Época De Rosas
Enviado por antoimarisio • 11 de Mayo de 2014 • 5.038 Palabras (21 Páginas) • 305 Visitas
5. Las Ideas Políticas De Rosas
El hombre del orden y el Restaurador de las Leyes.
"¡Odio eterno a los tumultos! ¡Amor al orden! ¡Obediencia a las autoridades constituidas!"
Sus últimas palabras en la proclama que hiciera en octubre de 1820 resumen claramente el pensamiento de Don Juan Manuel. Por esto Andrés Carretero lo categorizaría como "el hombre del orden". Había llegado al gobierno de Buenos Aires en 1829 y 1835 como el "defensor del orden", como el "restaurador de las leyes", como el garante de la paz y la tranquilidad que había que imponer fuera como fuere. Tanto si se trataba de una revolución nacional de independencia (como la de 1810) como de un golpe de estado como el de Lavalle en 1828, toda alteración del orden social y económico normal podían afectar la "estabilidad necesaria" para los negocios. En ambos casos, la movilización del campesinado (a través de la leva forzosa, o de la sublevación contra un gobierno como el de los unitarios) podía amenazar las "naturales" jerarquías sobre las que se asentaba la dominación terrateniente en el campo.
En este aspecto también fue fiel a su clase: había que ordenarlo todo, supervisarlo todo para que los intereses de los estancieros no se vieran perjudicados por la "anarquía", por el desorden. Carretero afirma:
"Rosas concebía un ordenamiento social dividido por estamentos, con mucho de raíz feudal, donde estaban los muy ricos, los menos ricos y los pobres; los poseedores y los desposeídos; los que mandaban y los que obedecían; los nacidos para progresar y los que estaban destinados a vegetar. No era un orden cerrado o arbitrario, pero sí muy difícil de violar."
En sus "Instrucciones a los mayordomos de estancia" se puede ver la organización minuciosa de todas las tareas del campo. No se admite allí la improvisación.
Y es acertado allí Rosa cuando habla de que si Rivadavia es sinónimo de reforma, Rosas es sinónimo de restauración. Restauración de las leyes, restauración y consolidación de las estructuras del viejo orden colonial del cual era heredero. Detrás de la demagógica consigna "dorreguista", que pretendía restaurar el gobierno legítimo de los federales porteños contra la usurpación unitaria, se esconde la gran verdad: para él la revolución de mayo no fue más que un "motín de porteños afrancesados", y extrañaba "aquellos tiempos en los cuales el orden reinaba en las campañas". Él sería el encargado de consolidar aquella tendencia inaugurada por el saavedrismo en 1810: romper los vínculos políticos con las metrópolis coloniales pero mantener intacto el orden socioeconómico feudal preexistente.
El federalismo y la Constitución
En 1829, Rosas le escribía a Guido, Díaz Vélez y Braulio Costa para informarles que "el General Rosas es unitario por principio, pero que la experiencia le ha hecho conocer que es imposible adoptar en el día tal sistema porque las provincias lo contradicen, y las masas en general lo detestan, pues al fin sólo es mudar de nombre." Y en 1832, en carta a Quiroga, dice que "siendo federal por íntimo convencimiento, me subordinaría a ser unitario si el voto de los pueblos fuese por la unidad."
Verdaderamente, los lineamientos teóricos del federalismo o del unitarismo le importaban a Juan Manuel, como afirma Barba, "un bledo". Así, adoptó la denominación federal para imponer, sin la reacción que motivaron los proyectos unitarios en 1819 y 1826, su modelo porteñista. Y además, favoreció el localismo provincialista, dividiéndolo y restándole así la potencialidad de un poder conjunto opositor.
Es básico distinguir entre localismo y federalismo, ya que mientras que el primero sólo mira por los intereses regionales sin tener en cuenta al conjunto del país, el federalismo propone una inserción igualitaria de cada región en una unidad mayor: la nación.
"Para mejor mantener su preeminencia, la oligarquía bonaerense estimuló el localismo y separatismo, una pieza de los cuales eran las aduanas interprovinciales. El rosismo tenía así al interior bajo su dependencia, mientras él comerciaba con los ingleses e introducía sus manufacturas."
Era este el objetivo fundamental de la política rosista: tener la suficiente libertad de acción para manejar el negocio del saladero y la importación y exportación. Y con ese fin se opondría tanto a las potencias extranjeras que intentaron "copar" sus privilegios como a aquellos líderes provinciales que pugnaron por un federalismo más coherente, e incluso a la oposición porteña. De esta manera, "el federalismo fue convertido en un instrumento de preservación de las bases de la dispersión feudal del país, del latifundio y la opresión feudal de las masas."
Mientras que el federalismo fue un instrumento político adecuado para facilitar la unión nacional, de la mano con el ascenso del capitalismo (por ejemplo, en Estados Unidos), el localismo rosista (que tuvo su equivalente en otros caudillos latinoamericanos) sólo mantuvo la dispersión territorial, de la mano de las relaciones feudales de producción.
Otro punto que es considerado a veces como punta del pensamiento federal rosista es el Pacto del –Litoral de 1831, también conocido como "Pacto Federal". Como vimos, este pacto se había forjado como una alianza de las provincias del litoral contra la amenaza de la Liga del Interior. En síntesis, consistía en lo siguiente:
Ligaba a las provincias firmantes a una alianza ofensivo-defensiva contra cualquier ataque, interno o externo (obviamente se tiene en mente a la Liga Unitaria).
Se comprometían a no firmar tratados por separado ni dar asilo a un criminal huido.
Los habitantes de las provincias firmantes gozaban de la franqueza y seguridad de entrar y transitar con sus buques y cargas en todos los puertos, ríos y territorios.
Cualquier provincia podía entrar en la Liga.
Se conformaría una Comisión Representativa compuesta por un diputado por provincia, y cuyas atribuciones serían declarar la guerra y firmar la paz e invitar a las demás provincias a unirse y organizar un Congreso "cuando estén en plena paz y tranquilidad".
Una vez obtenida la victoria sobre los unitarios, Rosas intenta mantener en statu quo la situación de la Confederación, debido a que la Comisión le representaba una posible merma en su libertad de acción. Es así que tiempo después retiró el diputado bonaerense de dicha Constitución y siguió manejando las relaciones exteriores de la flamante Confederación. A su vez, las otras provincias, una vez derrotada la intentona unitaria, accedieron a adherirse al Pacto, que
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