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Ensayo UANL

En el nacimiento de la Universidad de Nuevo León existían algunos conceptos que fueron clave para formar sus bases: humanismo y desarrollo cultural.

Así lo expresan los historiadores Jorge Pedraza y Héctor Jaime Treviño, el escritor Miguel Covarrubias o el ensayista Alfonso Rangel Guerra, en donde coinciden en lo mucho que tuvo que ver el voto a favor del Regiomontano Universal.

El voto a favor

Alfonso Rangel Guerra reconoce en la figura de Alfonso Reyes el apoyo importante para concretar el proyecto emprendido por los jóvenes Frías, Elizondo y Alvarado.

El proyecto inicial, recuerda, era fundar tres universidades en el país: una en el norte, otra en Guadalajara y una más en el sureste del país.

“Fue muy importante la opinión expedida por Alfonso Reyes porque fue testimonio de una figura de primer nivel apoyando este acto significativo, y que en meses siguientes se tradujo en la creación de la Universidad”, expone el autor del reciente título Palabras para Alfonso Reyes, editado por el Colegio de México.

En opinión del historiador Jorge Pedraza Salinas, la creación de la Universidad de Nuevo León fue “el acontecimiento más importante de todo el siglo XX”.

La necesidad básica de la Universidad era no sólo forjar al técnico de las opulentas industrias del estado como la Fundidora, la Vidriera o la Cervecería sino fomentar en la clase obrera el espíritu humanista.

“La idea de la Universidad no es sólo forjar un técnico sino dotar al alumno de un carácter humanístico”, expone el poeta Miguel Covarrubias, director de la revista Armas y Letras.

Espíritu humanista

Los tres jóvenes promotores del proyecto insistían en la condición humanista de la institución y en la libertad de ofrecer cátedra en sus instalaciones. Se venía de la corriente vasconcelista, donde se ponía especial ímpetu en el sector educativo.

No obstante, por aquellos años en el país se buscaba homologar el plan de estudios sólo a una corriente en ese caso el socialismo.

“Rangel Frías defendía la universidad humanista y la expresión de la libertad de cátedra, porque para él era una contradicción imponer a una universidad imponer un discurso únicamente socialista”, refiere Alfonso Rangel Guerra.

Uno de los primeros órganos de difusión cultural fue la revista Armas y Letras que se convirtió en un promotor de la literatura local y nacional.

“La revista es fundamental pues inició a los 10 años del arranque de la Universidad. A veces a buen paso y otros no tantos, pero llegamos al punto en que la revista está restablecida”, explica su director Miguel Covarrubias.

Hoy la Dirección de Publicaciones edita 270 libros anualmente, a un ritmo de un título cada tercer día.

La autonomía

Fresco estaba el recuerdo de la matanza estudiantil de Tlatelolco en 1968, cuando las ideas por buscar la autonomía de gestión y cátedra se gestó en estudiantes y maestros de las diversas facultades de la Universidad de Nuevo León.

El historiador Héctor Jaime Treviño considera que el pensamiento de izquierda se había afianzado en la Universidad, donde se empezaba a debatir sobre la toma de decisiones de maestros y alumnos por igual en los programas de enseñanza.

“Se buscaba que la Universidad de Nuevo León se rigiera por sí misma, alejada de corrientes partidistas que, siendo sinceros, era muy difícil de conseguir”, expone el historiador.

Uno de los momentos cumbres se da en el llamado “jueves de Corpus”, el golpe estudiantil asestado a estudiantes de la Ciudad de México que se manifestaban a favor de la autonomía Universitaria en junio de 1971.

El objetivo universitario se dio precisamente en esa fecha, siendo promulgada por el Congreso del Estado y representada en la actual Ley Orgánica.

“Los movimientos estudiantiles actuales deber ser

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