Sueños de niño
Enviado por orlyto • 6 de Octubre de 2013 • Informe • 646 Palabras (3 Páginas) • 266 Visitas
Evaluación Unidad 4 “Sueños de niño”
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Lee el siguiente texto.
Los sueños mágicos de Bartolo
Cap 1: Bartolo de nuevo
—Alumnos, quiero presentarles a una nueva compañera.
Bartolo levantó el cuello lentamente para ver quién era. No podía creer lo que veía.
—Espero que todos la reciban bien continuó la profesora—. Su nombre es…
—¡Sofía! —gritó Bartolo.
¡Sí, era ella! ¡Era Sofía! Pero, ¿cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?
Sofía se sentó en el banco junto a Bartolo y lo miró sonriendo. Él quería decirle mil cosas y hacerle como ocho mil preguntas, pero las palabras no le salían. Solo atinaba a abrir y cerrar la boca.
—Hola —susurró ella.
Ahora sí que Bartolo pudo hablar.
—¡Hola! ¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo llegaste? ¿Dónde conseguiste el uniforme? ¡Qué linda te ves! ¿Cómo están Pascual, Valentín y Oliverio? ¿Te presto mi cuaderno? ¿Vienes a buscar a tus papás? ¿Quieres chicle?La profesora dejó de escribir en el pizarrón y se dio vuelta.
—Alumno Bartolo, es verdad que dije que todos la recibieran bien, pero al menos podría esperar hasta el recreo, ¿cierto?
Todo el curso se rió. Después de un minuto de silencio, Sofía le habló muy despacio.
—Calma, en el recreo te explico todo. Ahora concentrémonos en la clase.
A Bartolo le costó mucho poner atención. Estaba nervioso y contaba cada segundo para que tocara la campana. En cambio, Sofía se veía muy interesada y tomaba apuntes en el cuaderno que él le prestó. Al fin sonó el esperado talán-talán y salieron al patio.
—Qué entretenido es el colegio —dijo ella.
—¿Entretenido? —respondió él—. Bueno, a veces sí, otras no tanto.
—¿Cuál es tu ramo favorito? —preguntó Sofía.
—Recreo —respondió Bartolo.Ella sonrió, él quiso hablar de los temas importantes.
—Bueno, pero cuéntame todo, por favor. Ya no resisto más.
—Sí, por supuesto. ¿Has visto televisión hoy?
—No —respondió Bartolo, extrañado.
—¿Y has escuchado radio?
—Tampoco —dijo, aun más sorprendido.
—¿Y has hablado por teléfono?
—Menos —contestó, totalmente boquiabierto, patitieso y turulato—. ¿Por qué me haces estas preguntas tan raras?
—Es que hay un problema tremendo, un enredo gigante. Para que lo entiendas bien tenemos que ir a tu casa ahora mismo.
—Está bien, pero ¿y el colegio?
—Es cierto. Bueno, supongo que comprenderán que es por una buena causa.
Salieron escondidos y caminaron hasta la esquina, donde había una moto estacionada.
—¡La moto-silueta de Oliverio! —exclamó Bartolo.
—Sí, gracias a ella viajé desde la cordillera hasta acá. Oliverio fue muy generoso en prestármela. El único problema es que…
—¿Es cuál?
—Es que Oliverio tenía solamente un casco y se le ocurrió hacer otro comiéndose la mitad de una sandía y recortando la cáscara. Si quieres yo uso ese.
—No te
...