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Reporte Leer así de sencillo


Enviado por   •  25 de Octubre de 2013  •  753 Palabras (4 Páginas)  •  284 Visitas

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Leer así de sencillo

Pablo Mora Márquez

Un lector estará aprendiendo a leer siempre. Pues leer, esa compleja operación de atribuir sentido y significado a los signos que nos rodean, es una habilidad que siempre puede ser perfeccionada. Leemos el rostro y el gesto de un interlocutor; leemos una pintura o una fotografía; leemos un mapa, un diagrama una señal de tránsito. Leemos el mundo.1Leemos también palabras y textos. Siempre que he hablado de lectura en este libro, me he referido a la lectura y la escritura de textos que es, por así decirlo, la lectura por antonomasia, la lectura prototípica. Pero no es descabellado referirse a la lectura de otros sistemas de signos, de otros códigos, porque sin esa lectura los textos serán sistemas vacíos. Los textos valen porque se dan en un contexto; porque son signos que se remiten a un sistema de signos más amplios, que los abarca. La lectura, la lectura de textos, comienza, como ha dicho Paulo Freire, por la lectura del mundo. En un lector, una y otras lecturas se esclarecen, se enriquecen, se complementan; arman un juego de espejos; son mutuamente imprescindibles. No existe oposición entre la lectura del texto y la lectura del mundo. Por el contrario, el paso de una a otra hace crecer nuestra conciencia. Fui alfabetizado en casa, sin que me diera cuenta, con la misma naturalidad con la que aprendí a hablar. Había libros y revistas. Mi madre y mi padre leían, nos leían a mí y a mis hermanas, y nos contaban cuentos, episodios históricos, noticias astronómicas, estampas de viajes y de la vida animal. Mi padre era un cuentero más que respetable; algún día, mucho tiempo después, descubrí que, como buen cuentero, no vacilaba para apropiarse historias ajenas; cada vez que he tropezado con las fuentes librescas de sus relatos he vuelto a sonreír y agradecerle que nos los diera así, sin más explicación que la narración misma. Las lecturas eran otra cosa; allí en las manos de mis padres estaba el libro, ese objeto codiciable que podía llegar a las mías. Poco a poco fueron llegando mis libros: los que me regalaban, los que me ganaba, los que me llevaban a comprar. No recuerdo cuál fue el primero que compré con mi propio dinero, pero debe haber sido muy temprano en mi vida. Que el dinero pudiera ser cambiado por libros era una clara demostración de su importancia. Pasaron muchos años para que yo me diera cuenta de que munditos como el mío, donde todos leían, eran espacios de excepción. Quizá nunca me lo pregunté hasta que me vi convertido en maestro y lo descubrí en mis alumnos en la forma de analizar y entonar.

Dice Freire; "el acto de leer no se agota en la descodificación pura de la palabra escrita o del lenguaje escrito, sino que se anticipa y se prolonga en la inteligencia del mundo. La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no puede prescindir de la continuidad de la lectura

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