Simbolos Patrios

LOS SIMBOLOS PATRIOS

El hombre durante su vida, pasa gran parte de su tiempo buscando una identidad, vive en sociedades, conforma familias, tiene un círculo de amigos, elige un oficio, una profesión, en fin, establece grupos que compartan su identidad; algunos para bien, son aplaudidos por la sociedad y sus nombres adornan las esquinas de las calles, hasta tienen fechas importantes en el calendario de la sociedad y son recordados con poemas, himnos y corridos que el pueblo canta; otros, digamos conforman grupos menos deseables y también otros de su misma condición los recuerdan del mismo modo, sin embargo son los que queremos que no trasciendan por sus negativas hazañas… algunos otros, su vida no trasciende para nada y vuelven a la tierra como algo despreciable y pronto mueren en el olvido, su herencia es nada.

Cuando el hombre tiene sed de identidad y logra contagiarla, es como el rayo que cae en la hojarasca, y arrasa con todo lo que encuentra a su paso, hace que su sociedad tenga esa misma sed de identidad, necesita un canto, un símbolo, un algo que la historia cuente como algo trascendental, que lo conozcan todos pero a la vez que sea de cada uno, ¿A dónde tiene que mirar?, ¿hasta dónde tiene que hurgar en su pasado para hallar lo que necesita conocer de sí mismo?.

Había una vez, hace mucho tiempo en las tierras del hermoso país de México, después de que hubo arribado un grupo de españoles queriendo conquistar con pelea el país y habiendo convertido aquello en una gran batalla, los nativos de los pueblos de México al no tener muchas armas fueron conquistados por ellos, algunos pueblos se dejaron dominar y vivieron subyugados, sin embargo los habitantes de otros decidieron dispersarse y huir antes que ser dominados, de estos habitantes se conformó un pueblo que con el tiempo los pueblos cercanos conocieron como TOCHTITLÁN (lugar de conejos).

Cuando el dominio comenzó, y sabiendo que a dos madrugadas estaban de que arribaran los extranjeros al pueblo, el consejo de ancianos se reunió alrededor de una fogata para determinar cuál iba a ser el destino de los habitantes, dejarse conquistar o luchar de otra manera para conservar su descendencia, esa noche optaron por dispersarse por familias por los lugares más inaccesibles de las montañas, con la esperanza de que algún día ante alguna señal pudieran nuevamente conformar aquel pueblo que heredaron de sus ancestros, llevaban consigo sus leyendas, sus costumbres pero sobre todo su idioma.

Aquella madrugada que pronosticaba ser una masacre ante aquel que se resistiera al dominio, solamente fue silencio, los habitantes habían huido y desde la cima de las montañas en diferentes puntos, observaron las llamaradas que consumían sus humildes chozas de quiote y hojas secas de maguey…el pueblo se dispersó, simplemente dejó de existir.

Pasaron décadas sobre décadas, cuentan que el dominio se consumó y surgieron nuevas ideas de ser independientes de aquellos que con saña arrebataron lo que no era suyo y estaban sumiendo a la nación en la peor miseria, habiendo eliminado pueblos enteros con sus armas y enfermedades a las cuales los nativos no habían estado expuestos.

Pero desde las montañas donde no hay manera de saber lo que ocurre alrededor, todo gira en subsistir, cultivar el campo y estar a merced de la naturaleza, cuando la lluvia es abundante, la subsistencia es segura, pero cada vez las sequias eran más frecuentes, así fue como diversos grupos de unas cuantas familias empezaron a emigrar de la montaña al valle donde serpenteaba un río en busca de mejores tierras donde poder habitar, bajaron después

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