ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Análisis Vacas, Cerdos, Guerras Y Brujas De Marvin Harris


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2013  •  3.588 Palabras (15 Páginas)  •  1.660 Visitas

Página 1 de 15

Análisis del libro de Marvin Harris “Vacas, cerdos, guerras y brujas.”

Javiera Montecinos

El libro al cual nos referimos habla sobre las creencias y tabúes del mundo que podrían tomarse como “irracionales” a los ojos del mundo occidental, tomando las etnias analizadas en el texto como representación de esto. El autor parte de la base de que la sociedad está ciega a comprender las causas de la vida social de culturas diferentes y que esa respuesta es producida por una falta de estudios y poca sensibilidad ante las costumbres, aparentemente ilógicas, del resto del mundo; proponiendo como objetivo de esta obra dar soluciones probables y razonables, no una verdad absoluta.

Empezando con el primer capítulo, nos encontramos en la India y leyendo una de sus más conocidas creencias: El amor a la madre vaca. Para el hombre y la mujer hindú, la vaca cebú representa todo lo que está vivo, es la mismísima madre de la vida y matarlas es un sacrilegio. Pero tiene su lado negativo, ya que se considera este culto como uno de los factores económicos pujantes hacia la pobreza debido a la gran cantidad de vacas improductivas y los gastos que el gobierno debe tener por ellas, como asilos en los que se puede dejar al animal seco para que sean cuidados, tomando en cuenta que en realidad esta vaca produce muy poca leche a lo largo del año. Además de esto nos encontramos con los sangrientos disturbios que se provocaban entre musulmanes e hindúes por el asunto del consumo de la vaca y el cerdo respectivamente, lo que demuestra los extremos a los que se puede llegar por defender un dogma y la intolerancia entre religiones.

Sin embargo esto es sólo la punta del iceberg, la adoración a la madre vaca tiene sus características positivas que no pueden negarse, como por ejemplo el variado uso de su boñiga, ya que esta es utilizada como combustible en las cocinas de la casa hindú e incluso combinada con agua se transforma en un material liso y duro que funciona como suelo, ambos rasgos se adecúan perfectamente a la vida de la familia promedio en India. Se habla mucho también de que la vaca consume plantas o cultivos destinados originalmente para el consumo humano, pero la verdad es que la mayoría de lo que este animal come es desperdicio; siguiendo con esta línea económica podríamos también mencionar que la vaca no es usada para el arado, si no que se utiliza el buey de agua, mucho más escaso y preciado entre la población agrícola de este país, por lo que se deduce que sin vaca, no hay una cría de buey y que sin esta no hay forma de entregar cosecha a estas familias que forman la mayoría de la población hindú. Por otro lado si se consumiera la vaca en forma masiva como en E.E.U.U, existiría de verdad una competencia por el producto agrícola, ya que conviene absorber calorías directamente de los cultivos que de la carne en sí. Al pensar en esto nos damos cuenta de que la abolición de este tabú traería más consecuencias para la población pobre que para la población minoritaria rica y que en realidad la India aprovecha mejor su ganado que las grandes potencias, no porque este produzca más, si no porque mantiene un delicado “equilibrio” al aprovechar al máximo lo que este produce.

Pasando a otras culturas nos encontramos con dos términos opuestos: la porcofobia y la porcofilia. Comenzando con el primer término, el odio al cerdo es una creencia compartida por judíos y musulmanes; en el caso de los judíos, Harris plantea el hecho de que los hebreos solían ser pastores nómadas de cabras, ovejas y vacas, y que la prohibición de los cerdos sería debido a que no sólo solía ser un competidor alimenticio para el hombre, si no que su condición de animal oriundo de lugares más cercanos al bosque fresco que de zonas áridas, representaría una amenaza ecológica en estos lugares deforestados donde un rumiante se adapta mejor; sin mencionar de que su poca resistencia a altas temperaturas lo hacen tener que usar sus excrementos para refrescarse, lo que le da su fama de animal “sucio” y poco saludable para el consumo humano, además de no producir leche y comer lo mismo de lo que su dueño podría sobrevivir. Por el lado musulmán, donde también existía una rica producción de ganado de cabras, ovejas y vacas, el consumo de animales que no produjeran leche, principalmente el cerdo, se consideraba un lujo que costaba la ecología y la economía de la población, la cual iba en crecida. Aunque la cría de cerdos es una desventaja en el Oriente Medio, su carne es suculenta y apreciada, por lo mismo a mayor tentación, mayor es necesaria una prohibición divina para que esta sea respetada y se mantenga el equilibrio entre el pueblo. Aclaradas ya ambas prohibiciones, cabe preguntar el por qué esta continúa hasta el presente si ya no existen esas mismas condiciones. La razón recaería en que estos tabúes pasaron a ser más un símbolo distintivo que los hace diferentes a las otras comunidades y los identifica en su modo de vida.

Por el lado contrario se encuentra la porcofilia, que es el estado de completa comunidad entre el cerdo y el hombre, que incluye convivir con el animal como un miembro más de la familia, llorarlo en enfermedad, dormir con ellos y darles la mejor parte del alimento, pero que también conlleva el sacrificio de este en un ritual especial, realizado aproximadamente cada doce años, en el que se consumen todos los cerdos en el afán de llegar a la máxima demostración de adoración en la cual la carne y espíritu del cerdo se una a la del anfitrión y, por lo tanto, a la de los antepasados. Estas costumbres forman parte del modo de vida de la tribu Maring, ubicada en Nueva Guinea, que celebra este festín unos pocos meses antes de combatir contra los clanes vecinos; los cerdos sobrantes se comen durante el tiempo de lucha y cuando estos se terminan se ven en la obligación de entablar una tregua para obtener el favor de los ancestros, plantando un pequeño árbol, llamado rubim, en el cual todos los varones ponen su mano en presencia de un mago, que jura a las generaciones pasadas que no se iniciará guerra hasta que este caiga; ese momento sería cuando se han criado nuevamente la cantidad de cerdos necesarios para la ceremonia, se tala el árbol y se inicia un nuevo combate. Este ciclo ajusta la población animal y humana de la tribu; la cría de cerdos puede durar muchos años, trabajo que recae en las mujeres que mantienen también a los hombres y niños con un sistema de cultivo tradicional, tarea que implica un enorme esfuerzo y una disminución en la seguridad de todo el clan, el cual se distancia para dar más espacio a los animales, factores que producen discusiones entre hombres y mujeres; motivados por esto, se inspecciona nuevamente el rubim de la tregua, la cantidad de cerdos y se termina por decidir que es hora de una nueva celebración. Este

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (21 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com