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Mexico Barbaro


Enviado por   •  24 de Febrero de 2013  •  8.272 Palabras (34 Páginas)  •  241 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Es un amplio reportaje sobre la situación política y social de México durante el ocaso de la larga dictadura de Porfirio Díaz. A través de sus viajes por la República Mexicana, sus entrevistas, sus investigaciones, y haciéndose pasar de incógnito por un empresario norteamericano y millonario, John Kenneth Turner expone el estado esclavista que sometió a la mayoría de la población indígena y mestiza del país en pleno siglo XX: los “trabajadores-esclavos” debían someterse a los maltratos físicos, las largas jornadas de trabajo sin descanso, a condiciones de vivienda y alimentación precaria que generalmente los conducían a la muerte a corto plazo, a los engaños para ser “contratados-secuestrados” y a los abusos de poder por parte del mismo gobierno para robarles sus tierras de tradición milenaria.

El relato se sitúa entre 1908 y poco antes de la Revolución.

RESUMEN

Capítulo 1: Los esclavos de Yucatán

En este primer capítulo, el autor plantea varias premisas: primeramente expone el estado político en el que se encuentra el país durante la dictadura de Díaz; su segunda premisa expone los regímenes esclavistas en las haciendas de henequén tanto en Yucatán como en Quintana Roo, así como las identidades de patrones nacionales y extranjeros y funcionarios públicos que fomentan y se enriquecen de la esclavitud de millones de mexicanos pobres. De igual forma, se exponen diversos casos y testimonios de esclavos que comprueban la cruel realidad que los rodea.

A pesar de que México es un país con leyes escritas y una Constitución, es un país en donde la ilegalidad domina por excelencia partiendo desde el propio Gobierno: es un país sin libertad política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin elecciones libres, sin sistema judicial, sin partidos políticos, sin ninguna garantía individual, sin libertad de conseguir la felicidad. Durante el gobierno de Porfirio Díaz el país no ha tenido una contienda electoral y por tanto el Poder Ejecutivo lo gobierna todo por medio de un ejército permanente, donde los puestos políticos se venden a precio fijo y las tierras de la nación y de muchos indígenas, también.

La gente es pobre porque no tiene derechos, el peonaje se traduce en esclavitud.

A principios de 1908, el autor cruzó el Río Bravo, acompañado por un universitario revolucionario –L. Gutiérrez de Lara- y haciéndose pasar por inversionista norteamericano que deseaba invertir en las tierras del henequén en Yucatán, venía a verificar si en realidad existía la esclavitud en México.

Existen 50 reyes del henequén que viven en ricos palacios en Mérida y muchos de ellos tienen casas en el extranjero. Viajan mucho, hablan varios idiomas y con sus familias constituyen una clase social muy cultivada. Todo Yucatán depende de estos reyes del henequén, pues dominan la política del Estado y poseen miles de esclavos: 8 mil indios yaquis, importados de Sonora, 3 mil chinos (coreanos) y entre 100 a 125 mil indígenas mayas, que antes poseían las tierras que ahora dominan los amos. El precio corriente de cada hombre era de $400, aunque los hacendados pagan solamente $65. Don Enrique Cámara Zavala, presidente de la Cámara Agrícola de Yucatán, explicó que a su sistema no lo llaman esclavitud, lo llama servicio forzoso por deudas; todo lo que se necesita es lograr que algún obrero libre se endeude a través de prestamistas o negreros y con el pretexto del pago de deudas, el obrero es esclavizado de por vida, al igual que su familia. La esclavitud es el peonaje llevado a su último extremo a pesar de que la Constitución se opone a ello.

Los “obreros” nunca reciben dinero, se encuentran medio muertos de hambre –a base de una sola comida diaria con tortilla, frijoles, pescado podrido y una bola de maíz para mascar durante la jornada laboral-, son azotados, trabajan desde las 3:45 de la mañana hasta que se vuelve a poner el sol; son encerrados en una casa que parece prisión; a las mujeres las obligan a casarse con hombres de la misma finca; no hay escuelas para los niños; si se enferman tienen que seguir trabajando y si la enfermedad les impide trabajar, rara vez cuentan con algún servicio médico; la labor principal de las haciendas consiste en cortar las hojas de henequén y limpiar el terreno de las malas hierbas que crecen entre las plantas. A cada esclavo se le señala como tarea un alto número de hojas o plantas que tiene que limpiar, y como éste no se da abasto, su mujer y sus hijos también deben trabajar.

En fin, toda la vida de esta gente está sujeta al capricho de un amo.

Capítulo 2: El exterminio de los yaquis

El exterminio de los yaquis empezó con la guerra y el fin de ellos se está cumpliendo con la deportación y la esclavitud. El pueblo yaqui no han sido nunca salvajes, siempre fueron un pueblo agrícola; descubrieron y explotaron minas; construyeron sistemas de regadío; edificaron ciudades de adobe; sostenían escuelas públicas, un gobierno organizado y una fábrica de moneda. Son los mejores trabajadores de Sonora, honesto, trabajador y pacífico; un trabajador yaqui vale por dos norteamericanos y tres mexicanos, pues el yaqui tiene un admirable desarrollo físico, con hombros anchos, pecho hondo, piernas nervudas y cara curtida. El yaqui típico es casi un gigante y su raza es de atletas. Los españoles no pudieron subyugarlos completamente y después de 250 años de conflicto, llegaron a concertar la paz y les cedieron una parte del territorio con títulos de propiedad, los cuales fueron respetados por 150 años por los gobernantes y jefes de México hasta llegar Díaz.

Los yaquis tomaron las armas por vez primera contra el Gobierno de Díaz porque defendían su patrimonio al verse obligados a abandonar sus tierras y las montañas. La cabeza del Gobierno de Sonora deseaba sus tierras y vieron la oportunidad de lucro cuando el Estado mandó un cuerpo militar. Enviaron supuestos agrimensores al valle del Yaqui para poner mojones en la tierra y decir que el Gobierno había decidido regalársela a los extranjeros. Confiscaron 80 mil pesos que el jefe Cajeme tenía depositados en un banco; finalmente enviaron hombres armados a arrestar a Cajedme y como no lo encontraron, prendieron fuego a su casa y la de los vecinos. Desde entonces los yaquis se vieron obligados a pelear y desde aquel día, el Gobierno ha mantenido en el territorio un ejército entre 2 mil y 6 mil hombres. Finalmente en 1894, de modo repentino, les arrebataron las tierras por decreto federal y las traspasaron al general Lorenzo Torres, quien fue jefe militar en Sonora. Al Gobierno se le señala como culpable de las más horribles atrocidades como masacres masivas y apreciables recompensas a todo aquel que matara un yaqui.

La guerra terminó empatada y a los

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