Totalitarismos

La persona al servicio del Estado

En el Siglo XVIII, Montesquieu; un connotado ilustrado francés dijo que “todo hombre que tiene poder siente la inclinación de abusar de él, yendo hasta donde encuentra sus límites”. En ese entonces este pensador, probablemente se refería a los déspotas de la época, pero dos siglos más tarde durante el desarrollo de los totalitarismos europeos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial, esta frase seguiría representando la ambición y codicia de los líderes totalitarios que a través de este régimen llegaron a extremos inhumanos e impensables.

El totalitarismo – término que comenzó a utilizarse en los inicios del Fascismo italiano- es una forma de organizar los componentes del Estado, y se caracteriza por la existencia de un gobierno que ostenta el poder político total y que permite una única ideología –la propia - estableciendo un dominio sin límites ni derechos. A diferencia de los Estados democráticos, en el caso de los totalitarismos la persona está al servicio del Estado y no el Estado al servicio de la persona.

Resulta difícil entender los totalitarismos sin mencionar uno de los más conocidos y despiadados; el que Adolf Hitler instauró en la Alemania Nazi.

Para llevar a cabo la ambición de su anhelado III Reich, Hitler necesitaba un punto de unión que creara fuertes sentimientos nacionalistas en la población alemana, para establecer así una ideología donde el fuese el líder, el Fuhrer. Para lograrlo se aprovecha de la humillación que significó el Tratado de Versalles para Alemania y utiliza el anticemismo como estrategia para atraer nacionalistas. Ya en el poder, gracias a un gran carisma y un una oratoria incomparable, “salva” a su país de la crisis en que lo había sumido la República de Weimar, haciendo crecer la economía y representando a ojos de la sociedad la vuelta al orden. Hacia 1941 Hitler tiene un enorme poder y es difícil hacerle el peso. Producto de este exceso de poder y de un desmedido sentimiento de superioridad, instala en Alemania una política del terror y persigue por Europa a las que para el son las razas inferiores, provocando uno de los mayores genocidios de la historia.

En el ex campo de concentración de Sachsenhausen a las afueras de Berlín, hay un tour que termina siempre con una reflexión que todos deberíamos realizar: ¿Qué puede hacer la sociedad para evitar que regímenes y tragedias como las provocadas por Hitler vuelvan a pasar?, porque una vez que las cosas han sucedido imaginárselas nuevamente se hace más fácil, cuando el ejemplo histórico existe, la posibilidad de imitarlo también.

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