Migraciones Internacionales En América Latina Y El Caribe: Oportunidades, Desafíos Y Dilemas
Enviado por Winche • 3 de Junio de 2013 • 3.507 Palabras (15 Páginas) • 544 Visitas
En años recientes, el tema de las migraciones internacionales y las remesas de los migrantes ha venido a
ocupar un lugar de preeminencia en la agenda de política pública en América Latina y el Caribe. A pesar
de las variadas restricciones a la inmigración en países receptores, la región latinoamericana es un
"exportador neto" de trabajadores, profesionales y empresarios a países desarrollados; además, hay
flujos migratorios cada vez mayores entre diferentes países de la región, con distintos niveles de ingreso,
de oportunidades y de grado de desarrollo económico. Actualmente, hay cerca de 26 millones de
latinoamericanos viviendo fuera de sus países de origen. De éstos, 22.5 millones se encuentran en países
fuera de la región (migración sur-norte) y alrededor de 3.5 millones viven en otros países
latinoamericanos (migración sur-sur).
Históricamente, América Latina no siempre ha sido un exportador neto de personas al resto del mundo.
Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo xx, varios países de América Latina
(principalmente Argentina, así como Uruguay, Brasil, Chile, Venezuela y México) fueron un imán para
los migrantes de otras partes del mundo y, sobre todo, para personas provenientes del sur de Europa,
principalmente españoles e italianos, amén de aquellos provenientes del este y del norte de Europa.
Entonces, el movimiento de personas se complementaba con los flujos de capital hacia la región, e
Inglaterra era la fuente más importante de recursos financieros externos. Así, capital y trabajo se movían
del norte al sur.
Esta realidad contrasta con las últimas décadas del siglo XX e inicios del siglo XXI en varios países de
América Latina (incluida, por cierto, Argentina), período en el que la conjunción de crisis económicas
recurrentes, la inestabilidad política y la reversión de las brechas de desarrollo que alguna vez fueron
favorables para algunos países de Latinoamérica hacían que las personas y el capital intentaran dejar la
región. Sin embargo, desde 2003, la región ha acelerado su ritmo de crecimiento económico --
impulsado, en parte, por los altos precios de los productos básicos y de los bienes agrícolas primarios -- ,
lo que puede moderar, si se mantiene esta tendencia, los incentivos para emigrar. Lo anterior depende,
en gran medida, de que la región pueda embarcarse en una senda de desarrollo sostenido que cree
buenas oportunidades para todos sus ciudadanos, invirtiendo los excedentes de la bonanza económica
actual en la formación y en la modernización de su capital humano y de su capital físico, así como en la
renovación de las instituciones y la reducción de la pobreza y de la desigualdad para enfrentar los nuevos
desafíos del desarrollo, la competitividad y la globalización.
La aceleración de la migración internacional desde América Latina observada en los últimos 25 años --
un fenómeno también global en el mismo período -- coincide con un ritmo de crecimiento económico de
la región apenas moderado y claramente volátil. Como consecuencia de esto, muchos países vieron
aumentar sus brechas de desarrollo. En algunos países, sin embargo, éstas se redujeron, como en el caso
de Chile, que experimentó una aceleración más sostenida del crecimiento económico en este período.
Las brechas de desarrollo, las oportunidades económicas y las diferencias de salarios reales entre
distintos países crean poderosos incentivos para la migración internacional, tanto del sur al norte (en
este caso, por la diferencia entre el ingreso promedio por habitante de la región y el de países como
Estados Unidos, España, Canadá y otros que son destinos preferentes para los emigrantes
latinoamericanos) como dentro del mismo sur, aunque en estos flujos también influye la cercanía
geográfica (las fronteras comunes), cultural y lingüística entre el país de origen y el de destino.
La situación social de América Latina también crea incentivos para que las personas emigren en busca de
mejores ingresos y oportunidades laborales en el extranjero. En efecto, la proporción de personas bajo la
línea de pobreza es cercana al 37% de la población total (más de 200 millones de personas). Además, la región latinoamericana sigue siendo un continente de alta desigualdad en la distribución del ingreso. Un
indicador, como el coeficiente de Gini (va del cero al uno, y mientras más cercano esté al uno implica
más desigualdad), excede el valor de 0.5 en varios países de la región (el promedio de los miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] es cercano a 0.35). En el mercado
laboral, la situación de desempleo crónico, subempleo e informalidad, que históricamente ha
caracterizado a América Latina, no se revirtió en lo fundamental en los últimos 25 años.
Así, en general, la migración latinoamericana refleja una combinación de "presiones de salida" por
condiciones internas de un esquivo desarrollo económico y social en muchas economías de la región, y
de condiciones internacionales más favorables al movimiento de capital, de bienes y de personas en un
mundo más interconectado y con menores costos de información y de transporte. También, las
significativas desigualdades globales (en salarios reales y en niveles de desarrollo) entre los países que se
observan en la actualidad inducen a la migración internacional hacia los países más ricos y prósperos.
A pesar del costo humano de dejar los países de origen por falta de oportunidades económicas y de
enfrentarse a condiciones inicialmente difíciles de tipo migratorio y de inserción en los países de destino,
las migraciones generan varios beneficios: brindan oportunidades de mejoramiento económico para los
inmigrantes y sus familias, lo que ha llevado a un aumento significativo de los flujos de remesas para la
región, que en la actualidad superan los 60 000 millones de dólares anualmente. La migración puede
dar un impulso al capital humano de la región, pues éste se ha vuelto internacionalmente más móvil y
expuesto a otras realidades más competitivas y desarrolladas. De esto se beneficiarán los países de
origen con la inmigración de retorno y el contacto de los migrantes (profesionales, empresarios en el
extranjero, trabajadores) con
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