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San José de Tarbes en Venezuela


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2021  •  Resumen  •  1.862 Palabras (8 Páginas)  •  517 Visitas

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San José de Tarbes en Venezuela

          La Venezuela del siglo diecinueve, una patria joven, recientemente independizada de la Corona Española y sacudida por la consecuente inestabilidad política, social y económica, fue la Venezuela que recibió a las Hermanas de San José de Tarbes, el 13 de Junio de 1889.

          Después de la persecución organizada por el Gobierno de Guzmán Blanco, que llevó al exilio a todos los religiosos y religiosas de la Venezuela naciente, fueron las Hermanas de San José de Tarbes las primeras en pisar nuestra tierra venezolana. Venían, como cosa curiosa,  llamadas por otro Gobierno: el del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl; con ellas se inicia una nueva era en la Historia de Venezuela: Con ellas renace la Vida Religiosa en un país hambriento de fe, de pan y de amor.

          El 25 de Abril de 1889, el Delegado por el Gobierno de Rojas Paúl y la Madre María de la Encarnación, Superiora General de  entonces habían firmado el Contrato mediante el cual se les entregaban, a las Hermanas, la administración de distintos Hospitales de la Capital.

          Un mes más tarde, el 24 de Mayo, a bordo del "Canadá", partían rumbo a Venezuela, dieciocho religiosas, generosas mujeres, quienes, aún a sabiendas de que dejaban definitivamente la patria, la lengua, las costumbres, se sentían alegres, porque iban, por fin, a realizar  su  vocación misionera. Al frente iba la Madre San Simón, mujer de temple, de iniciativas y de valentía  admirables, quien le daría tanto empuje a la Congregación que, en menos de diez años, atendían más de doce obras, tanto educativas como asistenciales.

            Al arribar a las costas venezolanas, el 13 de Junio de 1889, y después de pasar dos interminables días en el Puerto de La Guaira, fueron recibidas por el propio Presidente de la República y por el Arzobispo de Caracas, Mons. Críspulo Uzcátegui, acompañados por una Comisión de Damas  de la Sociedad Caraqueña, quienes les prodigan la más calurosa bienvenida.

            Se instalaron, entonces, en una casa adyacente a la Parroquia San Juan, en Caracas. Esa casa, llena de incomodidades, fue  testigo  mudo de las primeras huellas que dejaron impresas las Hermanas de San  José  de Tarbes, en tierra venezolana.

            Venían a encargarse del Hospital Vargas, pero, en ese  momento aún se encontraba en construcción; entonces, se hicieron cargo, de inmediato, de la Casa de Beneficencia, especie de Asilo Hospitalario para mujeres situada de Mercedes a Salas, en pleno corazón de Caracas; al poco  tiempo, esta Casa se transformó en el conocido Puesto de Socorro de Salas. También tomaron bajo su responsabilidad, los Hospitales de San Pablo y del Hoyo. La labor paciente y silenciosa, nacida del más puro amor que sólo Dios  puede dar, se hizo pronto sentir entre los enfermos. El corazón del  venezolano se abrió, acogedor, a esas mujeres que, si bien no sabían hablar su lengua, sí sabían amar, y eso era lo importante, porque el amor no necesita de palabras.

             Las necesidades de un país como la Venezuela de entonces, eran muchas, y ya, a los pocos meses de su llegada, les piden se encarguen, también, de la educación de las jóvenes. ¿Cómo hacer para abarcar tanto?  Nuevos grupos de Hermanas se prepararon en Francia para venir, ellas también, a sembrar sus vidas en la fértil tierra venezolana. En menos de  cinco años, llegaron a Venezuela más de ochenta religiosas francesas.

             Gracias a las nuevas expediciones, las Hermanas de San José de Tarbes pudieron encargarse, además, de un Asilo de Huérfanas y del  Hospital de Valencia, del Hospital Vargas en Caracas, con más de quinientas camas, del Hospital de Barquisimeto, del Manicomio, en Caracas, del  Leprocomio de Cabo Blanco, del Hospital San Juan de Dios en La Guaira, y  de  los Colegios de Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto y del Internado y Externado, en Caracas.

              Las primeras Hermanas de San José de Tarbes, en Venezuela, trabajaron con tanto esfuerzo y abnegación, que, muy pronto, la naturaleza cobró su parte: El clima, el trabajo agotador hizo estragos entre ellas; antes de los tres años de su llegada, falleció la primera religiosa de   San José de Tarbes en Venezuela; dos años más tarde, muchas Hermanas fueron atacadas por la fiebre amarilla y cinco de ellas murieron muy jóvenes, llenas todavía de la ilusión de servir a los hermanos en tierra misionera.

             Poco a poco, la misión de Venezuela fue adquiriendo  aprecio y prosperidad Rápidamente, las Hermanas conquistaron la confianza, la admiración y la simpatía de todas las clases de la sociedad y la consideración y estima de los médicos.

            Pero lo que conquistó, definitivamente, el corazón de los venezolanos fue el heroísmo llevado a la muerte de muchas de las Hermanas,  en los momentos, tal vez más duros, que ha vivido nuestro país: Las epidemias que se desataron en los años 1898, 1909 y 1918 escribieron una  página  de dolor en nuestra Historia Patria, página que se tornó en gloriosa  por  la abnegación y la entrega heroica de las Hermanas de San José de Tarbes.  En Puerto Cabello, La Victoria y el Rincón del Valle, las Religiosas se encerraron en los degredos con los apestados, cercadas por el cordón sanitario que las aislaba del resto del país; fue tal el amor heroico  que  desplegaron 1as Hermanas, que ya el pueblo no las conocía sino por el nombre de Hermanas de la Caridad de San José de Tarbes y, en reconocimiento a su servicio, el Gobierno, en nombre del mismo pueblo, les erigió  el  monumento que hoy se encuentra en el Cementerio General del Sur.

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