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Teatro Del Renacimiento En Italia


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  3.927 Palabras (16 Páginas)  •  727 Visitas

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CENTRO DE INVESTIGACIÓN CINEMATOGRÁFICA

Carrera: Curaduría y Gestión Cultural

Cátedra: Historia del Teatro

Docente: Leticia Llagostera

Alumna: Maria Agustina Mistretta

Turno: Noche

Año: 2013

Monografía: Teatro del Renacimiento en Italia

Introducción:

En la siguiente monografía se trabaja sobre el Teatro del Renacimiento en Italia, proponiendo abordar la siguiente premisa: “Explorar los diferentes factores que determinan el desarrollo del teatro del Renacimiento en Italia nos permite trazar los orígenes del teatro como lo conocemos hoy en día”.

En este sentido se propone en primer lugar abordar lineamientos generales acerca del teatro en el renacimiento, para luego ir delimitando y profundizando la mirada sobre los determinantes que hacen posible la premisa enunciada. Para ello, se creyó conveniente desplegar el desarrollo en cuatro partes constitutivas, cada una de ellas conforme a un eje que la atraviesa, mediante el cual se intentará explicar los motivos que llevaron al desarrollo del Teatro en el Renacimiento, sus características y la impronta actual. No pretende ser un estudio intenso del tema, sino que abarca una variedad de puntos descriptos para introducir ideas.

Entonces, en la primera parte se describe someramente el paso de la Edad Media al Renacimiento en sí, en cuanto a la situación socio-cultural de la época a modo de contexto, para poder comprender mejor la problemática particular del teatro. En la segunda parte, se abordan los cambios en los temas de la representación teatral, explicitando sus causas y consecuencias. La tercera parte describe la arquitectura de los primeros teatros en Italia y los vestigios de éstos en la actualidad. La cuarta y última parte del trabajo narra las transformaciones en los actores y en la creación de nuevas formas de representación dramática, así como también diferentes modos de relacionarse con la audiencia. Por último, se presenta una conclusión basada en los temas trabajados que invita a la reflexión.

Parte I: De la Edad Media al Renacimiento

Durante la Edad Media, se producen innumerables choques y enfrentamientos entre las civilizaciones católicas y bárbaras. La fuerza del poder de la Iglesia y la figura del Papa cobran una importancia política y se impone una influencia eclesiástica a todos los órdenes de la vida. Se observa que a medida que Europa toma un nuevo orden político con la aparición del comercio, las exportaciones e importaciones y los mercaderes, se plantea una diversidad económica que permite una elección diferente y hasta ese momento casi inexistente del tipo de vida a llevar.

Al mismo tiempo, aquellos hombres que regresaban de las cruzadas, comenzaban a mostrar un gran deseo de saber y conocer más del mundo que los rodeaba. Ambas civilizaciones, a fuerza de chocar, acabaron por fundirse. Algunos caracteres de la Edad Media continúan, no se acaban de repente. La figura del hombre es central en el Renacimiento, quien señala un creciente interés por todos aquellos aspectos relacionados a la vida. Ya no se considera que transita el plano terrenal en preparación para una plenitud póstuma en el mundo ultraterreno. Comienzan a cuestionarse ideas anteriormente impuestas y socialmente aceptadas en la Edad Media, desterrando aquel misticismo característico de épocas arcaicas. En síntesis, en varios de sus aspectos culturales, el Renacimiento se nos presenta como una reacción a la Edad Media.

Como todo cambio de era, no se produce de manera abrupta, y no se es claramente posible identificar un quiebre exacto entre la Edad Media y el Renacimiento. El verdadero Renacimiento fluye de la Edad Media de forma natural. Algunas ideas y concepciones medievales comienzan a apagarse y perder sentido a fuerza de cuestionamientos y debates florecientes de pensamientos renacentistas, a la vez que otras perduran.

Dentro de estos cambios históricos, políticos y culturales, y a diferencia del medioevo, el teatro se manifiesta como forma representativa expresiva en la plenitud del renacimiento con su propio devenir. A continuación veremos cómo en el Renacimiento se pone en evidencia las huellas del medioevo que perduran en la historia del teatro.

Parte II: De las Sacras Representaciones al Humanismo

Como se ha mencionado en la primera parte, podemos observar que los cambios políticos y socio-culturales influenciaron también en el desarrollo del teatro en Italia. A lo largo de la Edad Media, proliferaron ampliamente las “Sacras Representaciones”. Típicamente populares, eran basadas en pasajes y situaciones bíblicas dedicadas al llamado Drama Pastoral. Esto generó una relación distante con el público, ya que este tipo de trabajos se limitaban a ilustrar situaciones del Sagrado Testamento con el fin de ayudar a comprender mejor los milagros.

A comienzos de Renacimiento, se retoman las tradiciones clásicas intentando darles un nuevo aspecto. Se toma “la representación de una contradicción que consiste precisamente en un intento de unificar el extremado “adventismo” medieval (espera de un ultramundo o, por el contrario, del fin del mundo) con el extremado amor por el presente, el hoy, una vida hecha para que gocemos de ella; o su realidad, netamente renacentista.”[1] Es en definitiva el redescubrimiento de los clásicos paganos con una mayor atención a las cuestiones terrenales, tangibles, agotados ya de las consideraciones y justificativos religiosos. El drama pastoral como imitación de los clásicos latinos se instala a finales del siglo XIV y principios del XV.

Aun así, estas tradiciones clásicas no vienen a representar la figura del Hombre y su destino, la cual en el Renacimiento se presenta como central. Dicha tendencia Humanista prevalece durante todo el período, manifestándose como “la nueva filosofía de vida que negaba los antiguos dogmas de la Iglesia y del Estado y exaltaba al hombre como criatura de razón y de libre albedrío”[2]. Observamos cómo esta modificación de raíz afecta todos los órdenes de la vida. En consecuencia, podemos referirnos al amplio desarrollo de la ciencia que colabora a descifrar muchos fenómenos que anteriormente se explicaban mediante la fe.

Ilustremos con un ejemplo este acercamiento al cambio en las temáticas representadas en el Teatro renacentista. A mediados del siglo XV se presenta la primera obra renacentista, Orfeo de Angelo Poliziano. La misma no se limita a la exclusiva representación e imitación de los clásicos, sino que es una fábula influida por formas paganas y medievales. Predica “un retorno a la naturaleza, un redescubrimiento de la vida y los sentidos.” [3] Sin embargo, la obra falta del elemento principal que caracteriza

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