Repercusiones en la Edad Media
Enviado por melanyvilchez21 • 17 de Octubre de 2014 • Tesis • 2.792 Palabras (12 Páginas) • 351 Visitas
“El cuerpo de la mujer cristianizada”
Repercusiones en la Edad Media
Daniela Alonso
INDICE
Introducción
1. Un acercamiento a la mujer de la Edad Media
2. Significaciones sobre el cuerpo femenino: La mujer entre la alabanza y la misoginia; cuerpo de Eva, Magdalena y la Virgen María
3. La mujer es al hombre lo que el cuerpo es al espíritu. Conceptualizaciones sobre los distintos valores del cuerpo
4. Comentarios finales
“La belleza del cuerpo solo reside en la piel. En efecto, si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel la visión de las mujeres les daría nauseas”.
Odon de Cluny
El cuerpo femenino ha sido objeto de interés desde los orígenes de la sociedad: el hombre siempre se ha preguntado por le esencia de la mujer, los teólogos y clérigos han formulado numerosos interrogantes y respuestas frente a lo femenino que se les imponía como lo desconocido.
Se puede afirmar que el cuerpo en la Edad Media es un cuerpo incomprendido, un cuerpo que incita al pecado del hombre y que por esta misma razón es pecaminoso en sí mismo, es un cuerpo que es necesario vigilar, castigar y sacrificar debido a su intrínseca lujuria: por estos atributos negativos, se lo consideró en la Baja Edad Media como la mismísima puerta del diablo, el acceso directo a éste.
Sin embargo puedo afirmar, a partir de los autores trabajados, que es un cuerpo ambiguo porque en la misma época histórica en la que estoy situando mi análisis, es un cuerpo glorificado y alabado, encarnándose dichas propiedades en la figura de María como madre de Jesús a partir de su devoción por la humanidad y su virginidad. La mujer está siempre entre ser santa o hereje, mediando entre los hombres y Dios o el diablo. En este punto va a ser de gran importancia hacer también un recorrido por la figura de Magdalena y la importancia que la práctica de la confesión y el perdón adquirieron en la misma.
A partir de estas breves puntualizaciones me propongo indagar en el presente trabajo dos cuestiones:
• Por qué en la Edad Media recayeron sobre el cuerpo de la mujer y no sobre el del hombre los atributos de ser una bisagra entre un cuerpo denigrado y un cuerpo santificado, y un segundo interrogante que se deduce del primero
• Por qué es posible afirmar que el cuerpo femenino representa una condensación de esas dos características.
Por lo tanto, el trabajo que realizaré esta situado en la Edad Media y los influjos de la cristianización sobre el cuerpo femenino.
Para dar cuenta de ello, creo fundamental partir de las conceptualizaciones de Claudia Opitz sobre la “Vida cotidiana de la mujeres en la Baja Edad Media” ya que proporcionará un acercamiento al rol de la mujer en esa época y permitirá, a su vez, situarlo en relación a la práctica del Poder.
Los aportes de Caroline Walter Bynum seguirán en línea con la primera autora pero pondrán mayor énfasis en la relación íntima entre Cristo y la mujer.
Todo esto servirá como marco contextual para el desarrollo propiamente dicho sobre el cuerpo femenino y sus representaciones que oscilan entre el cuerpo de Eva, Magdalena y María, que dotan a la mujer de aquellos atributos ambiguos que pretendo dilucidar. El texto de Jacques Dalarun será considerado como fuente primaria y los dos restantes como secundaria.
Un acercamiento a la mujer de la Edad Media
Como lo he explicitado en la introducción, el cuerpo siempre ha sido objeto de análisis e interés. Pero es menester contextualizar los desarrollos sobre el mismo ya que lo que entendemos hoy día por cuerpo (como cuerpo sexuado y libidinal) difiere en gran medida del cuerpo de la Edad Media como cuerpo ambiguo y problemático desde el mito bíblico: cuerpo satánico - cuerpo santificado.
Partiré de la afirmación de que las connotaciones y significaciones del cuerpo son paralelas de la época histórica y de la vida cotidiana de la que la mujer es parte.
Siguiendo a Opitz, es conocido el hecho de que la sociedad medieval era particularmente masculina, en el sentido de que el hombre era considerado superior a la débil mujer que estaba bajo su poderío y de la que no se sabía nada sobre sus deseos ni anhelos. Su rol le era adjudicado y recién en el siglo XII se empiezan a producir transformaciones que llevan a una relativa independencia, como el acceso al mercado laboral. Sin embargo, la mujer siguió sometida al poderío del hombre, amo y señor de su cuerpo.
Esta hegemonía masculina se ve reflejada en el matrimonio y la familia como lugar principal para las mujeres. El matrimonio era caracterizado por la iglesia cristiana como una unión indisoluble, de por vida basada supuestamente sobre el común acuerdo y consenso entre los conyugues. Remarco “supuestamente” porque la autora señala que eran los padres quienes elegían a los pretendientes de sus hijas como una forma de mantener o adquirir nuevos bienes, a pesar de la doctrina proclamada por la iglesia. La unión religiosa se llevaba a cabo por la voluntad de los padres y aquellas que no estuvieran avaladas por éstos eran consideradas nulas. En este punto se ve el papel central que ocupa la familia como núcleo de decisiones que oprimen a la mujer y la impulsan a contraer matrimonio siendo muy pequeña y domando su cuerpo para que aprenda a serle leal a su futuro marido, siendo presa de sus caprichos: “La opresión especifica de la mujer por medio de la concertación del matrimonio reside (…) en la reducción de su existencia al lado de un hombre para atender a sus intereses y necesidades, en el control de la sexualidad y del cuerpo femenino y en la deformación psíquica de la esposa, a la que considera una extraña” .
No obstante, muchas mujeres pensaban en el casamiento como una ventaja ya que veían al esposo como un protector frente al desamparo al que la sociedad las empujaba y la excesiva pobreza. Otras, se refugiaban en las paredes del convento y aceptaban el voto de castidad como un camino posible para escapar del matrimonio.
Retomando el cuerpo femenino, el esposo no solo podía hacer uso de su violencia si lo creía conveniente sino repudiarla por mala conducta o por ser estéril, ya que el rol principal de la mujer era darle muchos hijos entendidos como futuros herederos de los bienes y del nombre de la familia. Si la mujer tenía relaciones extramatrimoniales era fuertemente penada hasta con la muerte pero si la falta provenía del marido, según el derecho del señorío, éstos quedaban totalmente exentos y libres de todo cargo.
Hasta aquí mostré el sometimiento del que la mujer, su cuerpo mas precisamente, era presa en el ámbito
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