Análisis Socio-Crítico del cuento El ahogado más hermoso del mundo
Enviado por Jos� Angel Vidal Esquivia • 10 de Agosto de 2022 • Ensayo • 2.078 Palabras (9 Páginas) • 1.090 Visitas
Análisis Socio-Crítico del cuento El ahogado más hermoso del mundo
de Gabriel García Márquez
José Ángel Vidal Esquivia
La literatura ha estado presente en la historia de la humanidad, y particularmente en el desarrollo integral de la persona humana. A su vez, ha ayudado en la consolidación del pensamiento crítico que le permite al lector ubicarse en un espacio-tiempo, en una cultura como sujeto social, como miembro de una sociedad particular. Dentro del género literario, el cuento ha tenido cierto privilegio, en cuanto a su manera de abordar los sucesos mediante hechos y personajes particulares, que por lo general corresponden a situaciones propias de la cotidianidad.
De acuerdo con lo anterior, en este ensayo se presentará un análisis socio-crítico del cuento El ahogado más hermoso del mundo del nobel colombiano Gabriel García Márquez. El cuento de García Márquez exhibe situaciones propias de la cultura caribeña, cuyo tema central es la trasformación de todo un pueblo, de la sociedad, por la irrupción de un agente externo (un ahogado) a ella. A partir de dicha transformación acontecen una serie de sucesos y comportamiento que permiten al lector desarrollar un pensamiento socio-crítico de la realidad vivida durante la época en la que se escribe esta fábula.
El cuento de García Márquez narra la historia de un ahogado que llega a las costas de un pueblo ubicado en un acantilado y es encontrado por los niños de aquel pueblo. Luego de ser rescatado por los hombres es llevado hasta una de las casas para ser arreglado por las mujeres, mientras los hombres indagan en los pueblos vecinos por la identidad de dicho personaje. Este ahogado era totalmente diferente a todos los habitantes de aquel pueblo, puesto que gozaba de una corporalidad exagerada, que no permitía su fácil manipulación. Luego de intentar acomodarlo las mujeres deciden ponerle un nombre, Esteban. Cuando los hombres regresan y confirmar que el muerto no pertenece a ninguno de los pueblos vecinos, deciden acogerlo como suyo, aunque los hombres no comprendían la actitud de las mujeres, se compadecen del ahogado y deciden darle unos funerales dignos de un miembro de su comunidad. Ahora Esteban, además de nombre, tiene familia, y todo el pueblo termina por ser su pariente. Lo lanzan al mar, sin atarlo a una piedra para que pueda volver, pero inmediatamente se dan cuenta que no volverán a verle, así que inicia la transformación de aquel pueblo puesto que ya no volverán a ser lo mismo, sino que ahora serán el pueblo de Esteban.
Hemos visto a grandes rasgos en que consiste el cuento a analizar. Dicha narración enmarcada dentro del género literario denominado Realismo Mágico, cuyo autor ha sido considerado como el exponente principal con su obra Cien años de soledad, por la cual recibió el Premio Nobel de Literatura en el año de 1982. En este género literario las fronteras de la realidad y la imaginación o fantasía no se encuentran delimitadas. Se trata de una realidad con apariencia de magia, puesto que parece contarse algo sobrenatural, cuando en realidad lo que se cuenta no son hechos fantásticos sino cómo los perciben quienes los viven.
Procederemos en este momento a desarrollar la tesis de este escrito enunciada al principio del mismo. La transformación del pueblo descrito en el cuento a raíz de la aparición de un agente extraño recuerda la idea de alteridad y cómo esta interviene en la construcción de lo que soy, o lo que somos como comunidad. El otro o lo otro, que es totalmente diferente a mí, me ayuda en la construcción de lo que soy, en el caso particular del pueblo, muchas manifestaciones de su tradición se ven alteradas y repensadas, puesto que, si bien hasta ese momento parecían ser sólidas, la presencia de un agente externo que los cuestiona y los mueve les ayuda en su proceso de reconocimiento de su realidad. Se trata de la construcción de mi historia, que, al principio, por verse transgredida por algo totalmente diferente, se me hace extraña, pero luego parece que siempre ha hecho parte de mí.
Lo extraño hace que aquel pueblo reflexione sobre la estrechez de sus mentes frente a la infinitud del mundo. El ahogado, con sus proporciones exuberantes y desmedidas, les recuerda la pequeñez de su espíritu; la lejanía, más que física espiritual, que tenían del resto del mundo. Su visión de futuro y progreso no sobrepasaba los límites de aquel acantilado, eran conformes con sus calles desoladas y sus tierras improductivas. El agente externo les recuerda que vale la pena preguntarse por lo que está más allá de lo inmediato, de lo conocido, de lo que siempre ha sido. Esta puede ser una idea del “alter”, pero también conduce a pensar en la idea misma de identidad ¿acaso esa mentalidad estrecha y rutinaria no es también parte misma de la identidad de ese pueblo? ¿con qué derecho viene aquel ahogado a interferir en la vida de ese pueblo que a su manera vivía cómodamente? Se ponen estas cuestiones a juicio del lector.
Un tema relevante en el texto es el de la identidad. García Márquez construye la identidad de un pueblo a partir de un aparente héroe. El ahogado de este cuento, quien para el autor representa la verdadera identidad del pueblo que lo recibe, es identificado inicialmente por su cuerpo. La corporalidad es signo primario de la identidad de aquel hombre. Esta misma corporalidad será punto de contraste entre el ahogado y sus descubridores, dado que será el objeto concreto de diferenciación para con los de su mismo género, de esto dan fe las mujeres, quienes para el autor poseen un lugar central en la construcción de identidad de un pueblo.
Las mujeres adquieren un rol central dentro de la historia y en la construcción de identidad, tanto de aquel extraño, como de su pueblo. El ahogado debe tener un nombre. El nombrar es tal vez el primer paso en la construcción de identidad. Desde el inicio de los tiempos Dios encargó al hombre la tarea de nombrar todo lo existente en la tierra recientemente creada[1]. El nombre implica un reconocimiento de quien soy para los demás, de la misma manera que constituye un puente de relacionalidad con los otros. Darle nombre a aquel desconocido no tenía otra intención más que la de sentir que ese que habían rescatado no les era extraño.
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