OPOSICION DE LOS JESUITAS A LA OBLIGATORIEDAD DE LA MITA
Enviado por Enzo Valladares • 18 de Septiembre de 2018 • Apuntes • 1.743 Palabras (7 Páginas) • 102 Visitas
Los indios de cuantas naciones se han descubierto son pusilánimes y tímidos, que les viene de sus melancolías. Naturalmente tienense en menos de lo que se podrían tener. No piensan que merecen bien ni honra. Y así es que no la tienen ni procuran, aunque sean muy principales. No tienen por injuria que los azoten, ni que les tomen sus mujeres, hijas, hermanas, ni parientas. Son sucios, comen los piojos que a otros sacan de las cabezas. Son muy crédulos, fáciles y mudables y amigos de novedades, espaciosos. En nada quieren que les den prisa. Caminan bien, si les dan coca. Nunca van sin carga, en que ellos han su comida. Beben el agua más salobre y encenagada que hallan. Desde niños los enseñan a cargarse. Y trae cada uno su quippi, lo cual da a entender que naturalmente fueron nacidos y criados para servir y les es más provechoso. Son más recios de cuerpo que los españoles y sufren más que ellos.
Duermen siempre en el campo al sereno y no les hace mal. Cuanta más fuerza tienen en el cuerpo, tanto menos tienen de entendimiento. Participan de razón para sentilla y no para tenella o seguilla. Para ellos no hay mañana. Contentanse con lo que han menester para una semana. No trabajan más de para aquella que han menester por comer y beber aquella semana. Son enemigos del trabajo, amigos de la ociosidad y de beber y emborracharse e idolatrar. Y borrachos cometen graves delitos. Son viciosos de mujeres. Obedecen bien a sus mayores. Y así ha menester quien les mande, rija y gobierne para que les haga trabajar y no estar ociosos y evitarlos de sus excesos. Tienen poca caridad con sus próximos. No se ayudan unos a otros. No curan de los enfermos, ni delos viejos, aunque sean sus padres. Son mentirosos. Usan de traición, cuando pueden a su salvo. Son muy crueles. Tiene habilidad en oficios mecánicos de todos los géneros, de tal manera que hacen cuanto les mandan muy buenos labradores. Tienen paciencia, humildad y obediencia. Puede en ellos imprimirse cualquier doctrina y enseñamiento, no los sacando de lo que pueden comprender.
OPOSICION DE LOS JESUITAS A LA OBLIGATORIEDAD DE LA MITA
Forzosidad de la mita y el aumento de numero de Mitayos, en tercer lugar, la servidumbre que suponía y en cuarto lugar la obligación de avisar al Rey.
Cuestión Fundamental. ¿Puede el rey obligar o compeler a los indios a que vayan a trabajar as minas de Huancavelica?
En medio siglo, las condiciones demográficas cambiaron drásticamente. La población, por tanto, se había reducido drásticamente en un 83,50%. Ya que muchos habían huido y que la razón principal de la fuga era el peligro de muerte que los indios veían a sus ojos.
EL Segundo presupuesto, era que, según la orden del rey, los indios habían de ser inducidos libre y voluntariamente al trabajo de las minas, edificándole ciudades cerca del lugar y ofreciéndoles toda clase de ventajas y privilegios. Solo en el caso de que ni aun así se pudiese reunir el número suficiente, se podría recurrir a la compulsión. Pero aquí entra la duda moral. ¿Se les podía obligar a la fuerza, en este caso?
Otro presupuesto se basaba en la duda de si compeler a los indios a las minas era contra el derecho civil hispano, contra el Derecho común o contra el derecho natural
¿Tenía el rey en efecto derecho a imponer esta mita?
No Podía. Pero si lo razonamos, de 2 maneras podía el rey imponer esa obligación: por vía tributo ordinario o por vía de extraordinaria y urgente necesidad.
El echar a los indios a las minas de Huancavelica era ilícito e injusto.
El fin debido, dice el, falta en este tributo sin duda alguna, suponiendo que no es remediar la necesidad de este reino ni los reinos de España, sino tener que defender la fe en los reinos extraños y para sustentar as guerras de Flandes y Alemania. Porque, aunque este fin es santísimo y piísimo, pero no es el que puede justificar los tributos. Pero estos no los justifica la necesidad de los reinos extraños y de la iglesia universal, sino la necesidad de conservar la fe y paz y mantener justicia en los propios reinos. Porque no está obligado el Rey de España a acudir a todas las necesidades de la Iglesia, ni puede, imponiendo tributos para acudir a ellas. Ni las repúblicas y reinos de España están obligadas a dar tales tributos, porque, aunque sea bueno este fin, no es, respecto destas personas, de obligación sino de supererogación; ni de precepto, sino de piedad y equidad. Y los tributos han de ser impuestos para las cosas necesarias o convenientes de los mismos reinos en que los pagan, no de otros extraños. Si al rey de sus tributos justos y tesoros le sobrara con qué hacer tales guerras a los herejes y ayudar a los católicos y a la iglesia, fuera justo y santo. Pero, para ese fin, poner tributo y tal tributo, no lo es ni puede ser. Porque ni se contiene en los límites de los justos tributos ni hay la santa y presunta voluntad de las repúblicas que los pagan para que sea justo hacerles contribuir por fuerza a tributo tan voluntario y fuera de su obligación. Y véase claramente ser esto así, porque, si este tributo para estas guerras de la iglesia y contra herejes y bien de la fe católica se pudiera imponer justamente, pertenecía más al Papa, a quien incumben esto fines, poner este tributo temporal en orden a lo espiritual que al reino de España. Y ninguno dijo ni soñó jamás que el Papa pudiese pedir tal tributo.
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