A La Costa
Enviado por ChristianCastro • 15 de Mayo de 2014 • 3.735 Palabras (15 Páginas) • 414 Visitas
A LA COSTA
Luis A. Martínez
PRIMERA PARTE
Jacinto Ramírez era estudiante de 22 años de leyes en la universidad de quito viajo a Ibarra en donde vivía su familia y era considerada la capital de Imbabura. Hubo un temblor en Quito que fue considerado un catolicismo y fue rápidamente donde Vivian sus padres acompañado por tres indígenas que lo asían de mala gana y al transcurrir el viaje vio que hubo muchos escombros de lo que antes eran casa y escucho un aullido de un perro que prácticamente había perdido a su dueño en el aire había un olor a cementerio al llegar tubo un vacío de como se había destruido el lugar donde él había vivido observando los escombros vio al padre aplastado por una viga y destrozado totalmente el doctor movió la viga y traslado el cuerpo a otro lugar donde estaba un niño asfixiado al poco tiempo encontró a la madre abrasando a una niña y se sintió demasiado destrozado por dentro al ver el destre tan grande pero vio que si había sobrevivientes de esa catástrofe los sobreviviente elaboraron un campanario como refugio con puertas y piedras de los escombros para su seguridad el doctor vio la ayuda y socorro del presidente García Moreno, años después el doctor había vuelto a su tierra natal vio que los edificios se levantaba en donde estaba situada la casa de sus padres había otra en donde Vivian unos desconocidos los arboles volvían a dar origen a la cuidad oriental todo regresaba a la normalidad pero el alma del doctor había quedado entenebrecida para siempre el regreso a sus estudios y ya que no tenía ningún apoyo económico ni familiar recurrió a un apoyo de un cura que era un pariente muy lejano que vivía en la costa el cual le apoyaba con 10 pesos con eso pagaba la vivienda y la miserable comida y empezó a ahorras de centavo en centavo ya que no tenía para casi nada ocupaba velas de cebo para estudiar en sus noches tenia compañeros de una alta economía y pues no frecuento con ninguno se dedicó a sus estudios pues eso lo iba a sacar a adelante se graduó y el pariente había recibido una modesta suma de dinero con el cual compro un sombrero de copa y un traje para la graduación del futuro doctor se graduó con la mejor nota y no tenía ni un centavo para invitar a los profesores una botella de vino barato no tenía quien lo felicitara ni una madre llorosa ni con quien festejar a el nuevo abogado esa noche para Ramírez fue de llanto y lágrimas empezó a defender casos y en un juicio y empezó a ser reconocido y a ganar terreno al poco tiempo se enamoró de Camila Quiroz la cual era una joven el cual ayudaba en un caso de una herencia se casaron pero al poco tiempo el carácter de Camila cambio una mescla de pasión ardientes y de frialdades extrañas tenía un exagerado espíritu religioso
El matrimonio Ramírez era de un catolicismo apasionado y bajo la disciplina de los criterios más estrictos de la Iglesia educaba a los dos únicos hijos, sin permitirles la más leve e inocente trasgresión de lo dispuesto en ese complicado y absurdo código llamado moral católica. Salvador, el primogénito, de cuerpo delgado y débil, de carácter manso y pasivo, poco comunicativo con los de su edad, al cumplir los ocho años, entró de interno al colegio de los jesuitas, y Mariana, la segunda, era el reverso de su hermano, bulliciosa, enérgica y atrevida, de temperamento violento, morena de ojos negros, labios abultados, pelo negro y ensortijado, apenas cumplidos los siete años de la pobre vida fue también de interna al colegio de las monjas se los SS.CC.
Don Jacinto Ramírez, era de carácter huraño y con una eterna cara de melancolía, aunque muy bondadoso, no inspiraba confianza a sus hijos.
Salvador un estudiante la carrera de filosofía ya que le atraía la educación fue un orgullo para él y lo abraso ya que vino desde Ibarra a ver la graduación de su primogénito y lloro de felicidad al saber que su hijo era el mejor filosofo
La fortuna de la familia Ramírez era apenas mediana, y el doctor con gran acopio de trabajo en su profesión de abogado, difícilmente alcanzaba a ayudar las necesidades de los suyos, bien moderadas por cierto. Los bienes consistían en la casa grande y vieja donde vivían, arruinada en parte, y en una quinta en el valle de Chillo que absorbía más dinero que el producido por las menguadas cosechas de maíz. El gran problema de la vida, de todo padre de familia sin patrimonio, acongojaba al doctor ya tan propenso al abatimiento y el pesimismo. En su imaginación fecunda veía, muy negro el mañana, veía que el pan, el triste pan del pobre, acaso faltaría con la muerte del encargado de suministrarlo cotidianamente. Si él faltaba, quién iba a afrontar la responsabilidad de mantener a la familia tan quebrantada, ¿Doña Camila?, imposible, en la conocía de carácter débil, inepta para la lucha, mística sobremanera. ¿Salvador?, el mismo padre lo había engendrado débil de cuerpo y cobarde de alma, lleno de misticismo, inactivo.
Doña Camila, la madre no podía soportar los impetuosos arranques de su hija, y a todo trance quería aplastar o moderar ese carácter para hacerlo silencioso y triste como el de Salvador. Doña Camila, a causa de su carácter disciplínate se había captado muy pocas amistades y éstas eran escogidas entre gentes de sacristía y beatas. En la iglesia de La Compañía gozaba de gran autoridad, porque era presidenta de una de las muchas congregaciones que han establecido los jesuitas, como la mejor manera de ganar prestigio y autoridad en los pueblos. La amiga más íntima de doña Camila era doña Rosaura Valle, vieja solterona, de aspecto de vieja, nariz larga, ojos miopes, una de esas frutas secas del celibato, una figura repulsiva en la que sin dificultad se adivinaba la enemiga acérrima de la belleza, de la alegría y de la juventud.
Rosaura nació fea, de padres plebeyos, artesanos que renegaron de la herramienta y adoptaron la vara y la balanza del comerciante al por menor. Seducida por un estudiante de provincia y abandonada después, entregase primero a la prostitución de menor cuantía, asquerosa y repugnante; luego que el vicio y los años acabaron la poca simpatía que inspiraba a los libertinos, hizo se alcahueta y por último, sin renunciar del todo al oficio, entregase al misticismo, adquiriendo en la iglesia amistades con señoras de la más alta clase social. Pronto fue Rosaura comensal obligado de muchas nobles casas, aconsejando a todos la piedad, halagando la vanidad de los ricos y el fatuo orgullo de los nobles.
Rosaura odió a Mariana desde el día en que la conoció, porque Mariana era bonita y de carácter vivo, sin embargo de las tentativas incesantes de doña Camila por cambiarlo, y ser hermosa y alegre eran para la beata motivos de inquina que apenas disimulaba. Cuando la joven sufría, los terribles ataques de histerismo, el gozo de Rosaura
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