Pueblos Indigenas
Enviado por nellylopez • 18 de Octubre de 2012 • 1.352 Palabras (6 Páginas) • 461 Visitas
PROCESO DE EVANGELIZACION O PROCESO DE TRANSCULTURACION
EVANGELIZACIÓN Y CONQUISTA
El marco general: una evangelización al amparo de la Corona
La evangelización de América fue comenzada por hombres todavía
medievales. De acuerdo con la tradición medieval, el Papa Alejandro VI
concedía a los Reyes de España, por la bula Inter Coetera del 3 de mayo de 1493,
el señorío sobre las tierras descubiertas junto con la exclusiva para la
evangelización del Nuevo Mundo, ordenándoles que enviasen misioneros a las tierras recién descubiertas9
. En virtud de una teoría política medieval conocida
hoy como "teocracia pontificia", se consideraba que, siendo Dios Señor del
mundo, su Vicario en la tierra (el Papa) podía entregar el poder temporal de los
reinos paganos a príncipes cristianos con la finalidad de que los evangelizaran.
La experiencia medieval de la evangelización de los pueblos centro y
noreuropeos hacía pensar que la conversión del jefe al cristianismo o, en su
defecto, el sometimiento político a un rey cristiano, eran medios necesarios para
lograr la conversión de los pueblos paganos. En consecuencia con esta donación
pontificia, los reyes españoles se sentirán responsables de la cristianización de
los pueblos americanos, hasta el punto de entender que el cumplimiento de esa
obligación de evangelizar legitimaba su soberanía temporal sobre dichos
pueblos.
Con esto, la conciencia cristiana medieval ofrecía a la Corona española una
justificación para su soberanía política en América; pero ofrecía algo más,
ofrecía también un elemento de referencia –externo a la simple razón de
Estado– para someter a examen continuo las acciones en que se concretaba el
ejercicio de esa soberanía. Un Estado que se autoentiende como instrumento de
evangelización justifica su intervención sobre los pueblos paganos por el
objetivo cristianizador; sin embargo, justo por aceptar el compromiso de
construir una sociedad cristiana, su intervención será siempre criticable,
cuestionable, corregible, porque el ideal cristiano servirá de punto de referencia
para medir el nivel de validez, acierto, y justicia de sus acciones.
Es así como la Corona española se nos presenta como eje de la
evangelización de América. Su Majestad Don Juan Carlos I decía en sus
palabras de bienvenida al Papa Juan Pablo II con motivo de su primera visita a
España, el 31 de octubre de 1982: "El título de Católicos fue concedido a los reyes
de España con anterioridad a la división de los cristianos. Ese nombre, que a
veces se ha entendido polémicamente como denominación de una parte sólo de
la cristiandad, era un título integrador". Obviamente, la división a la que aquí se
refiere el Rey es el cisma protestante. Pero lo que nos interesa aquí es anotar que
ese carácter integrador de pueblos que ha tenido el título de Rey Católico se
fundaba, para la expansión americana, en la misión evangelizadora: la
integración de los pueblos en el conjunto de la Monarquía hispana no estaba
conseguida cabalmente mientras no se lograba su conversión al cristianismo.
Será justamente este carácter misionero (de comunicador del Evangelio) lo que
disparará la capacidad de la Monarquía hispana para conocer, contactar y
entrar en diálogo con los diversos pueblos, dotándola de su sentido
verdaderamente integrador, que quedará plasmado políticamente en la no
eliminación de la pluralidad de reinos conforme se incorporen a la Monarquía,
sino que, por el contrario, ella misma se entenderá a sí misma como un conjunto
de pueblos con personalidad jurídica propia pero unidos bajo la obediencia al
mismo rey y bajo la común fe católica10
. Al mismo tiempo, para los misioneros,
sólo la integración de los pueblos indígenas en el conjunto de la Monarquía garantizaba que su primera conversión pudiese encontrar los medios para
madurar en una organización cristiana de la vida y conservarse con
posibilidades de desarrollo futuro.
Ya desde el segundo viaje de Cristóbal Colón a América los Reyes
Católicos se preocupan por el establecimiento de la Iglesia en las nuevas tierras
y, en efecto, entre los viajeros de entonces marchará un primer grupo de
sacerdotes bajo la dirección de fray Bernardo Boil, fraile mínimo nombrado –a
petición real– vicario pontificio para las Indias, es decir, representante
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