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Minoria Sexuales


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2012  •  2.730 Palabras (11 Páginas)  •  498 Visitas

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MINORIAS SEXUALES

Como consecuencia, en primer lugar, de la importancia de la sexualidad en los roles públicos y privados de los sujetos y, en segundo lugar, del predominio en las últimas décadas de una perspectiva multi y transdisciplinaria en los estudios sobre la sociedad y la cultura, han surgido áreas académicas que atraviesan las tradicionalmente llamadas Ciencias Sociales y Humanidades como son los estudios sobre diversidad sexual o los estudios sobre minorías sexuales. Tales estudios están todavía en etapa de formación y expansión, muy influidos por el desarrollo del feminismo y por el peso del mundo académico anglosajón, y han empezado a introducirse en América Latina y a aclimatarse en nuestras sociedades tomando en consideración tanto las características particulares de éstas, generalmente marcadas por conflictos y desigualdades graves, como las distintas perspectivas políticas y teóricas que existen sobre tan polémico tema. Se propone entonces que las minorías sexuales por razones políticas, éticas y pragmáticas deben deslindar sus áreas de estudio dentro del amplio espectro de la diversidad sexual con el fin de obtener voz y visibilidad.

(Im)precisiones terminológicas

Los estudios sobre diversidad sexual y sobre minorías sexuales, terrenos vinculados pero con espacios de ejercicio político y reivindicativo específicos, se han desarrollado fundamentalmente en el mundo anglosajón y en Europa continental en las últimas tres décadas. Aunque les estoy colocando denominaciones que prácticamente los consagran como áreas de estudio de carácter estable, debo aclarar que en modo alguno es así. Los estudios sobre diversidad sexual estarían definidos por el reconocimiento de la extraordinaria importancia que en la contemporaneidad ha tenido el ejercicio de la sexualidad como un modo de ser y estar en el mundo. Se trata entonces de reconocer que tan relevante aspecto de la vida humana se expresa en conductas variables en las que la biología, el género, la cultura se combinan de modos diversos y no definitivos. La pareja heterosexual como centro del mundo se desplaza para dar cabida a la homosexualidad, masculina o femenina, y la transexualidad, la bisexualidad y la transgeneridad. Los estudios sobre diversidad sexual deberían entenderse entonces como un área transversal que analizaría desde el ejercicio de la sexualidad y de los roles de género el devenir histórico, cultural, social y político de diversas comunidades humanas.

Los estudios de minorías sexuales podrían verse como un área dentro de los estudios sobre diversidad sexual. No obstante su carácter reivindicativo política, social y culturalmente hablando los distancia de la heterosexualidad por el hecho de que ésta como norma ha copado todas las áreas del saber humano. Es preciso entonces que estas minorías reivindiquen un espacio dentro de los estudios académicos y para ello deben –estratégicamente– diferenciarse del estudio de la heterosexualidad. Además, el hecho concreto es que en la práctica no suelen predominar las grandes visiones de conjunto sino que se hacen estudios sobre heterosexuales, homosexuales, sobre lesbianas, sobre transexuales, sobre transgéneros y, en menor medida, sobre bisexuales.

¿Las universidades latinoamericanas salen del clóset?

El impacto de estos estudios en América Latina es reciente y su evolución está todavía por verse. No es, por supuesto, casualidad que sea así, pues en nuestro continente la urgencia desgraciadamente se lleva por delante a lo importante. Frente a sociedades con crisis económicas y políticas crónicas, por no decir permanentes, la supervivencia a corto plazo y los problemas de gobernabilidad absorben las energías sociales y políticas, que deberían invertirse en ese trabajo lento, cotidiano, a mediano y largo plazo, que es el enfrentar con éxito las desigualdades, las discriminaciones, los conflictos y las necesidades de participación de los ciudadanos. Asediados por lo inmediato, pensamos que nuestras sociedades pueden dividirse simplemente por sectores socioeconómicos o, incluso, por simpatías políticas; olvidamos muchas veces que esas sociedades están constituidas por grupos muy diversos entre sí, cuyas diferencias atienden al género, la educación, los patrones de consumo, la cultura, la etnia, la religión, los comportamientos y actitudes frente al Estado y las relaciones intersubjetivas, la pertenencia nacional o regional, las tradiciones y los valores socialmente establecidos acerca del rol que cada ciudadano debe ocupar. La orientación sexual juega un papel en este sentido, puesto que los Estados protegen las uniones heterosexuales como base de la familia, y los roles que se juegan dentro de ésta y dentro de la sociedad en general son vistos prácticamente como una emanación de dicha orientación.

La tendencia a obviar la enorme complejidad de nuestras sociedades ha limitado seriamente las posibilidades de movilización y representatividad de los movimientos en defensa de los derechos de las personas discriminadas por su orientación sexual. Además, y al igual que los grupos feministas, han tenido que enfrentar los recios prejuicios propios de las sociedades patriarcales, que convierten el ejercicio de la sexualidad en un dilema religioso, familiar, político, psicológico, psiquiátrico y en la explicación última, como diría Michel Foucault, de nuestra actitud y comportamiento personal ante el mundo.

Vistas las limitaciones históricas y políticas brevemente perfiladas, es entendible que las universidades latinoamericanas hayan tardado en abrirse a los estudios sobre diversidad sexual. Y es que las universidades responden a su tiempo hasta cuando se adelantan a ese tiempo. La larga tradición de estudios sobre la nación y la identidad nacional, sobre las diferencias sociales, las raíces culturales, llevó a la reivindicación, por lo menos en el campo del saber y del discurso político, de los indígenas, los afrodescendientes, los sectores populares. Después se abrirían paso, con dificultad pero con éxito, los estudios de la mujer. La mujer, el indígena, el mestizo, el afrodescendiente han tenido su hora académica, entre otras razones porque la primera entró masivamente a enseñar y a estudiar en ellas, y los segundos porque han sido parte esencial de los discursos políticos de cualquier signo. Pero, además, todos estos sectores pueden convertirse en banderas dentro de la lucha por el poder: Las mujeres son la mitad de la población, los pobres la mayoría y los negros y los indígenas las víctimas históricas de la discriminación. ¿Y los homosexuales y lesbianas, los transexuales, bisexuales y transgéneros? Otra historia sería si éstos pudiesen haber sido vistos como emblema de la nacionalidad o de la redención política de los desposeídos.

Pero, sin duda, las

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