un flujo creciente de medios de producción de alta tecnología procedente del exterior, para hacer frente al aumento de la composición orgánica de capital y a la difusión de los sistemas de la gran industria".

Tal situación obligó al Estado a desempeñar un papel protagónico en la economía y a inaugurar el periodo llamado "desarrollo estabilizador" (1958-1970), en el que efectivamente se logra un crecimiento económico sostenido, con estabilidad en los precios y en la paridad cambiaria. Sin embargo, el apoyo irrestricto del Estado a la industrialización en el marco del proteccionismo, la ausencia de una política de apoyo al sector agrícola que desembocó en su estancamiento, el carácter regresivo de la política fiscal y el auge de la intermediación financiera, fueron creando una serie de desequilibrios estructurales que llevaron al agotamiento del modelo de desarrollo de los años 60. El saldo no era, ciertamente, del todo favorable: deterioro de la tasa de ganancia, desaceleración del crecimiento dela inversión privada, crisis estructural (disminución del PIB), retraso de la productividad agrícola, y una política económica que generaba nuevas contradicciones.

Dado que además de la crisis económica era palpable un malestar social difuso, desempleo agobiante y sobrexplotación de los trabajadores, el Estado implementa una nueva estrategia mediante la cual incrementa su participación no sólo en la generación de la inversión sino también en el PIB, esperando que con ello se produjera un efecto de arrastre que dotaría a la economía mexicana de condiciones de crecimiento y estabilidad a largo plazo y que, acompañada de acciones tendientes a aumentar la participación de los

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