El Juego De Los Cuentos
Enviado por jonatan_007 • 24 de Agosto de 2013 • 3.901 Palabras (16 Páginas) • 324 Visitas
El juego de los cuentos
Jorge Bucay
Prólogo
Cuando la editorial española RBA Libros me propuso grabar el audio de Recuentos para Detnián sentí dentro de mí una enorme conmoción. Durante años había insistido en ese mismo proyecto en Argentina y hasta esbozado algún ensayo en México. La respuesta siempre fue la misma: "Nuestro público no está acostumbrado a los audiolibros. No hay público para ese producto.Todos los que lo intentaron fracasaron estrepitosamente.Tus seguidores seguramente prefieren leer tus libros", y etcétera, etcétera.
El proyecto es ciertamente tan ambicioso (el público español tampoco está habituado a los libros para escuchar) como atractivo.Tanto que, a pesar del castizo acento del actor que protagoniza a Demián y de mi desfachatada aventura de personificar al terapeuta y contar con mi voz los cuentos, previamente adaptados al castellano que se habla en España, yo confieso que no quise perderme la oportunidad de hacer llegar a Argentina y al resto de Latinoamérica el audio de este Déjame que te cuente. Una vez más, la vida me da la oportunidad de hacer realidad un sueño de otro tiempo.
Es mi deseo que no se dejen sorprender por lo extraño que puede sonar mi lenguaje en estos discos, tan diferente del que hablamos en las calles y los cafés de Buenos Aires, y tan distinto también del idioma que comparto en cada visita, en cada encuentro o en cada reportaje con mis amigos y hermanos de México, Venezuela, Uruguay, Puerto Rico, Costa Rica y con los lectores latinos de Estados Unidos.
Ojalá este audio libro sirva, también en nuestros países, a todos aquellos que, como digo en el texto, no tienen la posibilidad de elegir leer. Ojalá estos CD sean, para todos los que se animen, un motivo más para pensarse, jugar y sorprenderse. Un disparador, en fin, para el desarrollo y el crecimiento de todos aquellos que disfrutamos cuando alguien nos lee una historia.
Jorge Bucay
Nerja, Málaga, septiembre de 2004
El juego
La vida infantil no puede concebirse sin juego. El juego es una realidad que acompaña al hombre desde que éste existe. Jugar es la principal actividad de la infancia y responde a la necesidad de los niños y niñas de mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, expresar, comunicar, soñar... En una palabra, actuar libremente con su propio cuerpo, y hacer suyo el mundo que los rodea. Por eso el juego infantil ha estado presente siempre en toda sociedad y cultura.
Cada pueblo, según su forma de vida, ha desarrollado un tipo de juego, un tipo de recreación específica.
Los juegos tradicionales
Cuando analizamos los juegos populares, encontramos características que se ajustan a las definiciones más actuales sobre el juego y las teorías acerca del desarrollo evolutivo en el niño.
El juego es un impulso vital, que se expresa como actividad libre y espontánea, gratuita y placentera.
Jugar debería ser una fuente de satisfacción y alegría; una actitud frente a la vida. El juego es descubrimiento, curiosidad, iniciativa. El deseo de vivir y gozar de la vida. El juego está pensado para ayudar al crecimiento armonioso de nuestra inteligencia, afectividad, creatividad y sociabilidad.
El juego proporciona una fuente de placer y satisfacción.
Comporta la oportunidad de expresar sentimientos y emociones.
Favorece la descarga de energías y tensiones, facilitando la manifestación y superación de conflictos.
Estimula el afán de superación personal de éxito.
Estimula la formación del pensamiento simbólico. Posibilita la adquisición del dominio corporal e intelectual.
Favorece la adquisición de la competencia lingüística tanto para el que escucha como para el que habla.
Estimula la imaginación y creatividad.
Posibilita el desarrollo del ingenio y curiosidad, que son la base de cualquier aprendizaje.
Incentiva el descubrimiento del placer por la búsqueda y la investigación.
Es un elemento de transmisión de valores y pautas de comportamiento social.
El juego es una característica inherente al ser humano. En todas las épocas se ha jugado, sin limitarse tampoco a una edad determinada. Niños, jóvenes y adultos han jugado y siguen jugando. Variarán las expresiones, el estilo de juego, los tipos de juegos, etcétera, pero el juego forma parte del ser humano. La ausencia del juego en un niño es un claro indicio de una dificultad, de problemas en la salud física o mental, y hoy sabemos que lo mismo es transferible al adulto. El adulto que no tiene o no se crea espacios lúdicos, tiene menores posibilidades de ser dinámico y creativo en la vida cotidiana. De ahí la importancia que tiene el juego como dimensión humana, aspecto que deberíamos rescatar todos aquellos que trabajamos con otras personas.
A través del juego, el niño explora su entorno, se expresa, aprende y se comunica. El juego es un «canal» que fortalece el vínculo con el universo no del todo comprendido y, si bien el adulto puede llegar a manifestar ciertas resistencias hacia la expresión lúdica, cuando logramos que se comprometa realmente en ese espacio diferente, se siente más distendido y capaz de comenzar a desplegar sus posibilidades ilimitadas.
Desde hace mucho, sabemos que la vivencia, es decir el aprendizaje a través de la experimentación, es el único conocimiento verdaderamente útil. A partir del juego se pueden crear ámbitos en los que las posibilidades de comprensión y expresión sean más abiertas y más directas, y desde allí descubrir nuevas alternativas o estrategias.
Al distanciarse transitoria y voluntariamente de la realidad, el juego favorece un mejor y menos prejuicioso contacto con ella.
El juego se aleja de lo cotidiano, ocupa parámetros especiales y temporales diferentes de los impuestos por la rutina diaria. El juego se realiza según una norma o regla, siguiendo una determinada estructura y, por consiguiente, crea orden. El juego es fundamentalmente una actividad libre. Las personas jugamos por placer. Precisamente, poder responder a la necesidad de pasarlo bien, sin otro motivo, supone un acto de libertad.
El niño interior
El niño interior es nuestra parte más creativa y juguetona, la más espontánea e imaginativa y el asiento natural de nuestros aspectos más desprejuiciados, investigadores y aventureros. Confiado por naturaleza, ese niño interno no tiene dobleces ni segundas intenciones, básicamente se halla muy ocupado viviendo la vida y haciendo lo que le proporciona alegría.
Animarse a jugar es despertar a ese niño o niña que alguna vez fuimos. Por eso, cuando jugamos no pensamos en función de nuestros límites y no juzgamos a nadie por sus diferencias,
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