Revolución Argentina (1966-1973)
Enviado por Dani Todero • 10 de Abril de 2016 • Trabajo • 2.221 Palabras (9 Páginas) • 244 Visitas
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En la madrugada del 28 de junio de 1966, las tropas del Ejército rodean la Casa Rosada. Alrededor de las cinco y media de la mañana, el general Julio Alsogaray, junto a un grupo de coroneles, ingresa al despacho del presidente Arturo Illia y le anuncia que las Fuerzas Armadas han tomado el poder. Illia le recrimina su actitud sediciosa y le pide que se retire. Horas después, el mismo grupo de oficiales vuelve con nueve policías federales armados para desalojar por la fuerza al presidente y a todos sus colaboradores. Mientras se retira del Palacio de Gobierno, el mandatario vaticina: "Algún día, los responsables se avergonzarán ante sus hijos por lo sucedido".
Con el peronismo proscripto, la fórmula Arturo Illia-Carlos Perette gana las elecciones de julio de 1963 con el 25,15% de los votos. Illia es un radical cordobés de la línea del exgobernador Sabattini, que simpatiza con el ala progresista del partido.En octubre de ese año, asume el nuevo gobierno democrático, integrado por profesionales y por pequeños empresarios, que le dan un marcado estilo patriarcal y honesto a la gestión.
Onganía es un militar duro y autoritario, sin experiencia política, católico practicante y nacionalista a ultranza. Está convencido de que el Ejército está por encima de la política y cree que el sistema democrático es la madre de todos los vicios. En los primeros meses de gobierno, Onganía deja en claro su plan: disuelve el Parlamento, prohíbe la actividad de los partidos políticos y confisca sus bienes. La actividad sindical es desarticulada y acallada con violencia. Pero el eje principal de la represión está puesto en el comunismo y, especialmente, en la militancia universitaria. Para Onganía, la actividad política estudiantil es un ejercicio de gimnasia subversiva y el caldo de cultivo de lo que él llama "la infiltración ideológica". Por eso, su gobierno decide la intervención de las universidades y la quita de su autonomía académica.
El 29 de julio de 1966, la Policía Federal reprime a un grupo de alumnos y de profesores en la Universidad de Buenos Aires, hecho que pasa a la historia como La Noche de los Bastones Largos. Esto motiva numerosas renuncias docentes y un éxodo masivo de intelectuales. En agosto se disuelven las asociaciones estudiantiles y en septiembre la represión se cobra su primera víctima en Córdoba: Santiago Pampillón es abatido por la policía en una manifestación callejera. La censura se convierte en una herramienta habitual del régimen. No solo la sufren los medios de comunicación sino también las costumbres: se persigue a las parejas en las plazas, se clausuran locales nocturnos, no se permiten ni las minifaldas ni el pelo largo en escuelas y en oficinas públicas. El cierre de la revista de humor Tía Vicenta precede a una serie de clausuras de empresas periodísticas. La revista ilustra su tapa con una morsa, animal con el que solía identificarse al presidente Onganía, y con un epígrafe: "La era de la morsa ha comenzado". La ola de prohibiciones no solo alcanza a las publicaciones opositoras. Cuando Primera Plana publica un artículo sobre los enfrentamientos entre el general Alejandro Agustín Lanusse y el presidente, el Gobierno clausura el semanario, desde cuyas columnas se había forjado pacientemente la imagen de Onganía y de la Revolución. Para el presidente, la Revolución no tiene plazos sino objetivos. Onganía anuncia las tres etapas de su programa de gobierno, inspirado en las Bases de Alberdi: el tiempo económico, destinado a lograr la estabilidad; el tiempo social, en el que se distribuirían las riquezas alcanzadas en la etapa anterior, y finalmente el tiempo político, en el que se llevaría a cabo la transferencia del poder a nuevas organizaciones representativas de la sociedad, lo que desplazaría a los partidos políticos tradicionales. El encargado de crear las condiciones necesarias para iniciar el tiempo social es el ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena, un economista liberal cercano a los organismos financieros internacionales y asesor de empresas extranjeras. A comienzos de 1967, Vasena y su equipo de técnicos liberales presentan un plan de desarrollo industrial basado en las inversiones extranjeras. El Plan Vasena busca una estabilidad prolongada. Para ello, devalúa la moneda un 40%, elimina los controles cambiarios y, con los sindicatos sometidos, se congelan los salarios por dos años.
El Estado pide un préstamo al Fondo Monetario Internacional y renueva los contratos petroleros, decidido a desnacionalizar la economía a favor de las corporaciones extranjeras. El gobierno de facto se mueve en la contradicción: propone un plan modernizador desde la economía, pero ultraconservador en los ámbitos universitario y cultural. A principios de 1968, el movimiento sindical está dividido: por un lado, las 62 Organizaciones, dirigidas por Augusto Vandor, tienen una línea colaboracionista con el Gobierno. Las 62 en pie, en cambio, no convalidan el régimen militar, pero tampoco mueven a los trabajadores en su contra. En marzo nace en la CGT un sector de oposición dirigido por Raimundo Ongaro. Aunque desafían sin éxito al Gobierno, los conflictos en el interior y la aparición de cuadros sindicales, como el de Agustín Tosco, le dan nueva vida a la resistencia. En mayo de 1969, el descontento general promueve en Córdoba un movimiento popular conocido como el Cordobazo, con el que se desmorona el mito del orden del gobierno de Onganía. El Cordobazo agudiza las diferencias surgidas en la cúpula militar y hace circular rumores de un posible derrocamiento. En ese clima de crisis, el general Pedro Eugenio Aramburu, ex presidente de facto, comienza a promover una salida negociada a través de los partidos políticos. Su objetivo es llevar a la presidencia a un hombre aceptado por las Fuerzas Armadas, siendo él el principal candidato. Pero Onganía simplemente anuncia la inminencia del tiempo social y no da señales de un próximo calendario electoral.
El tiempo político seguía pospuesto para un futuro lejano, y solo la intensidad de la protesta parecía poder debilitar el régimen. Para algunos ideólogos del régimen, la dureza del Gobierno no es suficiente para asegurar el éxito de la Revolución.
La violencia ejercida contra los estudiantes va radicalizando, cada vez más, los comportamientos de los jóvenes universitarios. Nuevas y más intensas huelgas, reiteradas protestas estudiantiles y la aparición de las primeras organizaciones guerrilleras, al calor de la experiencia cubana, muestran que algo está cambiando en el país.
Con la autoridad resentida frente a la inmanejable conmoción social, jaqueado por la economía, Onganía intenta aliarse con Augusto Vandor y así postergar para un futuro indefinido la reanudación de la política partidaria. Pero en junio de 1969, el asesinato del líder sindical interrumpe el acuerdo y deja aislado al Gobierno. La muerte de Vandor es el primero de una serie de asesinatos políticos que establecerían una nueva práctica en la política argentina. En mayo de 1970, un grupo armado secuestra y luego ejecuta al general Aramburu. En un principio se desconocen los autores del hecho, y la desaparición de quien muchos ven como el candidato para una transición hacia una salida electoral genera todo tipo de sospechas.
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