Augusto Y El Poder De Las Imágenes
Enviado por tezafli • 24 de Agosto de 2012 • 2.242 Palabras (9 Páginas) • 802 Visitas
Augusto y el poder de las Imágenes. Paul Zanker
Haciendo suya la máxima “Una imágen vale mas que mil palabras” Augusto lanza una cambio político apoyado en la misma. Y es que es bien sabido que cualquier aspecto del arte refleja el estado de una sociedad (edificaciones, imágenes,..) en cualquiera de sus momentos, ya sean álgidos o de crisis.
Un nuevo lenguaje en la esfera de las imágenes, a raiz de una transformación del sístema político, refleja; tanto una mentelidad en el proceso de cambio como una aportación esencial a esta transformación. Y es que anteriormente es difícil encontrar un momento en el que haya estado tan directamente unido la utización de las imágenes con fines políticos, como en la época augustea.
Todo esto transciende por la aculturación sufrida, desde el siglo 2º a.c, por la cúltura romana, a manos de la helénica. Con el desmoronamiento de la “Res Publica” se ve responsable, el alejamiento de los dioses. Augusto interviene llenando este vacio moral con sus reformas, intercambiando los dioses y su mitología, por el Emperador y su mitología integrada por estos mismos dioses. Con un amplio programa cultural persiguió la renovación moral y se logró un cambio mental, estaba sustentado en un NUEVO LENGUAJE ICONOGRÁFICO, por el cual, a través de imágenes se crea un mito del Emperador y del Estado.
¿Y en qué consiste este cambio? Pues la profunda transformación del cambio político va de la mano de una nueva forma de expresión e iconográfico. El poder de las imágenes contribuyó a arrastrar a Roma al mundo de la cultura helenística y disolver el antiguo orden republicano, de hecho el periodo tardorrepublicano es llamdo la “Edad de Oro” del arte romano. Esto se deja entrever, en la utilización política para la vida ciudadana:
El mito del Emperador, en donde se combina una cultura ejemplar con el imperio mundial de la paz, desde una alto nivel moral y del bienestar general, da muestras de ello. Con la renovación augustea desaparecen de forma determinante las tensiones, anteriormente sufridas, entre la vida privada y la pública.
De forma general este cambio viene determinado porque la mayoria de modificaciones apuntaban hacia la simplificación, la aclaración y el aumento cuantitativo de la resonancia. Y es que el mundo de las imágenes contribuyó de forma extraordinaria a la estabilidad del sistema político.
Todo este proceso de cambio dual: político e iconográfico, parte del fin de la época republicana, y es que por el proceso de disgregación social se necesita una consolidación del prestigio individual, y que por la competencia generalizada, este proceso conlleva al exceso en las formas de representación de sí mismos (para una demostración de riqueza y éxito). Por lo cual, y por la acumulación de elementos, se llega a distorsionar incluso la función del monumento.
De todas formas hubo intentos, por parte del poder, de frenar estas nuevas visiones, por ejemplo: el senado romano intento restringir la difusión del desnudo, de tradición griega y de gran inmoralidad para los romanos, a través de la legislación contra el lujo, de nada sirvió ya que la helenización del ámbito privado irá en auge.
Conforme a la llamada “edad de oro” del arte romano situado en la última etapa de la República, se expresa en imágenes más ricas y con mayor atractivo artístico; así en Roma ante el uso indiscriminado de símbolos, perdieron el sentido inicial, para convertirse en exaltación de la fama, con un incremento en las connotaciones iconográficas, en tamaño y número.
Una forma de ejemplarizar estos cambios es mostrando el importante juego político dado en Roma a la muerte de Cesar en el 44 a.C.
En un primer momento está el propósito de evocar el recuerdo de Cesar, y es que Cesar se vincula y autoexalta como ser divino, pero se nota como hay una identificación generalizada con los dioses, incluso remitiéndose al origen de las estirpes de dioses y héroes griegos. De esta forma los mitos no sólo son utilizados como propaganda, sino que comenzó a influir en la concepción de sí mismos tenían los protagonistas y a determinadas actividades ( ej. Tenía muxo éxito en la asimilación al mito de Hércules).
Hay otras formas de actuación, como cuando el llamado todavía Octaviano, utiliza la emisión de series de monedas programáticas, se sirve de las monedas para darse notoriedad. Dichas monedas están caracterizadas por la claridad y simplicidad. O cuando los enemigos de Antonio, atacaban por la relación que se imponía él mismo con Dioniso; y este y su culto con su forma de vida, en el extranjero (con Cleopatra). Así es visible, no sólo la auto-fama que se pretendían coferir, sino la utilización de esto por sus enemigos.
Ahora y tras la lucha política, el poder se concentra en una sola persona: Agusto, los tiempos de inseguridad en Roma habían terminado. Y todo este poder unipersonal se basa en un nuevo lenguaje iconográfico, con unas características.
La primera es una reestructuración del Foro romano; en el 29 a.C se celebra el triunfo inaugurando el templo de Divus Iulius, y la decoración de Foro y Curia con trofeos egipcios.
También se alude a la nueva difusión de símbolos de la victoria, que alcanzó vínculos muy amplios; delfines, tritones, victoria sobre esfera ... y estos presentes en edificios privados, monumentos funerarios y enseres domésticos.
Antitético a lo anterior el vencedor, en concreto, se recata; toma a Apolo como figura, y es que su santuario no era de grandilocuencia triunfal, sino signos de paz y devoción. Seguramente en la línea de simplificar, aclarar y buscar mayor resonancia.
De otra forma; se puede seguir en las relaciones de forma inversa, es decir se asimila unos símbolos a una figura que confiere a esos símbolos su propia ideosincracia,su propio sentido, por ejemplo; la “corona cívica” y el “clipeus virtitutis” dados a Augusto por el Senado, acaban confiriéndose como símbolo del poder monárquico.
Referente a Augusto también se dio su tratamiento y su forma de representación. El nombre, en sí, crea en torno a él un aura de personalidad sublime y única (etimológicamente; Augusto asociado con “engrandecer”y “augur”). De la misma forma el retrato, lleva a formas armoniosas, una expresión serena de nobleza y una estilización, en referencia a arquetipos de obras clásicas, en conclusión todo el nuevo retrato alude al “Princeps del Estado”.
Este nuevo cargo, tan importante y sin precedentes en la historia de Roma, necesita un nuevo programa iconográfico unido a un “programa de saneamiento social”.
Augusto
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