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Por De Pronto, Hay Que Precisar Que Tanto El Cuerpo Como El Alma Del Hombre Han Sido Creados Por Dios, Igual Que Toda Otra Realidad. Vimos, Además, En Su Momento Que La Creación No Es Un Suceso Que Aconteciera En El Inicio Temporal Del Mundo Y Cesara De


Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  531 Palabras (3 Páginas)  •  478 Visitas

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Por de pronto, hay que precisar que tanto el cuerpo como el alma del hombre han sido creados por Dios, igual que toda otra realidad. Vimos, además, en su momento que la creación no es un suceso que aconteciera en el inicio temporal del mundo y cesara después. La creación es estrictamente contemporánea de todas las fases evolutivas, trascendiendo todo tiempo la Causa creadora. Por otra parte, hemos insistido en la compatibilidad entre creación y evolución. La Causa primera -que es causa del ser -no excluye la presencia de otras causas- del devenir a las que llamamos causas segundas. Lo que es preciso mantener, entonces, es que no hay inconveniente en aceptar que en el origen del cuerpo humano hayan intervenido causas segundas integradas en el devenir evolutivo. En cambio, las causas segundas biológicas no pueden dar cuenta del surgimiento del alma espiritual humana. El alma ha sido causada por Dios en un acto especial de creación, sin la mediación de causas segundas.

Pero con esto no se acaban las precisiones. Porque también hemos recalcado que el cuerpo del hombre no es un cuerpo animal. Es un cuerpo humano. Lo cual se manifiesta en su inespecialización somática, en su pobreza instintiva, en su peculiar ritmo de desarrollo... pero también en rasgos más típicamente personales. El rostro humano es su máxima expresión: el hombre sonríe, llora, mira con ternura o con odio, y es capaz de guiñar un ojo... "La impresión decisiva que siempre recibimos de la corporeidad humana expresa libertad, estabilidad y dirección afines. Esta imagen general de la apariencia exterior del cuerpo humano, la posición erecta, el estar moviéndose libremente frente a un mundo, al cual se experimenta como lo opuesto (ob-jetivo), es la forma como se manifiesta un ser que avanza de un proyecto a otro y tiene ante sí perspectivas ilimitadas" (36). Un ser que es histórico, que tiene biografía y no sólo biología, porque no sólo se comporta respecto a lo que es, sino también respecto a lo que ha sido y a lo que será.

El hombre es una unidad ontológica. La relación de su alma con su cuerpo no es -por utilizar la expresión de Arthur Koelster- la del "fantasma en la máquina". Porque ni el alma tiene nada de fantasmal ni el cuerpo es un complejo mecanismo.

Por tanto, ha de haber una congruencia entre el proceso evolutivo en el que se inserta el cuerpo y el surgimiento del alma que lo hace humano. No cualquier cuerpo puede constituir la materia apta para una formalización anímica. Claro aparece, entonces, que la necesidad de concebir la evolución teleológicamente se hace especialmente perentoria a lo hora de intentar explicar el origen del hombre.

Si la evolución fuera un proceso de transformación mecánica y azarosa, el origen del hombre sería una pura casualidad sin sentido. Y no es posible que el surgimiento de un ser pleno de sentido sea resultado del

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