Triunfo De Los Liberales
Enviado por patyalvarez • 7 de Marzo de 2015 • 1.969 Palabras (8 Páginas) • 873 Visitas
Las dictaduras conservadoras que fueron surgiendo ante el fracaso del idealismo liberal de las primeras décadas de gobierno independiente, dan paso, en la segunda mitad del siglo XIX, a una nueva fuerza liberal. Bajo el dominio conservador, los liberales habían logrado reagruparse y establecer un programa de acción, aunque de nuevo se prometía redimir a los pueblos iberoamericanos a través de la acción del gobierno. Ahora, el deseo de libertad mediante gobiernos representativos tenía el respaldo, si bien todavía minoritario, de una creciente burguesía que se une en la lucha contra el personalismo semifeudal de un Rosas en Argentina o de un Santa Ana en México. La caída de ambos, Rosas en 1852 y Santa Ana en 1855, inicia un periodo de triunfo liberal. Se promulgan nuevas constituciones: Argentina en 1853, México en 1857, Perú en 1860, Venezuela en 1864, Paraguay en 1870. Pero de todas ellas, incluso de la argentina, se podría afirmar lo que Leopoldo Zea señala de la mexicana: “La Constitución de 1857 era la expresión de [una] abstracción, una utopía, ajena a hombres que no tenían clara conciencia de lo que significaba la libertad y la responsabilidad que la misma implicaba” (Zea, Dependencia 113).
La Iglesia sufre de nuevo los ataques de los liberales sobre todo en dos aspectos: en lo económico se acelera en unos lugares o se inicia en otros la expropiación de sus bienes. A veces, como en México, en un intento luego frustrado de reforma agraria. En el campo de la educación se pretende eliminar el monopolio de la Iglesia al crear la escuela laica, gratuita y obligatoria, aunque aparte de casos excepcionales (Argentina, Uruguay) no pasó más allá de ser un proceso experimental al que sólo una minoría tuvo acceso. Algo semejante sucede con posiciones extremas como la de Francisco Bilbao que en su estudio La América en peligro, de 1862, llega a afirmar “que el catolicismo es enemigo de la verdadera moral,” y que por su carácter dogmático, “no puede ser el principio fundamental de la República” (Bilbao 125) En el proceso legislativo, sin embargo, triunfa una posición más mesurada, donde o bien se reconoce el catolicismo como religión oficial (Artículo 2o de la Constitución argentina de 1853), o se le conceden prerrogativas extraordinarias. Ello se debía a que en la nueva coalición liberal dominaban los moderados, que representaban con más propiedad a la naciente clase media, y que abogaban por una reforma lenta que reflejaba la máxima que diera a principios de la independencia Fray Servando Teresa de Mier (1763-1827): “No hagáis novedades en materias de religión, sino las absolutamente indispensables en las circunstancias” (Mier 51). Mier proponía primero educación y luego reforma: educar a las masas para que se puedan liberar; y este fue precisamente el principio que guió a los gobiernos liberales que surgen en la segunda mitad del siglo XIX.
La novedad que aporta este segundo triunfo liberal se centra en el análisis que por primera vez se hizo de la realidad iberoamericana. Cierto es que era un análisis desde fuera, que partía de Centro-Europa y de la América anglo-sajona, para proponerlas como modelos a seguir, y que veía deficiencias hasta en aquello que representaba únicamente las diferencias entre ambas culturas. Quizás por ello, mediante esta introspección que acertadamente descubrió la enorme distancia que existía entre las constituciones y el pueblo a quien se pretendía gobernar con ellas, se creyó también que el fracaso de los gobiernos constitucionales que surgieron con la independencia se debió a la falta de preparación del pueblo, a la ignorancia en que le había mantenido el gobierno colonial. La solución, por lo tanto, era educar, “elevar” al pueblo al nivel de sus constituciones; de nuevo se ignoraba a los que proponían la necesidad de adaptar éstas a la realidad del pueblo.
Surgen, entonces, dos aproximaciones a la solución del problema educativo. Por una parte Sarmiento señala: “¿Qué le falta a la América del Sud, para ser asiento de naciones poderosas? Digámoslo sin reparo. Instrucción, educación difundida en la masa de los habitantes” (Sarmiento, Escuelas 83). Por otro lado, Alberdi parte en su análisis de que “la instrucción que se dio a nuestros pueblos jamás fue adecuada a sus necesidades. Copiada de la que recibían pueblos que no se hallan en nuestro caso, fue siempre estéril y sin resultado provechoso” (Alberdi, Bases 59). Por ello, con una visión más pragmática, concluye, oponiéndose a Sarmiento, que “es un error infelicísimo el creer que la instrucción primaria o universitaria sean lo que pueda dar a nuestro pueblo la aptitud del progreso material y de las prácticas de libertad ... No es el alfabeto, es el martillo, es la barreta, es el arado, lo que debe poseer el hombre del desierto, es decir, el hombre del pueblo sud-americano” (Alberdi, Bases 246). De ahí que Alberdi proponga el estudio del “idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden” (Alberdi, Bases 61). Pero incluso Alberdi que pretendía en su propuesta arrancar de las necesidades del pueblo, modela su sistema según los aspectos de la América anglo-sajona que él consideraba positivos.[1]
El análisis de lo iberoamericano no sólo se hace ahora a través del modelo anglo-sajón, sino que cada pensador verá y encontrará también en él la pauta a seguir y las causas que motivaron el fracaso inicial. Francisco Bilbao, obsesionado en su anti-catolicismo, ve la América anglo-sajona como obra de protestantes: “Esos puritanos, o sus hijos, han presentado al mundo la más bella de las Constituciones, dirigiendo los destinos del más grande, del más rico, del más sabio y del más libre de los pueblos.” De ahí pasa a establecer que la diferencia en el desarrollo de ambos tiene sus raíces en que “el Norte era protestante y el Sur católico” (Bilbao 116). Y con ello puede concluir: “Nosotros que buscamos la unidad, incorporaremos en nuestra educación los elementos vitales que contiene la civilización del Norte” (Bilbao 152).
Aunque por razones diferentes los pensadores más destacados
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