Análisis sobre el cuento Final del juego

Análisis sobre el cuento Final del juego

A primera vista, Final del Juego podría leerse como una simple anécdota infantil, un recuerdo adolescente en la memoria de una ninja que solía jugar con sus hermanas de crianza junto a su casa. Sin embargo, la propuesta de Cortázar va más allá de un relato de juegos; este cuento es una pieza demostrativa de la definición que el escritor asume para el cuento.

El cuento, como relato breve, es un fragmento de un todo que pudo haber sido una novela. Se trata de una sucesión de descripciones específicas y estratégicas que pretenden atrapar al lector de tal modo que parar sea imposible hasta no haber llegado al final de la historia. “Una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia”(Cortázar del cuento 384).

Si las descripciones constituyen parte fundamental de la realidad interna del cuento, resulta indispensable que Cortázar describa el único escenario que es verdaderamente retratado en el cuento, que no es otro que el espacio de los sauces, el pequeño reino de los juegos. La imagen literaria de aquel lugar hará posible la representación gráfica del texto en la imaginación del lector; las palabras cobrarán fuerza no por el tema del que hablan sino por la forma en la que están organizadas para contar lo que deben contar.

De cierto modo, el autor propone en este cuento a la literatura como un oficio de los enfermos y al mismo tiempo de los privilegiados, porque solo la desvalida de la historia tiene la posibilidad de entregarse a los placeres de la lectura, a veces “lectura inexplicable” (Cortázar 182), y así convertirse en una pobre privilegiada por el trato especial a los de su condición, y Leticia, con su aspecto enfermizo y triste, se refugia en los libros para pasar el tiempo y burlar a la realidad. La fuerza de las palabras es inminente en este relato; la palabra hecha imagen en el

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