Socialismo Utopico
Enviado por carlosvalora • 4 de Marzo de 2013 • 7.158 Palabras (29 Páginas) • 673 Visitas
Introducción.
El socialismo utópico propugnaba una sociedad donde no hubiera explotadores ni explotados, y donde reinara la felicidad y la armonía entre los hombres. Para conseguirlo debían aprovecharse las ventajas de la industrialización y del trabajo colectivo, organizando ambos de un modo igualitario.
Sus ideólogos más conocidos fueron Saint Simon, Blanc, Owen y Fourier. Casi todos ellos, pero en especial los dos últimos, alcanzaron una gran popularidad.
Las ideas llamadas socialistas, que buscaban la igualdad de condiciones para todos los hombres, no eran nuevas para entonces. Su origen se remontaba al mundo griego, especialmente la obra de Platón, y a autores del siglo XV que plantearon teóricamente esa posibilidad como Tomas Moro en La utopía y Tomás de Campanela en La ciudad del sol, entre otros. Muchas de tales ideas fueron retomadas por la ilustración.
Las duras condiciones de la revolución industrial y la gran injusticia social que generó estimularon una nueva forma de pensamiento igualitario: el socialismo utópico, llamado así por su romanticismo e idealismo. Concebía, una sociedad perfecta y la creación del reino de la felicidad, del cual debían participar todos los hombres sin excepción. El socialismo utópico tuvo así un marcado carácter moralista y ético.
Socialismo utópico.
a) Utopía. Tomas Moro.
El concepto utopía designa a la proyeccion humana de un mundo idealizado, donde utopía es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas.
El relato trata de una República en al que todos sus habitantes han alcanzado la felicidad. Ésta, la alcanzan por las organización, que creen que es la mejor y única del Estado. Es un país en el que no existe nada privado, todo es común y por lo que nadie teme carecer de nada. Sus habitantes son ricos aunque nada posean. En resumen, el bien público está por encima del particular.
Descripción de la Isla.
Utopía recibe su nombre de su conquistador Utopo, ya que su anterior nombre era Abraxa.
En realidad, Abraxa no era una isla natural, sino que Utopo la primera medida que tomó tras la conquista fue cortar el istmo de quince millas que la unía al continente, trabajo que hicieron al unísono todos los habitantes de la isla y todos los soldados de su ejército.
La isla tiene cincuenta y cuatro ciudades, todas iguales y separadas unas de otras de tal manera que nunca se tarde en llegar a la más cercana más de un día.
Su capital es Amauroto, situada en el centro de la isla, y aunque todas las ciudades son iguales, Amauroto se distingue porque en ella está el Senado.
Las ciudades también son iguales en lengua, costumbre, instituciones y leyes; además la distribución del terreno es prácticamente igual para todas, y ninguna de ellas siente el deseo de ensanchar sus confines, ya que sus habitantes se consideran cultivadores de las tierras y no sus dueños. Para el cultivo de las tierras intervienen todos sus habitantes, lo hacen por turnos y por familias, ocupando unas casas que el Estado tiene distribuidas y equipadas con los instrumentos necesarios. El tiempo exacto de permanecer en el campo es de dos años, y después regresan a la ciudad, por lo que todos los habitantes conocen las tareas del campo. Los agricultores a su vez, crían animales y transportan a la ciudad sus productos. Cada familia tiene cuarenta miembros, y cada treinta familias se le señala un Filarca.
Las ciudades.
En Utopía, conociendo una ciudad se conocen todas, por lo que su capital, Amauroto, se extiende en la ribera de un gran río navegable hasta el mar, y el puente que la une a la otra orilla es alto para que los barcos pasen sin peligro.
Hay otro pequeño río que nace en el mismo monte donde está la ciudad, del que se canalizan sus aguas a todas las zonas bajas de la ciudad; que además también aprovecha el agua de lluvia recogida en grandes cisternas.
La ciudad está rodeada de una muralla alta y maciza, y por un pozo seco y profundo. Pero lo que más llama la atención a cualquier visitante extranjero son las casas y concretamente sus puertas que no se cierran nunca, para que pueda entrar todo el que desee ya que no existe propiedad privada; y se cambian por sorteo cada diez años. Cada casa tiene su huerto.
Los magistrados.
Cada treinta familias eligen un magistrado al que denominan “Filarca” o “Sifogrante”. Cada diez filarcas eligen un jefe entre cuatro candidatos elegidos por el pueblo. El cargo de jefe es vitalicio, a menos que sea depuesto por intento de tiranía, el que solicite un cargo público jamás llegará a conseguirlo.
Ningún magistrado se muestra terrible y orgulloso, se le rinden honores aunque nadie esta obligado a tributárselos.
Cada tres días se reúne el Senado para tratar asuntos de Estado, nada se decreta si no ha sido discutido en el Senado con tres días de antelación (ningún problema se discute en el día de su presentación, se demora a la reunión siguiente) “Primero se medita, después se habla”
Es delito deliberar cuestiones del Estado fuera del Senado, para evitar conjuros.
De algunos problemas se discuten en todas las familias con el Sifogrante que los representa, por lo que todos los ciudadanos participan en las deliberaciones.
Oficios
La ocupación común es la agricultura, aparte se instituye a cada uno para una profesión propia. Las únicas profesiones son: el cultivo y el tratamiento de la lana, el arte de trabajar el lino, los oficios de cantera, herrero o carpintero; las mujeres se encargan de los dos primeros y los hombres del restante.
Los trajes son uniformes en toda la isla, solamente se diferencian según el sexo o la condición de soltero o casado. Cada familia se fabrica sus propios trajes.
Por lo común cada uno aprende la profesión de su padre, pero si por algún motivo alguien tiene otra afición, es adoptado por la familia que tenga ese oficio.
Nadie puede estar ocioso, ni fatigarse por un trabajo excesivo, para no provocar la infelicidad.
Dedican seis horas al trabajo, tres por la mañana antes de comer y tres por la tarde antes de cenar, se acuestan a las ocho y duermen ocho horas. Las horas de ocio deben ser ocupadas por otras aficiones, tales como las letras, la música o el cuidado de los huertos, ya que los juegos de azar están prohibidos.
Al amanecer todos los habitantes reciben clases públicas.
Se podría caer en el error de pensar que con solo seis horas de trabajo no se llegaran a cubrir todas las
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