Representaciones penitenciarias. El caso Ushuaia 1895-1930

Estado de la cuestión

“Representaciones penitenciarias. El caso Ushuaia 1895-1930”

Aburto Julieta

Tapia Maximiliano

Catalán Florencia

Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

 El presente trabajo está destinado a abordar la temática de las representaciones de la Penitenciaria de Ushuaia, construida a partir de 1895, en el marco del proyecto de modernización penitenciaria de fines del siglo XIX.

 Partimos de la premisa de que las representaciones de esta Penitenciaría oscilan en dos principales vertientes: la imagen que tiene el estado y la imagen que tienen los presos. Por un lado, para el estado la Penitenciaría era un símbolo de “civilización” en el “desierto”; mientras que para los presos, que provenían de provincias del Norte será considerado el peor castigo, ya que le temían a aquél espacio “tan alejado, tan frío” y sobre todo porque estarían más vulnerables a sufrir los más cruentos castigos.

Reflexiones anteriores

 Tomando a Lila Caimari en “Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la argentina (1880-1955)”, podemos observar una construcción, o mejor dicho, una reconstrucción del imaginario colectivo de aquellas épocas, más precisamente entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, sobre las nociones del criminal y sus respectivos castigos; es decir, como se veía al criminal dentro de esos dos mundos que coexistían: el de “adentro” y el “afuera”. Esta autora toma principalmente la Penitenciaria Nacional de Buenos Aires pero también vemos que focaliza brevemente en la Penitenciaría de Ushuaia.

 Siguiendo a esta autora y haciendo hincapié en la Penitenciaría de Ushuaia, podemos notar que esta era vista como un “infierno” para aquellos convictos que eran trasladados hasta el sur argentino, ya sea  por su lejanía de la provincia de Buenos Aires, como así también por el famoso “frío patagónico” y la escasa población que se hallaba en esa época. Podemos notar que este distanciamiento geográfico del penal de Ushuaia implicaba la privación del contacto con los familiares, agravando así la pena y afectando las posibilidades de rehabilitación de los penados.

Caimari asimismo nos aproxima a una idea sobre el castigo que se aplicaba a los reclusos en la Penitenciaría de Ushuaia, régimen aplicado de modo diferente en aquella prisión. En la década del 1940, el castigo aplicado era más bien parte de un proyecto modelador que requería de un control de las sanciones que se aplicaban en el pasado, podemos suponer que estos castigos formaban parte de una corrección de rumbo por parte del recluso como así también una corrección moral.

La pena penitenciaria estaba atravesada por una ideología “desde arriba”, una reforma que extendía sus instrumentos modeladores  hacia las clases bajas, que formarían el grueso de la población carcelaria.

Asimismo, en el imaginario colectivo se creía que allí iban a parar los criminales más peligrosos, pero Caimari nos demuestra que se trata de criminales reincidentes por delitos a la propiedad privada, mayoritariamente.

 También tomamos a las autoras Mariana Liguor y Valeria Kohan en su ensayo “La jaula geográfica”,^[1] en la cual hacen referencia a las penitenciarías de Ushuaia y de Rawson. Para estas autoras, “la Penitenciaria de Ushuaia fue uno de los más crueles espacios  de  detención  de  la  historia  punitiva  argentina, donde la violación sistemática de los derechos humanos estuvo a la orden del día. El control de la vida fue monopolizado por el ejercicio del poder discrecional de directivos y personal del presidio, que fusionaban prácticas de control soberano, adjudicándose incluso el derecho de muerte de los reclusos”. Así, el escenario de esta institución se caracteriza  por el abuso de autoridad y la falta de formación del personal penitenciario, los castigos inhumanos, las malas  condiciones de  vida, etc.

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