México Barbaro
Enviado por VictoriaSam • 7 de Abril de 2013 • 11.281 Palabras (46 Páginas) • 251 Visitas
CAPÍTULO I
LOS ESCLAVOS DE YUCATÁN
¿Qué es México? Los norteamericanos comúnmente llaman a México "nuestra república
hermana". La mayoría de nosotros la describimos vagamente como una república parecida a la
nuestra, habitada por gente un poco diferente en temperamento, un poco más pobre y un poco
menos adelantada, pero que disfruta de la protección de leyes republicanas: un pueblo libre en
el sentido en que nosotros somos libres.
Algunos que hemos visto el país a través de la ventanilla del tren, o que lo hemos observado
en las minas o haciendas, describimos esta tierra al sur del rió Bravo como regida por un
paternalismo benevolente, en el que un hombre grande y bueno todo lo ordena bien para su
tonto pero adorado pueblo.
Yo encontré que México no era ninguna de esas cosas. Descubrí que el verdadero México es
un país con una Constitución y leyes escritas tan justas en general y democráticas como las
nuestras; pero donde ni la Constitución ni las leyes se cumplen. México es un país sin libertad
política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin elecciones libres, sin sistema judicial, sin
partidos políticos, sin ninguna de nuestras queridas garantías individuales, sin libertad para
conseguir la felicidad. Es una tierra donde durante más de una generación no ha habido lucha
electoral para ocupar la Presidencia; donde el Poder Ejecutivo lo gobierna todo por medio de
un ejército permanente; donde los puestos políticos se venden a precio fijo. Encontré que
México es una tierra donde la gente es pobre porque no tiene derechos; donde el peonaje es
común para las grandes masas y donde existe esclavitud efectiva para cientos de miles de
hombres. Finalmente, encontré que el pueblo no adora a su Presidente: que la marca de la
oposición, hasta ahora contenida y mantenida a raya por el ejército y la policía secreta, llegará
pronto a rebasar este muro de contención. Los mexicanos de todas clases y filiaciones se
hallan acordes en que su país está a punto de iniciar una revolución a favor de la democracia:
si no una revolución en tiempo de Díaz, puesto que éste ya es anciano y se espera que muera
pronto, sí una revolución después de Díaz.
Mi interés especial en el México político se despertó por primera vez a principios de 1908,
cuando establecí contacto con cuatro revolucionarios mexicanos que entonces se hallaban
encerrados en la cárcel municipal de Los Ángeles, Cal. Eran cuatro mexicanos educados,
inteligentes, universitarios todos ellos, que estaban detenidos por las autoridades de los
Estados Unidos bajo la acusación de planear la invasión de una nación amiga, México, con una
fuerza armada desde territorio norteamericano.
¿Por qué unos hombres cultos querían tomar las armas contra una república? ¿Por qué
necesitaron venir a los Estados Unidos a preparar sus maniobras militares? Hablé con esos
detenidos mexicanos. Me aseguraron que durante algún tiempo habían agitado pacíficamente
en su propio país para derrocar sin violencia y dentro del marco constitucional a las personas
que controlaban el Gobierno.
Pero por esto mismo —declararon— habían sido encarcelados y sus bienes destruidos. La
policía secreta había seguido sus pasos, sus vidas fueron amenazadas y se había empleado
toda clase de métodos para impedirles continuar su trabajo. Por último, perseguidos como
delincuentes más allá de los límites nacionales, privados de los derechos de libertad de
palabra, de prensa y de reunión, privados del derecho de organizarse pacíficamente para
promover cambios políticos, habían recurrido ala única alternativa: las armas. ¿Por qué
deseaban derrocar a su gobierno? Porque éste había dejado a un lado la Constitución; porque
había abolido los derechos cívicos que. según consenso de todos los hombres ilustrados. son
necesarios para el desarrollo de una nación: porque había desposeído al pueblo de sus tierras:
porque había convertido a los trabajadores pobres en siervos, peones y algunos de ellos hastaMéxico Bárbaro. John Kenneth Turner
Biblioteca del Político. INEP AC
en verdaderos esclavos.
— ¿Esclavitud'? ¿Quieren hacerme creer que todavía hay verdadera esclavitud en el
hemisferio occidental'? —respondí burlonamente—¡Bah! Ustedes hablan como cualquier
socialista norteamericano. Quieren decir "esclavitud del asalariado", o esclavitud de
condiciones de vida miserables. No querrán significar esclavitud humana.
Pero aquellos cuatro mexicanos desterrados insistieron:
— Si, esclavitud —dijeron—, verdadera esclavitud humana. Hombres y niños comprados y
vendidos como mulas, exactamente como mulas, y como tales pertenecen a sus amos: son
esclavos.
— ¿Seres humanos comprados y vendidos como mulas en América? ¡En el siglo XX! Bueno —
me dije—, si esto es verdad, tengo que verlo.
Así fue como, a principios de septiembre de 1908, crucé el río Bravo en mi primer viaje,
atravesando las garitas del México Viejo.
En este mi primer viaje fui acompañado por L. Gutiérrez de Lara, mexicano de familia
distinguida, a quien también conocí en Los Ángeles. De Lara se oponía al Gobierno existente
en México, hecho que mis críticos han señalado como prueba de parcialidad en mis
investigaciones. Por el contrario, yo no dependí de De Lara ni de ninguna otra fuente
interesada para obtener información. sino que tomé todas las precauciones para conocerla
verdad exacta, por medio de todos los caminos posibles. Cada uno de los hechos
fundamentales apuntados respecto a la esclavitud en México lo vi con mis propios ojos o lo
escuché con mis propios oídos, y casi siempre de labios de personas quizás inclinadas a
empequeñecer sus propias crueldades: los mismos capataces de los esclavos.
Sin embargo, a favor del señor De Lara debo decir que me prestó ayuda muy importante para
recoger materiales. Por su conocimiento del país y de la gente, por su simpática sociabilidad y.
sobre todo, por sus relaciones personales con valiosas fuentes de información en todo el país
—con personas bien enteradas—, estuve en condiciones de observar y oír cosas que son casi
inaccesibles para el investigador ordinario.
¿Esclavitud en México? Si, yo la encontré. La encontré primero
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