Mujeres Importantes De Panama
Enviado por deydamialynch • 12 de Junio de 2014 • 8.400 Palabras (34 Páginas) • 1.254 Visitas
1. Papel de la mujer panameña en la historia.
• María Ossa de Amador (1855-1948)
Figura emblemática del patriotismo panameño. Casada con uno de los principales promotores y mantenedores de la conjura patriótica, el doctor Manuel Amador Guerrero, tuvo una actuación decisiva durante todo el movimiento que condujo a la proclamación de la República de Panamá, y protagonizó uno de los episodios de mayor fuerza simbólica de todo este proceso político: la confección de la primera bandera panameña.
Firmemente ligada a la causa separatista que habría de culminar con éxito el día 3 de noviembre de 1903, doña María Ossa de Amador se convirtió desde las primeras convulsiones patrióticas en el apoyo más sólido y cercano con que contó su esposo, llamado a convertirse en el primer presidente de la República de Panamá. Como tuvo ocasión de declarar el doctor Manuel Amador Guerrero, su esposa le animó en todo momento durante la conjura y fue una pieza clave en el éxito de la empresa, aunque al postre fuera recordado por ese hecho de fuerte carga simbólica que, en cierto modo, es una constante en la épica patriótica de todas las naciones.
La tradición popular, tan proclive a buscar en todo proceso histórico una serie de personajes y acontecimientos que, más próximos al hecho legendario, aporten una dimensión mítica a los episodios más esclarecidos del pasado (entre ellos, lógicamente, los que dan lugar a la fundación de la patria), reparó en las figuras de doña María Ossa de Amador y de su cuñada, doña Angélica B. de la Ossa, a quienes se atribuyó el honor de haber cosido las primeras enseñas que, esgrimidas como propias por los separatistas, habrían de convertirse a partir de 1903 en las banderas oficiales de la nueva República de Panamá.
Otro honor histórico que le cupo merecer a doña María Ossa de Amador es el de pasar a los anales de su nación como la primera mujer que ostentaba el puesto de Primera Dama. A pesar de la brevedad del mandato del doctor Manuel Amador Guerrero (1904-1908), su esposa fue recordada durante muchos años por el pueblo panameño con una de las figuras claves de la Independencia nacional, hasta el extremo de que, en 1935, cuando ya habían transcurrido más de cinco lustros desde la muerte de su esposo, fue objeto de un homenaje organizado el día 4 de noviembre (Día de la Bandera) por la Escuela Normal de Institutoras, promovido por la doctora Esther Neira de Calvo y apoyado por todas las instancias oficiales del país.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/ossa_maria.htm
• Amelia Dennis de Icaza (1836-1911)
Nació en la ciudad de Panamá el año de 1836. Su padre era de origen francés, y su madre panameña. Desde pequeña tenía mucha afición a la literatura y hacía poesías llenas de un natural encanto, sin ningún artificio estudiado, como cantan los pájaros. Colaboró siendo muy joven en el periódico que editaba su padre, Don Saturnino Denis, en Panamá.
Recibió su primera instrucción primaria en la Primera Escuela elemental de niñas, en el barrio de Santa Ana. Pero su formación cultural la debió al hogar y al propio esfuerzo. Doña Amelia se encuentra, en efecto, entre los poetas noveles que se estrenaron desde las columnas de "La Floresta Istmeña".
Contrajo dos uniones conyugales; del primer matrimonio tuvo varios hijos, de los cuales podemos mencionar a Doña Julia Ramírez de García; del segundo sólo tuvo una hija, Doña Mercedes Icaza de Espinosa, casada en Nicaragua.
Habiéndose casado su hija Mercedes, con el caballero nicaragüense Don Ponciano Espinosa, su esposo Don José María Icaza acompañó a su hija a Nicaragua, donde murió a los pocos meses, y es por este motivo que Doña Amelia Denis v. de Icaza, la sublime poetisa, se trasladó a Nicaragua en 1894 donde vivió el resto de su vida al lado de su hija y de sus nietas que trataron con su cariño hacerle más llevadera la ausencia de su patria y de los suyos. Aquí fué muy apreciada por toda la sociedad, donde compuso muchas poesías dedicadas casi todas a personas de su especial simpatía.
Según cuenta María Albertina Gálvez, escritora guatemalteca, Doña Amelia vivió en Guatemala más de dos décadas. Allí colaboró en varios periódicos importantes, entre ellos el "Trabajo" y especialmente en el "Bien Público", hizo relaciones literarias, y popular su nombre y el seudónimo de "Elena".
Doña Amelia es, en la historia de nuestra literatura, la primera mujer que escribe versos. Empero, su importancia no estriba en eso. En postura desventajosa respecto de sus compañeros de generación por virtud de las dificultades que limitaron su acceso a la cultura, su poesía se distingue por un profundo contenido social. Doña Amelia vive en permanente polémica con la sociedad. La injusticia, la hipocresía le hieren de modo particular. Aparte el tema social, su musa no tiene gusto más que para las expansiones domésticas.
Su verso es espontaneidad del momento, respuesta a la sugestión de un instante. Para Doña Amelia no hay problemas poéticos, ni sabe ella de la lucha por lograr la expresión exacta y bella, el justo matiz del pensamiento. Precisamente en esa facilidad para darse, en su ingenuidad poética, está su mayor virtud. Y ello nos explica lo mejor de su obra, su fuerte contenido político y social. Sorprende el tono de su poesía, consideradas la sociedad y la época en que le tocó vivir. Personaje de un escenario limitado, donde el uso de la "Puerta de Tierra" indicaba la persistencia de antagonismos sociales, su canto debió parecer blasfemia o incómodo desenfado a los oídos de cierta gente. Con versos declamatorios que a ratos suenan a panfleto, Doña Amelia va pidiendo justicia para todos, fustigando remilgos, exaltando el trabajo y aun solicitando de dos pueblos sureños en guerra Chile y Perú, pongan fin a una lucha para ella insensata por ser lucha entre hermanos.
Tanta rebeldía social, temperamento tan pronto, a la contienda no podían ser indiferentes a los afanes y dolores de la nacionalidad. Natural así que, cuando, ya en las lindes de la senectud, Doña Amelia visita su tierra en 1906, con el objeto de ver a su hija Julia y a sus dos hermanas Matilde Denis y Mercedes Denis v. de Miró, frente a la nueva realidad política, que hipotecaba a una nación poderosa parte del territorio nacional, se sienta herida en su intimidad. Llena de añoranzas y tristes presentimientos escribe entonces las melancólicas estrofas de su canto "Al cerro Ancón", poema que cierra felizmente el ciclo romántico y asegura a la poetisa su definitivo ingreso a nuestro Parnaso.
Murió en Managua, Nicaragua,
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