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Todo este empeño profesional es porque queremos contribuir a recrear espacios para una vida digna en todos.


Enviado por   •  17 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  1.740 Palabras (7 Páginas)  •  216 Visitas

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Todo este empeño profesional es porque queremos contribuir a recrear espacios para una vida digna en todos.

El trabajo social tiene un carácter historio y al abordar tal condición señalamos sus irrenunciable vinculación con la tarea primaria de las mujeres y hombres de atender sus necesidades humanas más inmediatas y de reproducir su vida social.

El objeto primario de toda sociedad, estado o instancia política es la satisfacción de las necesidades sociales de sus miembros, la consecución del “bien común” y la realización de todos y todas como personas.

El trabajo social como disciplina social esta irremediablemente vinculado –comprometido- con esas luchas y proyectos humanos.

Como profesión justamente cuando se multiplicaba y transformaba esa demanda social, cuando la insatisfacción alcanzaba dimensiones masivas incontrolables para los grupos hegemónicos (dominantes) y el Estado.

El trabajo social nace fruto de necesidades y demandas sociales concretas en un contexto sociocultural determinado y en un tiempo también determinado, se estructura como respuesta a dichas necesidades, partiendo de los condicionantes históricos se ubica en una posición de intermediario entre las necesidades de unos sujetos sociales y las satisfactorias que otros sujetos sociales quieran conceder.

Podríamos evaluar la relación del Trabajo Social con las necesidades sociales de grupos y clases sociales determinadas. Podemos ver, por ejemplo, en cada país de América Latina que necesidades concretas genero su nacimiento e institucionalización en él, como se estructuro, cuáles fueron sus condicionantes históricos, como ha respondido a través de los años.

El trabajo social se estructura como profesión en el momento mismo que el desarrollo capitalista la demanda social se vuelve insostenible. Nos configuramos como un sujeto social intermediario, que por lo mismo desempeña un trabajo mediador entre los sujetos demandantes. Por otro medio el trabajo social junto a otros mecanismos mediadores (la escuela, los medios de comunicación social, las políticas sociales, etc.) asume esa función como profesión, es a nuestra profesión a la que oficio se le asigna tal posición.

Afirmamos que nuestra especificidad se empezó a desarrollar – y se desarrolla-, en su espacio de trabajo profesional con una posición ambigua. Política y científicamente ambigua.

Políticamente porque nace articulada “al crecimiento de las grandes instituciones de prestación de servicios sociales y asistenciales, generados o subsidiados por el Estado que viabilizan la expansión del mercado de trabajo para estos trabajadores especializados”.

“La profesión se consolida como parte integrante del aparato estatal y de empresas privadas, como un asalariado al servicio de las mismas” pero con la misión especifica de dirigir su acción profesional a la atención de las demandas sociales de los sectores más empobrecidos y a la ejecución de políticas sociales diseñadas generalmente por otros profesionales, como un instrumento más del sistema al servicio de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas.

Trabajo social profesional no nace –ni se desarrolla- políticamente autónomo. La autonomía se ve severamente condicionada por esa posición mediadora y ambigua, que tiene un fin político.

Por una parte tiene la responsabilidad de responder profesionalmente a los requerimientos sociales de los grupos populares con los que trabajan y se relacionan diariamente. Pero por otra parte, se ve obligado a operativizar de acuerdo canones ya definidos, las políticas sociales, para reducir tensiones sociales y mediatiza conflictos.

Afirma Marilda Lamamoto, debemos evitar afirmaciones dogmáticas o mecanicistas, pues nuestro papel profesional se ve influido y sobre pasado por múltiples factores relacionados con la capacidad política de las organizaciones populares y con la variabilidad del mercado de trabajo.

Trabajador social esta necesariamente polarizada por los intereses de tales clases sociales, tendiendo a ser cooptada por aquellos que tienen una posición dominante. Por la misma actividad interés contrapuestos que convienen en tensión. Responde tanto a las demandas del capital como a las del trabajo y solo puede fortalecer uno u otro polo por la mediación de su opuesto.

Lamentablemente algunos profesionales justifican su pasividad, su falta de compromiso y de ética, sobredimensionando tales limites sin ninguna base, más que la de su híper-empirismo y su adhesión cómoda con el estatus quo.

Hemos dicho que también es una posición científicamente ambigua, como afirma la trabajadora social Susana García Salord, se constituye en profesión sin cumplir el requisito básico de estructura su autonomía frente a las demás disciplinas. Se le da es status de profesión sin tener un cuerpo teórico propio que dé cuenta de su campo de acción de su objeto de intervención y de sus métodos.

La división entre trabajo intelectual y trabajo manual, alimentada por el capitalismo en la actividad económica y social, difundida por el positivismo en las ciencias acentúa la separación entre ciencia y técnica.

En este marco al trabajo social, en sus orígenes -¿y todavía?- se e define como tecnología social y al profesional “como técnico cuya actuación es generalmente mediatizada por la prestación de servicios sociales en instituciones que implementan ‘políticas sociales específicas”.

La referida división social del trabajo que nos dio esa posición en nuestro origen y que condiciono –y condiciona- nuestro desarrollo profesional no ha dejado una herencia que limita nuestra autonomía profesional, política y científicamente hablando, sin embargo diremos nuevamente que limita nuestra autonomía, nos condiciona pero no nos determina.

Por mucho tiempo nos hemos centrado en los problemas metodológicos más que en los teóricos, pues esa tarea no fue asignada a nosotros y nosotras sino los sociólogos y psicólogos. En cambio hicimos nuestros unos métodos (caso, grupo y comunidad) de considerable valor práctico, pero a los que nos hemos atado como si fueran los únicos

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