SOCIALISMO UTOPICO
Enviado por chinojackson1 • 13 de Marzo de 2013 • 2.950 Palabras (12 Páginas) • 824 Visitas
Surgimiento de un “discurso científico” de lo social: socialismo utópico, el marxismo y el positivismo.
La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
SOCIALISMO UTOPICO
La expresión "utopía" significa plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable ya desde el mismo momento de su formulación. Proviene de "Utopía", obra escrita por Tomás Moro, intelectual, político y humanista inglés (S. XV-XVI). En ella teorizaba acerca de una isla de ese nombre que era ideal y perfecta.
Durante las primeras décadas del desarrollo industrial, hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, muchos intelectuales tomaron posición frente a los cambios económicos y sociales que se estaban produciendo. Para los que se identificaron con las ideas liberales, la nueva sociedad capitalista constituía un innegable progreso que devendría en un futuro mejor para toda la humanidad. Otros pensadores, sin embargo, advirtieron sobre las injusticias que el nuevo orden económico y social estaba provocando y se pronunciaron críticamente contra el industrialismo.
Algunos intelectuales críticos propusieron modelos de organización de la producción y de la sociedad basados en principios opuestos a los del individualismo liberal. Defendían valores como la solidaridad social, el mutualismo o el cooperativismo, y fueron denominados "socialistas utópicos".
El "socialismo utópico" no constituyó una corriente de pensamiento homogénea, pero los ideales expresados por sus representantes más lúcidos contribuyeron a cimentar las bases del pensamiento socialista del siglo XIX.
Friedrich Engels (1820-1895) fue un filósofo alemán que, junto con Karl Marx, impulsó una corriente de pensamiento a la que denominaron "socialismo científico". Con esta denominación buscaban diferenciarse de los "socialistas utópicos", a quienes criticaban por no haber planteado una lucha frontal contra la burguesía capitalista. Sin embargo, en sus primeros escritos, Engels describió y caracterizó a la nueva sociedad industrial tal como lo hacían algunos pensadores del "socialismo utópico" contemporáneos.
El término socialismo utópico fue acuñado en 1839 por Louis Blanqui, aunque alcanzó notoriedad tras el empleo que de él hicieron Marx y Engels en su "Manifiesto Comunista". Éstos consideraban que los pensadores utópicos, aunque bienintencionados, pecaban de idealismo e ingenuidad. Para impedir ser confundidos con ellos, etiquetaron su propia teoría con el calificativo de "científico".
Los socialistas utópicos consiguen llevar a cabo sus teorías, parcialmente y en pequeñas dimensiones. Proyectan ciudades agrarias autosuficientes en las que la propiedad es colectiva. Sus teorías están teñidas de un cierto romanticismo, donde el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad capitalista quien le corrompe.
Saint-Simon, Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825) está considerado como el creador de la primera doctrina socialista. Afirmaba que el gobierno político debía ser sustituido por un gobierno económico de los industriales, dirigentes y obreros; y que la autoridad de los hombres sería reemplazada por la administración de las cosas.
Charles Fourier (1772-1837) es uno de los socialistas utópicos más destacados. Proyecta los falansterios: comunidades agrícolas autosuficientes de unas 1600 personas, pero donde subsiste la propiedad privada.
Louis Blanc (1811-1882) es otro destacado socialista utópico, que acepta la burguesía. Él ve en el proletariado todas las virtudes, y por lo tanto debe existir la burguesía para que exista el proletariado. Acepta el Estado y lo concibe intervencionista en economía.
Otro de los grandes socialistas utópicos fue François Babeuf (1760-1797) que pretendió, durante la Revolución francesa, no sólo la colectivización, sino instaurar una auténtica dictadura del proletariado.
Etienne Cabet (1788-1856) abogaba por una colectivización total, con una igualdad plena de los ciudadanos, incluso en el vestido, y por una planificación y programación integrales de la economía: almacenes públicos y gratuitos. No tendrían sentido ni los partidos políticos ni la libertad de expresión, ya que sólo hay una forma de hacer bien las cosas.
Robert Owen (1771-1858) fue un ardiente promotor de las asociaciones obreras. Pretendía remunerar según las necesidades y no en función de las capacidades de los obreros. Para él el beneficio empresarial era una injusticia; y la causa de las crisis económicas, ya que el trabajador no puede comprar lo que produce. Propuso suprimir el dinero y sustituirlo por bonos de trabajo.
Louis-Auguste Blanqui fue un jefe revolucionario, durante la Revolución francesa, que no quería un partido de masas, sino una élite revolucionaria. El pueblo debía ser sometido a un proceso de educación en el que se le inculcara la idea de verdadera libertad, para lo que sería necesario un proceso de dictadura del proletariado.
"Todos los utopistas comparten la noción de que el hombre es fundamentalmente bueno y que atesora en su naturaleza ricos elementos germinales de sociabilidad y cooperación. El exasperado sentimiento posesivo que nace de la propiedad privada a la que se rinde culto casi religioso, el apetito de lucro, el impulso competitivo, y otras condiciones incubadas por la sociedad capitalista, pervierten al hombre y entorpecen la marcha de su perfeccionamiento y su felicidad. Por consiguiente, dicen los utopistas, basta con apelar a aquella naturaleza fundamentalmente propicia para anular las influencias corruptoras del medio y producir la gran reforma social. Esta reforma se concreta en los siguientes puntos principales: socialización de los instrumentos de producción, empezando por la tierra. Supresión de la herencia, que contribuye a crear la riqueza injustificada y excesiva. Supresión de la moneda y sustitución de ésta por bonos de trabajo. Supresión del sistema de empresa competitiva privada, y sustitución de la misma por un sistema de cooperación destinado a producir lo que la colectividad necesita para su consumo directo.
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